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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Vipassanā(I). La Génesis de un Engaño

Uno de los productos comerciales más reconocibles del buddhismo moderno teosófico es, sin lugar a dudas, la llamada “meditación vipassanā”.

Para empezar, hay que entender que la meditación no era algo reconocible en el buddhismo real de mediados del siglo XIX en los países del sur de Asia. La única práctica devocional eran los cantos de suttas en comunidad, algo que aún se siguen oyendo en los monasterios theravadines.

El movimiento Theravada hace propio el legado de Buddhaghosa y lo toma por insignia en la isla de Ceylán en el renacimiento que ya vimos en el capítulo dedicado a Sri Lanka. Resumiendo, Buddhaghosa realiza una composición de textos y edición de los mismos en Pāli, así como comentarios y diversa producción literaria que fue encargada por el clero cingalés. Este empleo lo consiguió probando su competencia ante los monjes con la composición de su obra el Visudhimagga. La obra se divide en tres partes, Sīla, Samadhi y Vipassana la clásica división escolástica posbuddhista del Noble Óctuple Sendero, basada en la división de los radios de la rueda, una prueba de la incompetencia en la comprensión del funcionamiento del mismo, y del sutta de los cuarenta factores donde claramente se desarrolla. A veces, el ansia de analizar hace que luego las partes no se reensamblen de nuevo y nada pueda funcionar ya, pero a los escolásticos la función está supeditada al mero estudio y disección teórica.

El mismo Buddhaghosa, no puede ser de otro modo, al final de su magna obra, declara que todo lo escrito no sirve para la iluminación ya que sin un Sammasambuddha vivo aquella no es posible, y lo que espera es renacer en un cielo agradable en espera de la futura venida del siguiente Buddha.

El Buddha dejó claro que la forma en la que se logra la iluminación es mediante la meditación. Y esa son las jhānas. No hay otra práctica en los suttas más que las jhānas. Así logró él la iluminación y es la práctica que, una y otra vez, encarga practicar a sus monjes.

Las jhānas son condición necesaria para la iluminación en sus tres formas. Así lo logran los Buddhas (Sammasambuddhas y Paccekabuddhas) y los arahants discípulos de un Sammasambuddha.

Además de esto, las jhānas dejan de practicarse casi inmediatamente después del parinibbāna del Buddha. Estas dos situaciones hacen la iluminación imposible, algo que Buddhaghosa tenía claro.

De esta forma, la práctica meditativa, sin método ni fin, decayó irremediablemente por lo que justo antes del revival teosófico era casi desconocida.

Después del revival neobuddhista teosófico surgió una fuerte demanda por parte de Occidente de métodos de meditación y esa demanda se tradujo en incursiones de turistas espirituales a lugares como Birmania. Estos turistas buscaban la esencia de la meditación buddhista en lugares recónditos, con la idea tan occidental de que cuanto más escondido esté mejor y más puro será lo que se encuentre.

Y toda demanda acaba produciendo una oferta.

Nadie en Birmania sabía meditar, pero eso no es ningún obstáculo. Si no hay producto, se fabrica. Además, quienes lo compran no saben y los que saben, el resto del clero, no les importa lo que se venda a los “bárbaros extranjeros”.

La historia del “vipassanā” nace así:

Es sabido que el efecto más significativo de la liberación total es la Sabiduría, pañña, que es la visión y comprensión de la realidad tal como es. En un momento de la historia de las diferentes sectas buddhistas a alguien se le ocurrió que pañña se podría alcanzar “directamente” mediante la intuición (vipassanā), y así nació el mito de la “iluminación instantánea” muy de moda entre mahāyanas de diferentes tipos y otras sectas.

Esta es una ideación absurda porque la intuición sirve para razonamientos no verbales para los cuales se tiene la pregunta y los objetos para montar la respuesta son conocidos por el pensador. Ciertamente no requiere de deducción ni razonamiento, pero no puede tratar elementos desconocidos previamente y tampoco resolver problemas cuya pregunta se desconoce, ambos extremos que son del ámbito de pañña.

Es obvio que sin conocer la Sabiduría, y poco la intuición, alguien se quedara impresionado por la capacidad y versatilidad de la intuición para ver claramente.

El desarrollo de la intuición (vipassanā) no está recogido en los textos primitivos. La forma normal hoy día es desarrollarla mediante el uso y manipulación mental de objetos abstractos de naturaleza matemática. Peor no hay matemáticas en los suttas. Ahí, quien era intuitivo, lo era, quien no, no. Si existía algún sistema reglado para el desarrollo de vipassanā en el pasado, es simplemente desconocido y no ha llegado a hoy. Lo que sí llegaron a saber mediante experiencia con personas intuitivas es que la intuición siempre viene precedida por la tranquilidad, porque es así como funciona la intuición.

Se debe calmar el pensamiento verbal secuencial para dar paso al no verbal, espacial e intuitivo, lo que se venía describiendo como función del hemisferio derecho. Si no se hace eso, la intuición no funciona. Es por esto que aparece la tranquilidad Samatha siempre precediendo a Vipassanā en los textos.

La simple tranquilidad se llegó a asociar con la meditación, debo suponer por la similitud de los términos samatha y samadhi. Ambos con la raíz saṃ que significa “paz”, de la que derivan palabras como santo, igual en pāli que en español. Pero nada más. Meditar y estar tranquilo y relajado no tienen mucho más que ver entre sí.

Resumiendo, en la antigüedad una vez perdida la forma de lograr jhānas, se plantea alcanzar la iluminación mediante la consecución “directa” de pañña en base al desarrollo de la intuición (vipassana) precedida por la tranquilidad (samatha). Un objetivo absurdo en sí mismo, supuestamente alcanzable mediante una intuición que no saben ni siquiera cómo se desarrolla.

Un despropósito total.

Pero ese meme flotaba por el aire en la Birmania de principios del siglo XX…

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