El renombrado arqueólogo británico Stuart Piggot llegó a decir:
“El cuadro de la civilización de Harappa parece haber excluido los grandes monumentos, como templos, palacios o sepulturas, en los que una explosión de proezas artísticas hubiera podido redundar en gloria de dioses y orgullo de un monarca espléndidamente derrochador. La reserva de esos lisos muros de ladrillo, la arquitectura sin adornos de incluso los edificios de la ciudadela, la monótona regularidad de las calles y el sofocante peso de una muerta tradición se combinan para hacer de la civilización de Harappa una de las fases menos atractivas de la Historia del Oriente. Se conocían complejos procesos técnicos, pero la producción padecía de uniformidad y de utilitarismo casi puritano”.
No es de extrañar que el mayor error de la arqueología moderna fuera causado precisamente por esto.
R. Bhandarkar, arqueólogo superintendente del Círculo Occidental del Servicio Arqueológico de la India, fue el primer arqueólogo en examinar Mohenjo-Daro.
“Estaba muy decepcionado —escribió en su informe —durante una visita a la provincia de Sind, en gran parte desértica, en el invierno de 1911–12. Mohenjo-Daro significaba «El Montículo de los Hombres Muertos». Había un montículo grande y seis más pequeños —Y en palabras que posteriormente deben haberlo perseguido de por vida, el arqueólogo superintendente desestimó el lote como —no siendo los restos de ningún monumento antiguo. Según la tradición local, estas son las ruinas de una ciudad de solo doscientos años … Esto no parece incorrecto, porque los ladrillos que se encuentran aquí son del tipo moderno, y hay una falta total de terracotas talladas en medio de las ruinas enteras.
Nada en Mohenjo-Daro parece antiguo: los ladrillos tienen un tamaño estandarizado, las anchas calles están diseñadas para que se puedan cruzar dos carros de bueyes y orientadas de norte a sur y de este a oeste, con una red de alcantarillado bien diseñada. Incluso dispone de una piscina pública. En una palabra, es una ciudad moderna con un urbanismo desarrollado pero sin templos, ni palacios.
Esto parecería algo corriente, salvo que estamos hablando de una ruinas de hace casi cuatro mil años.
Sí, había carros con ruedas. Con ruedas. Fue el primer lugar del mundo donde se empleó y además con el urbanismo adaptado al tráfico rodado. Esto no lo retoma la India hasta bien entrado el siglo XVIII.
Pero aquí no queda lo asombroso. Se desarrolló un complejo sistema de escritura que se perdió y no se ha sabido traducir. Esa desaparición envió de vuelta a la India a la prehistoria de donde no salió hasta la época de Ashoka, 1800 años más tarde con el empleo de primitivo guión Brāhmi.
Si lo que buscas son grandes construcciones, palacios, templos o dioses, no los vas a encontrar. Todo está diseñado para ser eficiente y cumplir con su cometido. Mohenjo-Daro se nos aparece como el pasado de la ingeniería, donde los artistas estaban de sobra. Y los gastos superfluos también.
Pero esto no es lo más asombroso. Esta estandarización de la producción, del urbanismo, de la cultura y de esta forma de hacer las cosas se extendió en una superficie enorme que incluye y sobrepasa ampliamente los límites del Pakistán actual, cubriendo una extensión de 1,6 millones de km2 similar al Irán actual.
En lo profundo del “Montículo de los Hombres Muertos” detrás de las fachadas blanqueadas sin paredes vivían familias, los artesanos ejercían sus oficios y los vendedores vendían sus productos. La ausencia de pirámides o zigurats nos puede indicar la limitación de los materiales de construcción. La piedra sigue siendo escasa en la región del Bajo Indo y la poca madera local, daría para las viguetas del techo y para combustible de los hornos de ladrillos.
Los harappanos construyeron casi completamente en ladrillo, tanto horneado como al sol, con una calidad de fabricación acreditada por la larga supervivencia de tantas estructuras hechas en un material tan fácilmente disgregable. Al entender que estos ladrillos eran “modernos”, Bhandarkar de forma inconsciente les estaba haciendo un espléndido cumplido.
Pero el ladrillo tiene sus limitaciones. Mientras que grandes áreas pueden cerrarse fácilmente y dividirse convenientemente igual que hoy, las estructuras individuales más grandes como los muros de defensa tienen hasta trece metros de grosor. Los ladrillos son poco adecuados para construcciones elevadas debido a que las tensiones debidas al peso causan pandeo.
Pocos edificios en Mohenjo-Daro tenían más de dos pisos. Incluso suponiendo que los harappanos hubieran querido malgastar en extravagancias como sus contemporáneos egipcios, es difícil ver cómo podrían haberlo hecho.
Los omnipresentes ladrillos son todos de dimensiones estandarizadas, al igual que los cubos de piedra utilizados por los harappanos para medir pesos y se basan en un sistema modular. Los anchos de carretera también se ajustan a un módulo similar; por lo tanto, las calles son típicamente el doble del ancho de los carriles laterales, mientras que las arterias principales tienen el doble o una vez y media el ancho de las calles.
Los planes de la ciudad se ajustan a un patrón de cuadrícula regular y parecen haber retenido este diseño a través de varias fases de reconstrucción. Las ciudades se dividían en dos asentamientos separados, uno residencial y comercial, y una ciudadela elevada en una plataforma de ladrillo masiva dotada de estructuras más ambiciosas. La ciudadela siempre se extiende al oeste de la zona residencia. Los asentamientos de Harappa fueron las primeras ciudades y pueblos planeados del mundo. La planificación urbana no se volvió a dar en India hasta el diseño de Jaipur en el siglo XVIII.
Aunque no conocían el hierro, utilizaron un kit estandarizado de herramientas hechas de sílex, cuarzo, cobre o bronce. Estos metales junto al oro y la plata fueron los únicos disponibles. También se utilizaron para crear todo tipo de objetos prácticos, bien hechos, restringidos en cuanto a la decoración y uniformes en el diseño. La uniformidad en la tecnología es tan fuerte como en la planificación urbana y tan marcada que es identificable en todos los asentamientos de la cultura Harappa.
El valle del Indo ha demostrado ser solo el área central de esta civilización. Tras el descubrimiento de sus dos sitios principales Mohenjo-Daro en Sind y Harappa en el Punjab, se siguieron descubriendo sitios hasta cubrir una enorme extensión. De norte a sur, desde Shortughai, cerca del río Amu Daria en la frontera rusa con Afganistán, hasta Lothal, un pequeño puerto de Gujarat, hay una distancia de más de mil seiscientos kilómetros. Y de este a oeste, una distancia similar entre Alamgirpur, en el Ganges superior, y Sutkagen-Dor, en la costa de Makran.
La evolución de esta civilización se prolongó algo más de un milenio. Los pueblos primigenios del año 3000 aEC ya habían progresado como para construir casas y labrar la tierra. Tenían cierto conocimiento de los metales y acceso a través del comercio a otros materiales y manufacturas. Alrededor del 2600 a.EC aparecen los estilos típicamente harappanos en cerámica y herramientas. Las casas de ladrillo asumen un diseño regular con un patio y habitaciones fuera de él. Las figuras anticipan los estilos posteriores. Hacia el 2300 aEC el estilo de Harappa Temprano da paso a la fase de Harappa Clásico, en la que aparece el todo el catálogo de artefactos: ladrillos y macetas estandarizados; calles regulares sobre una red de conductos de alcantarillado bien hechos; terracotas típicas; una notable producción de enseres decorativos que incluyen abalorios y conchas; más herrajes de cobre y bronce; y una plenitud de los misteriosos sellos (así como las impresiones hechas por ellos) sobre los cuales su enigmática escritura ocupa un lugar destacado.
Los asentamientos florecieron a lo largo del Indo desde la costa hasta las montañas frente al Himalaya, como los monzones débiles redujeron la escorrentía procedente de las montañas del Himalaya, los harappanos pudieron domar la naturaleza del Indo lo suficiente para permitir que la agricultura floreciera a lo largo de sus riberas y las de sus afluentes.
Las evidencias arqueológicas apoyan que Ghaggar-Hakra es la localización con los asentamientos más duraderos durante los tiempos de los harappanos. Las evidencias geológicas demuestran que los ríos eran un elemento importante y de gran actividad en esta región, pero sobre todo durante el monzón. En el 1900 aEC, en la fase de Harappa Tardío, Mohenjo-Daro fue abandonado gradualmente. A medida que los ríos en los que los harappanos se habían instalado se secaban, éstos fueron emigrando hacia el valle del Ganges, donde las lluvias del monzón eran más regulares.
Se cambia la cultura a una forma de economía más localizadas y basadas en el secano. Esta dispersión de la población implica que ya no hay una concentración de fuerza de trabajo suficiente para soportar el urbanismo. Así, las ciudades se derrumbaron, pero las pequeñas comunidades consiguieron subsistir.
Los esqueletos desenterrados en el valle del Indo atestiguan que el pueblo harappano pertenecía a varios tipos raciales diferentes, entre ellos, los proto-australoides emparentados con los nativos australianos que aún subsisten en algunas partes de la India. Un ejemplo lo tenemos en la bailarina, una minúscula estatuilla parecida a una ninfa esbelta que hace alarde feliz de su pubertad con una encantadora despreocupación. Su pose es estudiadamente informal y sus rasgos, incluyendo los labios carnosos y la nariz ancha, son claramente proto-australoides, un tipo que generalmente no se asocia con la cultura de Namazga en Asia Central.
La importancia del comercio de Harappa se basa en la evidencia proporcionada por los sellos. Están hechos de esteatita con la cara de cada uno está tallada en hueco y en reversa para dejar una impresión legible en arcilla blanda. La mayoría son rectangulares y del tamaño de un sello postal e incluyen una media de cinco caracteres o ideogramas, en un guión ininteligible, más una o más imágenes a menudo de animales.
Se han encontrado varios miles de sellos y sellados. Los sellos parecen haber sido distribuidos por todo el mundo de Harappa y fueron transportados gracias a un agujero por el cual podrían ser enhebrados en una cuerda. Su distribución indica que los sellos pueden haber sido utilizados para facilitar el intercambio de bienes a largas distancias. Si la imagen estampada, adjunta a una remesa de mercancías, podría haber identificado a su propietario, procedencia, destino o contenido, y por lo tanto haber cumplido un papel de una hoja de ruta o incluso un código de barras. Si éste era realmente su propósito, su multiplicidad y distribución remota testificarían a favor de una red comercial vasta y vibrante.
En lugar de gastar en monumentos y pirámides, los harappanos invirtieron su excedente en el intercambio de mercancías. Podríamos llegar a intuir que el declive del comercio fue la causa de la desintegración de la vida urbana.
Aunque su escritura sigue siendo indescifrable. Los símbolos de palabras que acompañan a las imágenes varían de un sello a otro por lo que la imagen y el texto deben haber transmitido información diferente; y que, dado que las imágenes se repiten con frecuencia y parecen sujetos totémicos, pudieran haber sido símbolos de identificación.
Existe una noción gradualmente emergente de un estado de Harappa. En el momento de la fase de Harappa Clásico, estos grupos formaron un solo estado, un verdadero imperio de harappano.
Siendo este el caso, el eclipse total, aunque gradual, de la civilización Harappa es desconcertante. La civilización sumeria condujo a la de Babilonia, el Antiguo Reino de Egipto fue sucedido por el Reino Medio y el Nuevo Reino, la sucesión dinástica de China apenas se tambaleó. Pero en el subcontinente indio, el primer gran experimento en la vida urbana, en la organización política y en la empresa comercial desapareció sin dejar rastro debajo de la arena y el limo. En la tierra de la reencarnación no habría renacimiento para el bullicioso e ingenioso mundo de los harappanos. La historia tendría que comenzar de nuevo con un grupo de personas muy diferente.
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