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No hay peor peste que una recua de traductores negados atormentando palabras mal traducidas para forzarlas a confesar lo que sus clientes sobrados de fe quieren leer.
Aún tengo fresco el recuerdo de aquella primera vez que tuve entre mis manos una edición en español del Majjhima Nikaya con suttas selectos. No sé que criterio de selección se empleó, aparte de que sirvieran para rellenaran sus 650 páginas.
Sorprende la llaneza del lenguaje, tan sencillo que invita a leerlo y, una vez terminada la lectura, sorprende aún más esa sensación desagradable de que no te has enterado de nada. Y da igual las veces que lo leas, enredado en repeticiones con ligerísimas variantes, que el resultado es siempre el mismo.
No entiendes qué sucede. Lo acabas de leer, no hay palabras difíciles ni expresiones complicadas, pero a la pregunta acerca de qué dice, realmente no lo sabes. Y qué quiere decir, está fuera de alcance.
Luego empiezas a oír que los suttas no se deben leer sin el apoyo de comentarios, porque no están hechos para ser leídos, sino que se trata únicamente de temas para que los comentaristas se explayen repartiendo doctrina. Si antes no entendías qué decía a pesar del lenguaje llano, ahora con un lenguaje artificiosamente rebuscado ya si que no entiendes ni las palabras que usan.
Luego te enseñan que si no estudias “Abhidhamma” no puedes entender los comentarios, y sin entender los comentarios no entiendes los suttas. Y el chiste está en que el “Abhidhamma” no es solo el engendro más abstruso jamás elaborado por nadie, sino que refuta de tal modo a los suttas que llegas a la conclusión de que, con cosas totalmente opuestas, tratar de usar una para entender a la otra es un disparate. Eso sí, para llegar a ninguna parte, has desperdiciado nueve años.
En medio del silencio de la noche aún puedo oír las palmas y pitos de complacencia de un Māra, muerto de risa.
Al igual que para derribar un puente o un edificio, es suficiente colocar las cargas explosivas en puntos específicos para que toda la estructura se venga abajo, los traductores del Māra cambiando unas cuantas palabras, lograron que la palabra del Buddha sea una ruina. Un trabajo exquisito.
Imagina.
Traduciendo puedes opinar que «amor» es intercambiable por «sexo». No es exactamente lo mismo, pero con tomamos esa pequeña licencia literaria. Ahora, repasa los evangelios haciendo ese cambio tan liviano. Claro, cuando llegamos a aquello de que «Dios es sexo», «El sexo de Dios», «Fe, esperanza y sexo», «Jesús da sexo a todos los hombres de buena voluntad…»… Las iglesias se parecerían más a burdeles que a templos.
Uno podría imaginar que el desastre vendría dado por una transmisión incorrecta, sobre todo porque en los primeros siglos la transmisión era oral. Es decir, que lo errores estuvieran en las fuentes pāli o en los agamas chinos. Pues no. Ahí no están.
Durante miles de años se ha estado transmitiendo y, además, bien. Cuando se aprende a memorizar sin razonar, en una lengua que desconoces y lo hace mucha gente en muchos sitios usando repeticiones mnemotécnicas, es por eso que los suttas usan tanta reiteración, la transmisión es excelente.
El problema es cuando se quiere entender qué dicen los discursos.
Para ello hay dos formas, la tradicional que consiste en aprenderlos de memoria y, después, estudiar pāli. No se traducen. Así ha ido funcionando durante la mayor parte del tiempo. Hasta ahora, que se han puesto a traducir a lenguas occidentales porque el Occidente se paga y a cambio se quiere el producto preparado, cocinado, masticado e incluso defecado, que es la segunda forma.
Y eso lo que dan: mierda.
¿Será que los diccionarios son malos?
Curiosamente, no. Son también excelentes.
Entonces, si los textos son buenos y los diccionarios excelentes… ¿qué está pasando?
Si has leído el titulo de este apartado, ya lo sospechas. Los traductores más que malos, son perversos. No se entiende la razón por la que se inventan traducciones que no existen, términos que no están en el diccionario y si están su aplicación en el contexto es delirante. Pero, además, son de sostenerla y no enmendarla.
Si algún traductor dijo una barbaridad, los traductores posteriores, en lugar de corregirla lo que hacen en meter más errores en el vano intento de dar sentido a lo irrazonable con resultado de volverlo todo incomprensible. Y luego, para tragarse lo intragable se exige fe, como cualquier religión. Así se pasa del Dhamma al Dhamma negro, de bellas palabras que solo sirve para mantenerte atado al Samsara.
Vamos a repasar una corta relación de estas monstruosidades.
Dhamma
Práctica.
Se viene traduciendo como “enseñanza“, cuando de lo que se trata es únicamente de practicar. El resultado es desviar al devoto hacia el “estudio“.
Cetanā
Información. Aquello con lo que trabaja la mente.
Se viene traduciendo como “volición“. La volición no existe desde el momento de que no existe la libertad porque no hay nada incondicionado en el Samsara, condición necesaria para el libre albedrío. Así la base del originamiento dependiente se inicia en estos tres eslabones: la ignorancia, avijjā, condiciona la información, cetanā y ésta las condiciones, kamma,
Si sustituimos información por volición, tenemos que es la volición el motor del kamma, es decir, que tiene que existir alguien con voluntad para que un fenómeno tenga consecuencias. Dicho de otro modo, aquello que se hace sin voluntad, no tiene consecuencias. Si te estrellas con el coche no puedes destrozarlo ni matarte porque lo hiciste «sin querer». Y si una piedra al caer hace daño a una persona es porque debe existir un «Dios» que haya «querido» que la piedra se caiga para que le dé efecto.
Vitakka
Fijación de la mente, direccionamiento de la mente.
Se traduce como “pensamiento inicial” o “aplicación inicial”. ¿Existe algún pensamiento «inicial»?¿que inicia qué?
Vicāra
Visualización del movimiento.
Se traduce como “aplicación sostenida”, sin dar más explicaciones.
Vitakkavicārānaṃ
Fijación de la mente en la visualización de movimiento. Es la descripción exacta del ejercicio que conduce a la primera jhāna. En la segunda jhāna no es necesario ejercicio alguno, por lo que vitakkavicārānaṃ se suprime.
Traducirse como “aplicación inicial y aplicación sostenida” un término incomprensible ha tenido como consecuencia directa que no se sepa cómo se practican las jhānas, es decir, se ignore la práctica, o sea, se ignore el Dhamma.
Incluso el abstruso Abhidhamma introduce 5 jhānas en lugar de 4 porque explica que en la segunda jhāna desparece vitakka y en la tercera, vicāra. O sea, primero desparece la fijación de la mente y luego la visualización del movimiento. Si tienes que fijarte en algo, primero desaparece fijarte y luego ese algo.
Kammata sītāya
Haciendo surcos, arando.
Se traduce como “trabajaba en el campo”. En referencia al padre del Buddha. Si es un rey ¿Qué hace labrando? Se explica porque no era rey.
Sakka
Escita, miembro de la raza Sakka, llamada así por los partos de forma despectiva (perros).
Se traduce como Sakya y en lugar de nombrar una raza nombra un clan o tribu. El Buddha al ser de origen extranjero no tenía casta, asi que es natural que no fuera favorable a este sistema.
Gotama
El mejor buey, el mejor de los nuestros.
Se traduce como si fuera un apellido de familia o nombre gotra. Gotama es el nombre de unos de los siete compositores de los vedas y da nombre a la familia brahmán de más alto rango en el sistema de castas, que ha llegado a hoy. El Buddha siempre afirmó no ser brahmán, a pesar de eso, le llaman Gotama.
Ayatana
Esfera, dimensión.
Se traduce como “jhāna inmaterial” cuando no se trata de jhānas e ¿inmaterial? . Así que, en lugar de cuatro jhānas, o cinco según el Abhidhamma como vimos, introducen cuatro más como si de una sucesión de cosas iguales se tratara.
Sāti
Memoria.
Se traduce como “atención plena” o “mindfulness” en un intento de relacionar la práctica vipassana al Satipatthana sutta para darle alguna credibilidad.
Samatha
Tranquilidad.
Se confunde como el término parecido Samadhi, o sea, meditación, y al ser meditación, lo terminaron por asociar a las jhānas.
Vipassanā
Intuición.
En la herejía birmana del mismo nombre es una especie de comprensión mágica de que las fenómenos son impermanentes, no tienen esencia y son insatisfactorios y entendiendo esto, la gente se ilumina instantáneamente y sus cadáveres no se corrompen y pueden venderse a trozos como reliquias. Para comprender esto se necesita destruir la capacidad de concentración, con lo que inhabilitan a sus devotos a lograr cualquier clase de progreso.
El caso de la biografía mágica del Buddha que todos conocen, es representativa de la sucesión de barbaridades para dar sentido al absurdo. En un sutta, el Buddha llega a una casa particular y un niño, hijo de esa familia le dice a la madre que se quiere ir con el Buddha. La madre le dice: “ve con él y que te mantenga”, ante el estupor del Buddha que aprovecha para poner la regla de no admisión de menores en el Sangha.
Se tradujo como “pídele tu herencia”, con lo que empezó a hacerse la bola: el niño era hijo del Buddha, la madre era su prima, el dueño de la casa Suddhodhana, era el padre y se van añadiendo elementos de adorno, era rey, asi que el Buddha era príncipe y vivía en un palacio de la mil y una noches… en un tiempo en el que un palacio estaba construido de cañizo y excrementos de vaca.
Para entender los textos es imprescindible practicar jhānas. Y los traductores no saben. Solo traducen, con el culo.
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