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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Teoría del Todo y la Navaja de Ockham.

Teoría del Todo y la Navaja de Ockham. Mirando la tabla periódica de los elementos y echando un vistazo al cielo… ¿por qué son tan poquísimos? “Pluralitas non est ponenda sine necessitate” (la pluralidad no se debe postular sin necesidad.) La navaja de Ockham, principio de economía o principio de parsimonia (lex parsimoniae), es un principio metodológico y filosófico atribuido al fraile franciscano, filósofo y lógico escolástico Guillermo de Ockham (1280-1349), según el cual: «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable». Esto implica que, cuando dos teorías en igualdad de condiciones tienen las mismas consecuencias, la teoría más simple tiene más probabilidades de ser correcta que la compleja. En ciencia, este principio se utiliza como una regla general para guiar a los científicos en el desarrollo de modelos teóricos, más que como un árbitro entre los modelos publicados. En el método científico, la navaja de Ockham no se considera un principio irrefutable, y ciertamente no es un resultado científico. «La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera», según el principio de Ockham. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta. Su sentido es que en condiciones idénticas, sean preferidas las teorías más simples. Otra cuestión diferente serán las evidencias que apoyen la teoría. Así pues, de acuerdo con este principio, una teoría más simple pero de menor evidencia no debería ser preferida a una teoría más compleja pero con mayor prueba. ¿Qué ha de tenerse en cuenta para medir la simplicidad?. La propuesta más conocida sea la que sugirió el mismo Ockham: cuando dos teorías tienen las mismas consecuencias, debe preferirse la teoría que postule la menor cantidad de (tipos de) entidades. Otra manera de medir la simplicidad, sin embargo, podría ser por el número de axiomas de la teoría. La navaja de Ockham se aplica a casos prácticos y específicos, englobándose dentro de los principios fundamentales de la filosofía de la escuela nominalista que opera sobre conceptos individualizados y casos empíricos. No solamente es un principio metodológico sino que, además, tiene características gnoseológicas y ontológicas. Esta regla ha tenido una importancia capital en el desarrollo posterior de la ciencia. La denominación de navaja de Ockham apareció en el siglo XVI, y con ella se expresaba que mediante ese principio, Ockham «afeitaba como una navaja las barbas de Platón», ya que de su aplicación se obtenía una notable simplicidad ontológica, por contraposición a la filosofía platónica que «llenaba» su ontología de entidades (además de los entes físicos, Platón admitía los entes matemáticos y las ideas). Desde una perspectiva ontológica, pues, la aplicación de este principio permitió a Ockham eliminar muchas entidades, a las que declaró innecesarias. De esta manera se enfrentó a muchas tesis sustentadas por la escolástica y, en especial, rechazó la existencia de las especies sensibles o inteligibles como intermediarias en el proceso del conocimiento, y rechazó también el principio de individuación, al que calificó de especulación vacía e innecesaria. La Teoría del Todo viene a reivindicar de nuevo a Guillermo de Ockham frente al Platonismo al que dos siglos de ciencia aun no ha sido capaz de anular en la mente de la gente. Platón básicamente anteponía el mundo de los conceptos sobre el mundo real, el mundo de la ideas. Para el Buddha, paññati es avijja, conceptos son ignorancia. Por eso, no le dedicó casi nada de tiempo a la realidad convencional, por ser ésta pura ideación. Pero a la gente le gusta eso de tener “alma”, les gusta “ser”, y a muchos tener “Dios”, que es en la escala de los conceptos, lo más de lo más, por más absurdo que resulte, y muchos, aunque rechacen la idea del ser, aún no han adoptado una postura radical del no-ser. La Teoría del Todo se centra en esa postura. Bien, ¿es la Teoría del Todo más económica que cualquier teoría que explique el Universo? Para empezar, la Teoría del Todo, explica Todo. Lo que no sucede con cualquier otra. Ninguna explica el por qué de las leyes de la Naturaleza. Simplemente se limitan a expresarlas. Al preguntar por ellas, sólo se responde: son así. ¿Por qué son fijas para todo el Universo? Respecto a la energía, su comportamiento varía según el tipo de vacío sobre el que se sostiene. ¿Cómo puedes convencer a un electrón de que se comporte de una determinada forma?. Supongamos que es posible aislar un electrón (que no, les encanta desaparecer), y tener un sistema para convencerle de que se comporte según una regla prediseñada. Y así con todas las partículas de Universo. Pero… ¿Cuántas partículas hay en el universo? En realidad no hay una respuesta concreta a esta pregunta, porque de entrada no sabemos cómo es de grande el universo. Sin embargo, hagamos algunas hipótesis. Uno de los cálculos es que hay unas 100.000.000.000 (ó 1011, un 1 seguido de 11 ceros) de galaxias en el universo. Cada una de estas galaxias tiene por término medio una masa 100.000.000.000 (ó 1011) mayor que la del Sol. Quiere decirse que la cantidad total de materia en el universo es igual a 1022 veces la masa del Sol. Dicho con otras palabras, en el universo hay materia suficiente para hacer 10.000.000.000.000.000.000.000 (diez mil trillones) de soles como el nuestro. La masa del Sol es de 2 * 1033 gramos. Esto significa que la cantidad total de materia en el universo tiene una masa de 1022 * 2 * 1033 gramos. Lo cual puede escribirse como 20.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000. Dicho con palabras, veinte nonillones. Procedamos ahora desde el otro extremo. La masa del universo está concentrada casi por entero en los nucleones que contiene. (Los nucleones son las partículas que constituyen los componentes principales del núcleo atómico.) Los nucleones son cosas diminutas y hacen falta 6 * 1023 de ellos para juntar una masa de 1 gramo. Pues bien, si 6 * 1023 nucleones hacen 1 gramo y si hay 2 * 1055 gramos en el universo, entonces el número total de nucleones en el universo es 6 * 1023 * 2 * 1055 ó 12 * 1078, que de manera más convencional se escribiría 1,2 * 1079. Los astrónomos opinan que el 90% de los átomos del universo son hidrógeno, el 9% de helio y el 1% elementos más complicados. Una muestra típica de 100 átomos consistiría entonces en 90 átomos de hidrógeno, 9 átomos de helio y 1 átomo de oxígeno (por ejemplo). Los núcleos de los átomos de hidrógeno contendrían 1 nucleón cada uno: 1 protón. Los núcleos de los átomos de helio contendrían 4 nucleones cada uno: 2 protones y 2 neutrones. El núcleo del átomo de oxígeno contendría 16 nucleones: 8 protones y 8 neutrones. Los cien átomos juntos contendrían, por tanto, 142 nucleones: 116 protones y 26 neutrones Existe una diferencia entre estos dos tipos de nucleones. El neutrón no tiene carga eléctrica y no es preciso considerar ninguna partícula que lo acompañe. Pero el protón tiene una carga eléctrica positiva y como el universo es, según se cree, eléctricamente neutro en su conjunto, tiene que existir un electrón (con una carga eléctrica negativa) por cada protón. Así pues, por cada 142 nucleones hay 116 electrones (para compensar los 116 protones). Para mantener la proporción, los 1,2 * 1079 nucleones del universo tienen que ir acompañados de 1 x 1079 electrones. Sumando los nucleones y electrones, tenemos un número total de 2,2 x 1079 partículas de materia en el universo. Lo cual se puede escribir como 22.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 (ó 22 tredecillones). Si el universo es mitad materia y mitad antimateria, entonces la mitad de esas partículas son antinucleones y antielectrones. Pero esto no afectaría al número total. De las demás partículas, las únicas que existen en cantidades importantes en el universo son los fotones y los neutrinos y los bosones de Higgs Pero si los contamos no acabamos la explicación. Veintidós tredecillones es después de todo suficiente y constituye un universo apreciable. Uno sólo. De billones de ellos. La Teoría del Todo, basada en una simple programación orientada a Objetos, es veintidós tredecillones más simple. Los objetos son entidades que tienen un determinado «estado», «comportamiento (método)» e «identidad»: La identidad es una propiedad de un objeto que lo diferencia del resto; dicho con otras palabras, es su identificador (concepto análogo al de identificador de una variable o una constante). Un objeto contiene toda la información que permite definirlo e identificarlo frente a otros objetos pertenecientes a otras clases e incluso frente a objetos de una misma clase, al poder tener valores bien diferenciados en sus atributos. A su vez, los objetos disponen de mecanismos de interacción llamados métodos, que favorecen la comunicación entre ellos. Esta comunicación favorece a su vez el cambio de estado en los propios objetos. Esta característica lleva a tratarlos como unidades indivisibles, en las que no se separa el estado y el comportamiento. Los métodos (comportamiento) y atributos (estado) están estrechamente relacionados por la propiedad de conjunto. Esta propiedad destaca que una clase requiere de métodos para poder tratar los atributos con los que cuenta. El programador debe pensar indistintamente en ambos conceptos, sin separar ni darle mayor importancia a alguno de ellos. En POO, primero definen objetos para luego enviarles mensajes solicitándoles que realicen sus métodos por sí mismos. De esta forma, se define la clase “electrón” con todas las propiedades que se quieran, y posteriormente se generan veintidós tredecillones de objetos de la clase “electrón”, lo que no lleva demasiado tiempo. Y ya, está. Todos se comportan igual. Es lo mismo que el principio de Gutenberg: un original e infinitas copias. Tiene un problema, no podemos hacer que un electrón determinado, se comporte de otra forma. Pero eso, en la naturaleza no se da. Los electrones SON COPIA de una clase. No hay diferencia entre dos de ellos. SON IGUALES. Si tuviéramos que “crear” veintidós tredecillones de electrones, lo normal es que hubiera una infinidad de variaciones. Pero no. Además de la complejidad de cantidad está la complejidad de calidad: ¿cómo creamos un electrón? ¿una piedra? ¿un planeta? ¿una galaxia?¿todo el Universo? Nadie sabe. Sin embargo, una clase se programa en diez minutos. Y podemos ponerle diferentes comportamientos dependiendo de las condiciones. Si queremos. Y así tenemos todas las partículas, pero también los elementos químicos, que no son solo 118. ¿Por qué no nonillones de ellos? Y ¿por qué son exactamente iguales dos átomos de un elemento? Y su combinatoria en forma de moléculas es fija. Esa combinatoria no depende del objeto sino de la clase y su ciencia es la Química. La Teoría del Todo, explica todo suficientemente, una teoría materialista, no, y además resulta astronómicamente menos económica. ¿Por qué se usan efectos especiales en el cine? Porque son más baratos, el efecto es exactamente el mismo y, además, son posibles. Y, por último, si realmente está todo en la conciencia… ¿es posible verificar la Teoría del Todo, en la propia conciencia? La respuesta es SI. Todo lo que se debe hacer es desconceptualizar la mente (que es lo mismo que acabar con la Ignorancia), y verlo cada uno por sí mismo, viéndolos todos igual, como en cualquier experimento científico. ¿Y el método? Cualquiera que te lleve a la Iluminación. Que es, entre otras cosas, ver la realidad así, tal cual. En posteriores posts, trataré de exponer un método que le sirva a una mayoría de personas, independientemente de que se consideren buddhistas o no. La “realidad” no se ha programado para buddhistas. Aunque éstos últimos son los que se han empeñado en desvelarla. Por último, considera, después de esto, que mantener una postura “tradicional” a la explicación del Universo resulta un engorro astronómico y además no da una explicación. ¿Para qué pues?. Piénsalo.

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