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Saṁyutta Nikaya

Foto del escritor: Tomás Morales y DuránTomás Morales y Durán

Copyright © 2021 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados

Saṁyutta es el participio pasado de saṁyujjati que significa atar o ligar. Un saṃyutta es un cuadernillo en el que los discursos (suttas) se presentan atados, imagen retórica que indica que agrupa a los referidos a un mismo tema.

De esta forma, el Saṁyutta Nikaya es la colección de cuadernillos atados que están agrupados por temas.

Es uno de los seis conjuntos de textos que contienen información fiable acerca del Buddha Gotama. Los otros cinco son el Digha Nikaya, el Majjhima Nikaya, el Anguttara Nikaya, secciones del Sutta Nipata y el Vinaya. Esta información tiene dos componentes, uno biográfico y otro de enseñanza. El Saṁyutta Nikaya es el conjunto doctrinal más importante, donde se abordan exhaustivamente todos los temas doctrinales, con todas sus variaciones, presentando el componente biográfico imprescindible para poder ubicar las enseñanzas en su lugar de impartición. Además es la única colección que no contiene suttas falsos.

El Digha Nikaya o Colección Larga es una colección de paquetes de discursos cuya relación entre sí es solo biográfica.

El Majjhima Nikaya, o Colección Media, es como el anterior salvo que hay menos enseñanzas dentro de cada paquete y son más coherentes entre sí.

El Anguttara Nikaya es una enorme colección de discursos y fragmentos con una extraña organización: dependiendo del tema que traten se indexa por un número relacionado con lo que se presenta. Por ejemplo, si se relaciona con las cuatro nobles verdades, estará en el Libro de los Cuatros. Hay que notar que hay discursos que se pueden referir a más de un tema y por tanto, a más de un número.

Lo poco rescatable del Sutta Nipata carece de componente biográfico y son pinceladas más emotivas que doctrinales.

En el Vinaya nos encontramos con historias biográficas que relatan la convivencia del Buddha con su Sangha. Las más de doscientas reglas del Patimokkha dan buena fe de lo problemática que llegó a ser.

Para abordar la Biografía Autorizada del Buddha he necesitado contar con traducciones fiables de estas seis colecciones y dado que no existen, he tenido que emprender una minuciosa restauración de los textos.

Lo que hoy podemos conocer de ellos tienen diferentes orígenes que podemos reagrupar según la lengua en la que nos han llegado, sánscrito, chino antiguo y pāli, siendo esta última la más completa pero, simultáneamente la más problemática. El pāli es una lengua artificial con un oscuro origen pakistaní, que fue creada con el exclusivo propósito de contener el llamado «Canon Pāli» que es un cúmulo heterogéneo donde encontramos los textos originales junto con leyendas y tergiversaciones puramente religiosas, que fueron incluidas en el mismo con el fin de darles «autoridad». Este espíritu corruptor no se quedó ahí. Traspasó la barrera alcanzando a los propios textos originales. El resultado es una significativa cantidad de suttas falsificados incluidos todas las colecciones, excepto en el Saṁyutta Nikaya. Y no solo eso.

El pāli al ser un idioma artificial, carece de etimología y usos, como tienen las lenguas naturales tales como el sánscrito o el chino antiguo. Esto otorga la libertad de asignar significados espurios a las palabras. Los diccionarios asignan un significado a cada palabra de los textos sólo en función de lo que significa esa palabra en esos mismos textos. Pero esto no queda aquí. Las gramáticas Pāli que se emplean y definen al lenguaje son mucho más modernas que el propio lenguaje y aparecen, curiosamente, junto con la secta Theravada.

Sostener hoy día un origen y una transmisión milagrosamente pura e inmaculada del Canon, viendo qué es y qué contiene no pasa de ser un burdo intento de fraude.

Pero esto tiene explicación.

Las enseñanzas del Buddha son textos místicos que solamente aquellas personas que practican el misticismo pueden entender. El problema fundamental está en que la entrada a la mística es por las jhānas, un conjunto de ejercicios en el que el meditador funcionalmente debe morir para que su conciencia pueda acceder a los diferentes planos, esferas y dimensiones donde obtiene la sabiduría y poderes sobrenaturales. El resultado son textos de viajes que solo los que han viajado entienden. Pero para poder morir funcionalmente sin interrumpir la continuidad vital, es imprescindible proteger al cerebro de la anoxia a la que se le someterá mediante la generación de neurotransmisores que servirán de neuroprotectores cuando se anule el suministro de oxígeno evitando daños irreversibles e incluso la muerte. Se trata de ejercicios de concentración en la modulación de diferentes líneas gráficas, una por cada neurotransmisor. Y aquí es donde está la clave: es imposible transmitir un gráfico vía oral. En India no aparecerá la escritura hasta siglos más tarde.

Una vez que desaparecen los últimos discípulos del Buddha ese conocimiento se extingue y la vía mística se clausura. Sin jhānas no hay enseñanza. Esto ya lo advirtió el mismo Buddha que nunca tuvo interés en dejar su enseñanza para futuras generaciones, precisamente por esto. Si hasta hoy nos ha llegado, no fue por voluntad del Buddha sino por una decisión puramente política de su enemigo mortal, el rey Ajatasattu de Maghada. Fue quien organiza y patrocina el primer concilio que ya fue cismático. A partir de ahí, los textos quedarán huérfanos de significado y vagarán por siglos y más siglos, imperios y reinos prostituyéndose y acumulando costras, mugre e inmundicias.

Tan pronto como en el siglo II eC el emperador Kanishka, al crear la secta Mahayana, ya prescinde de los textos, ordenando confeccionar los suyos propios.

Como contestación a la dominación Mahayana, se conformará una resistencia política alrededor de lo que será el Canon Pāli en Ceilán y de ahí se propagará por todo el sudeste asiático. Mucho más tarde, ya en el segundo milenio con la irrupción de la secta integrista Theravada, el Canon se entroniza como la verdadera palabra de Buddha y las corrupciones entran ya de forma indiscriminada.

Tan podrido estaba el Canon a finales del siglo XIX que se le dio por muerto. Pero fueron los teósofos occidentales con su ansia de meditar, su «happy flower» new age y su dinero el que propiciará un revival que es el que observamos hoy, en el que impúdicamente se ha vendido por dinero.

Así que la labor de recuperar lo auténtico de estos textos resultó muy laboriosa no solo por la magnitud de la obra sino por el lamentable estado en el que los textos se encuentran. La diferencia está en que ahora volvemos a contar con el apoyo de la mística. Con ella, las mentiras resaltan como si se sometieran los textos a una luz fluorescente. Luego, una vez identificadas, se restaura su significado original echando mano tanto de los paralelos sanscritos o chinos y de sus etimologías y usos hasta cuadrar con el significado original. Y sabremos que el resultado es el correcto si es coherente tanto con la experiencia mística, como con los usos de las lenguas naturales de apoyo como con el resto de los textos ya recuperados.

Al fin de cuentas, todo esto resulta ser una labor bastante absurda. Los que practican la mística ya ven por sí mismos y no necesitan de los textos para nada. Los que no la practican, no se pueden enterar. Por otra parte, no está dirigido al público budista porque, al admitir textos podridos que son contradictorios con los originales, le provocará la típica aversión violenta debida a su apego a la ignorancia. Por último,  al público no budista… todo esto se le trae al pairo.

Lo dicho. Esto es parte de una enorme base en la que se asentará la Biografía Autorizada del Buddha. Si tiene utilidad para ti, sé bienvenido a la Verdad.

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