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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Qué con Robar

Copyright © 2021 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados

Vamos con el segundo precepto:

Vīsatiyā, bhikkhave, dhammehi samannāgato yathābhataṃ nikkhitto evaṃ niraye.

Katamehi vīsatiyā?

[…]

attanā ca adinnādāyī hoti, parañca adinnādāne samādapeti;

[…]

attanā ca abhijjhālu hoti, parañca abhijjhāya samādapeti;

[…]

imehi kho, bhikkhave, vīsatiyā dhammehi samannāgato yathābhataṃ nikkhitto evaṃ niraye.

«Aquel, bhikkhus, que sigue estas veinte conductas es abandonado en el infierno.

—¿Qué veinte?

[…]

—Roban y animan a otros a robar,

[…]

Son codiciosos y animan a otros a ser codiciosos.

[…]

Ciertamente, bhikkhus, aquel que sigue estas veinte conductas es abandonado en el infierno».

Analizaremos esta palabra compuesta:

Adinnādāyī = an + dinna + ādāya

De aquí:

An: prefijo negativo, no.

Dinna: dado, concedido, presentado, etc., en todos los significados de dadāti; dar limosna.

Ādāya: ādāya habiendo recibido o tomado tomando, agarrando, recibiendo; frecuentemente utilizado en el sentido de una preparación.

Se traduce como «habiendo tomado lo que no se ha dado». En el ambiente de los bhikkhus, específicamente es agarrar aquello que no se ofreció como limosna. Esa es una conducta, pero hay otras dos más, aquella de los que animan a otros a robar, ser codiciosos y los que animan a otros a ser codiciosos.

Enseguida vienen a la mente, más allá del robo, el hurto, la estafa o la apropiación indebida, las escuelas de negocios, las organizaciones políticas, sociales y sindicales que se dedican a animar a los demás a ser hábiles para tomar lo que no se les ha ofrecido, a reivindicar lo que no les pertenece y enseñan a cómo llegar a tomarlo.

Inmersos en un mundo de corruptos no es difícil distinguir a las actitudes que inducen al robo y son socialmente aceptadas, en cuanto se les eche una mirada crítica.

Como ya vimos en el resto de los preceptos, estas actitudes y conductas son la consecuencia de la acción de la ignorancia, el apego y la aversión. Se es codicioso cuando se tiene aversión a la pobreza, se tiene apego al dinero o se ignora qué es el propiedad y qué representa: la culminación del deseo. La fórmula perfecta para el desastre.

El logro de este tipo de deseo es un placer sensual que induce dopamina y hace a la víctima esclavo de ella, de manera similar al cocainómano. Nunca tendrá bastante. No habrá riquezas que calmen su adicción. No codician por necesidad, eso solo es tratar de justificarse mediante la ignorancia, sino por su drogodependencia. Es normal que los adictos se junten y animen a los demás a participar de su adicción. Si además, unimos a esto la aclamación social como instigador y justificante, la adicción se desboca.

Seducir a la gente para obtener su dinero y la aprobación social, lejos de ser aceptable es la taquilla donde expiden boletos al infierno.

Tú ya sabes…

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