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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Preliminares

(C) 2020 Tomás Morales

Después de varios años y respondiendo a las múltiples y variadas demandas que vengo recibiendo tanto de conocidos como de extraños, me propongo escribir un curso que describe todos y cada uno de los ejercicios prácticos con los que se alcanza la maestría en la mística. Las ventajas prácticas de lograr los objetivos del curso son formidables y su enumeración se haría extensísima, pero…

No se suele empezar un curso diciendo que, en esencia, es poco o nada útil.

Pero: ¿por qué no es útil? y entonces ¿para qué elaboras este curso?

Lo explicaré de forma que lo entiendas.

En tu cabeza estás tú. Y tú sabes lo que estás experimentando. Las instrucciones que te doy las interpretarás a tu modo, modo que estará condicionado por tus experiencias previas. Las pondrás en práctica como tu lo consideres, y lo que te sucede lo interpretarás como mejor se te ocurra.

Imagina una clase de dictado en la que el profesor es una grabación. Tú escribes como mejor te parece. El texto oído lo puedes trascribir con faltas de ortografía y además con una caligrafía pésima. Pero es tu ortografía y tu caligrafía. Para ti está bien, pero en lugar de ejercitarte en escribir bien estás haciendo lo contrario, fijando faltas y escribiendo de forma que solo tú lo entiendes.

¿Qué se necesita pues?

Tener a un profesor que esté mirándote mientras escribes y te vaya corrigiendo sobre la marcha tanto las faltas como la forma de agarrar el lápiz para ejecutar una caligrafía aceptable y que, al final, te evalúe.

Es evidente, ¿verdad?

Pues en esto, igual.

Un maestro es aquel que tiene dos características. Una es que conoce la materia y la domina, lo que significa que es capaz de explicártela a ti para que tú la entiendas. Personaliza la explicación para hacerla tan didáctica que le resulte muy sencilla al oyente. Y la segunda es que es capaz de leerte la mente para saber lo que estás haciendo en cada momento y corregirte sobre la marcha y que puedas saber cuando lo haces bien y cuando mal, según lo vas haciendo. De esta forma, el aprendizaje es rápido y muy sencillo.

Eso de leer la mente es una de las abhiññās, cualidades que se desarrollan en vidas pasadas y que se desatan al alcanzar la cuarta jhāna. Cuando una persona ha alcanzado algún nivel de iluminación,  también lo conoce, por lo que le es sencillo evaluar.

Pero, estos poderes están limitados a personas que tienes delante y que les llevas de la mano. Obviamente no pueden usarse «offline» a través de un curso, por muy bien explicado que esté.

Por eso, este curso a lo más que puede aspirar es a ser «poco útil».

La segunda pregunta se contesta con la primera. Ser poco útil lo hace infinitamente más útil que cualquier otro curso de meditación, considerando, además que la mayoría o son dañinos o a lo más totalmente inútiles. Es por esto que me he decidido a hacerlo. La idea es que veas que sí que funciona, en una u otra medida y que te pongas a considerar agendar una visita para verme. Y cualquier distancia estará más que justificada.

Porque esto funciona. Vaya que si funciona.

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