El vacío es un objeto físico, que se puede cargar de energía y se puede convertir en varios estados distintos. Existe varios vacíos diferentes. El tipo de partículas elementales, su masa y sus interacciones están determinados por el vacío subyacente. La relación entre las partículas y el vacío es similar a la relación entre las ondas del sonido y la materia por la que se propagan. Los tipos de ondas y la velocidad a la que viajan varía dependiendo del material. Nosotros vivimos en el vacío de menor energía, el vacío verdadero. Los físicos han hecho acopio de muchos conocimientos sobre las partículas que habitan ese tipo de vacío y las fuerzas que actúan entre ellas, a saber, la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil y la fuerza electromagnética. En otros vacíos, las condiciones pueden ser muy distintas. No sabemos cuántos tipos de vacío existen, pero la física de partículas sugiere que, aparte del nuestro, el vacío verdadero, hay por lo menos otros dos más y en ambos, ni entre las propias partículas ni en las interacciones hay tanta simetría y diversidad. En el nuestro, el vacío cósmico, está condicionado por ser las fuerzas nucleares débil y fuerte y la electromagnética, diferentes. Este vacío tiene una pequeña energía positiva equivalente a la masa de tres átomos de hidrógeno por metro cúbico. El segundo vacío es el vacío electrodébil. En él, las interacciones electromagnética y débil poseen la misma fuerza y se manifiestan como partes de una sola fuerza unificada. En este vacío, los electrones tienen una masa igual a cero y no se los puede distinguir de los neutrinos. Se mueven a la velocidad de la luz y no se vinculan a ningún núcleo para formar átomos. En tales condiciones, por supuesto, ése no puede ser el tipo de vacío en el que vivimos. Cada centímetro cúbico del vacío electrodébil contiene una gran energía y, gracias a la relación masa-energía de Einstein, una enorme masa de aproximadamente diez mil trillones de kilogramos (1022, más o menos, la masa de la Luna). El tercero es el vacío unificado que tendría la pasmosa densidad de 1051 kilogramos por centímetro cúbico. No hace falta aclarar que estos vacíos nunca se han sintetizado en ningún laboratorio porque para eso se requerirían energías que exceden con mucho la capacidad técnica de los laboratorios actuales. Por comparación con estas enormes energías, la del vacío verdadero, normal, es minúscula. De los vacíos de elevadas energías se dice que son falsos – a diferencia de nuestro vacío, que es el verdadero – porque son inestables. Al cabo de un período de tiempo muy breve – normalmente una fracción de segundo –, un vacío falso se descompone y se convierte en un vacío verdadero y su exceso de energía se transforma en una bola de fuego de partículas elementales. La masa total del Universo es de 9,27 x 1052 kg, o sea, 92,7 centímetros cúbicos del vacío unificado, colapsando hasta el vacío verdadero podrían dar lugar a todo el Universo conocido. Un cuarto vacío, un vacío absoluto, un vacío no alcanzable por la física de partículas, no tendría nada que condicionar, puesto que no contiene nada, ni energía, ni información, ni siquiera condiciones. Sería un vacío incondicionado. ¿Nibbāna?.
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