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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Miopes

Es difícil para un pez describir al agua, al igual que para los humanos es difícil describir el aire, aun lo es más describirnos a nosotros mismos, agentes del kamma, porque no somos más que eso, paquetes de kamma inmersos en el kamma del que se compone el Samsara.

La descripción de algo se hace en base a características distintivas respecto al resto. ¿Cómo describir aquello que es lo único que hay, de lo que todo está hecho? Aquí, una vez más y quizás sea el ejemplo más característico, las palabras están de más. No se puede entender el kamma desde el puro razonamiento. El kamma solo puede entenderse si se es visto.

Demasiado cerca para verse, es necesario alejarse para poder describirlo. ¿Y como te puedes alejar de aquello que todo lo es, que todo lo impregna? Para eso está una de las abhiññās más útiles, la que usó el mismo Buddha en su iluminación: ver el kamma tal como es, clave de todo porque es el problema a resolver. Ver la pregunta correcta es la verdadera Sabiduría. Contestar las preguntas es solo cuestión de análisis, intuición y tiempo. El Ojo Divino:

Colección de Discursos de Mediana Longitud MN 85. Con el Príncipe Bodhi

“Luego, con la mente así concentrada, completamente purificada, nítida, intachable, libre de impurezas, maleable, dispuesta para la acción, equilibrada, inmutable, la dirigí hacia el conocimiento del nacer y morir de los seres. Con el ojo divino purificado, que va más allá del humano, vi a los seres falleciendo y reapareciendo, conocí a los seres inferiores, superiores, bellos, feos, afortunados y desafortunados según sus acciones anteriores, y supe: ‘Ciertamente, los seres de mala conducta corporal, de mala conducta verbal, de mala conducta mental, que insultan a los Nobles, que sostienen concepciones erróneas, cuyas acciones se derivan de concepciones erróneas, tras la muerte y descomposición del cuerpo, reaparecen en la perdición, en un mal destino, en lugares de sufrimiento, en los infiernos. Pero aquellos seres de buena conducta corporal, de buena conducta verbal, de buena conducta mental, que no insultan a los Nobles, que sostienen concepciones verdaderas, cuyas acciones se derivan de concepciones verdaderas, tras la muerte y descomposición del cuerpo reaparecen en un buen destino, en algún mundo celestial’.

“Así, con el ojo divino purificado que va más allá del humano, vi a los seres falleciendo y reapareciendo, conocí a los seres inferiores, superiores, bellos, feos, afortunados y desafortunados, y supe que renacen según sus acciones anteriores.

“Éste, príncipe, fue el segundo conocimiento que logré en el segundo tercio de la noche. La ignorancia se desvaneció y el conocimiento surgió, las tinieblas se desvanecieron y la luz surgió, como sucede cuando uno permanece alerta, constante y diligente.

Si no desarrollas el Ojo Divino no puedes ver el kamma, igual que el pez que no sale del agua y vuela alto no puede ver el mar. Pero si lo ves, empiezas a tener claro el problema. Y empiezas a ver en las personas que insultan a seres infernales en su mal destino. No es que sean personas en blanco, limpias que cuando cometen el mal acto se “condenan” al infierno, esa es una concepción errónea que ha impregnado las falsas concepciones del kamma durante siglos y que han derivado en absurdas interpretaciones del Dhamma, muy comunes en textos escolásticos y que solo llevan a la perdición. Cuando ves a los ojos, cuando escuchas las palabras, cuando lees entre líneas estás viendo a alguien con larguísima historia que ha llegado a la trasgresión porque no puede hacer otra cosa. Es un ser infernal al que el infierno le está reclamando, que le jala, que tira de él.

¿Qué compasión puedes tener por “algo” así?

Es así, porque es su kamma, porque él es su kamma. Insulta porque él es insulto, porque él es infierno. Su insulto es de él, no es un regalo para recibir. Es el traficante de drogas que se engancha a sus mismas drogas, el traficante de armas que se mata con sus propias armas.

La libertad es la ignorancia de la introspección.

Nada se puede hacer por él. No hay magia. Nadie ilumina a nadie.

Transformarse a uno mismo lo hace uno mismo. Estás hecho de puro kamma y solo el kamma puede transformar al kamma. Eres como una bola de billar en una mesa donde chocas contra todo y todo te choca. Llevas tu dirección y velocidad. Es tu dirección y tu velocidad. Llevas así tantísimo tiempo así, tantísimas vidas, que resulta irrespetuoso pensar en influir para cambiarte la trayectoria, sobre todo cuando vas lanzado al infierno.

O al cielo.

Al final, no se que será peor, los buenos o los malos.

Estar rebotando en el Samsara, arriba y abajo, es como los gráficos de bolsa, pero solo ves la tendencia actual, no la general. Y cuando estás arriba no ves que te acercas al pinchazo de la burbuja y que todo lo que tienes a tus pies es un agujero que te lleva al infierno o, al contrario, después de una larga racha negativa, en la que solo ves lo negativo, te espera el subidón.

Los seres en el Samsara son miopes, solo ven lo que tienen a un palmo de las narices, ni un poquito más. Asi ¿Cómo pueden ver el problema?

Su problema.

Colección de Discursos de Mediana Longitud MN 135. Cūḷa­kamma­vibhaṅ­ga­sutta

“Los seres son dueños de sus acciones, estudiante, herederos de sus acciones; se originan de sus acciones, están vinculados a sus acciones, tienen sus acciones como su refugio. Es la acción que distingue a los seres como inferiores y superiores «.

Sigue así, miope, ya verás el tortazo que te vas a meter.

Así ya sabes por qué no me canso de reír…

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