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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Mi Mejor Amigo

Copyright © 2020 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados

En esto de la mística prefiero el «pasen y vean» que andar con enigmas. Tanto por mi formación científico-técnica como por mi forma de ser, rechazo los misterios. Lo que es válido debe ser corroborado por el método científico, o es mera ilusión. Así que lo enseguida me puse a redactar un protocolo formal para comprobar todas las experiencias en terceros, en un primer momento sin ningún tipo de vinculación con el buddhismo.

Aprovecho para expresar mi agradecimiento a los miembros de la comunidad de couchsurfing que te prestaron a estos experimentos. Esta comunidad me permitió acceder a un universo de individuos de lo más variado, tanto en edad, cultura, lengua, nacionalidad, etc. evitando así cualquier sesgo. Los resultados se repetían en todos con muy ligeras variaciones. Es decir, el experimento es perfectamente replicable.

Así demostré que el acceso a las jhānas era una capacidad innata de los seres humanos. Sin embargo, como cualquier otra facultad, ésta puede verse mermada o incluso impedida por el abuso de prácticas nocivas para la concentración como son, por ejemplo, el consumo habitual de estupefacientes o la práctica continuada de vipassana.

Como ya explicamos en otros apartados, el principio neurobiológico de las jhānas reside en detener el cerebro mediante la anoxia cerebral protegiéndole con drogas producidas previamente por él mismo.

Cuando las experiencias se repiten de forma regular, el cerebro tiende a entrar en este estado con más facilidad. De esta forma se diferencian cuatro estados de jhana que se distinguen en que cada vez requieren menos drogas y, por tanto, el estado es mucho más profundo. Mientras que la primera jhana requiere de un ejercicio de direccionamiento de la mente en la visualización del movimiento, además de dopamina, serotonina y anandamida, la segunda no requiere de ningún ejercicio. Simplemente llega un día que te sientas y entras sin más. La tercera prescinde de la dopamina y la cuarta de las otras dos.

Esta es la explicación neurofisiológica, similar a experimentos con ratas a las que se las inyectó en el cerebro estos neurotransmisores y, después de someterlas a la ausencia de oxígeno durante varios minutos, no sufrieron daño neurológico alguno. Sin esta protección hubieran fallecido.

Así que las jhānas vienen a ser una “pequeña muerte”.

Y aunque los efectos fisiológicos son muy relevantes al salir de ese estado como es la depresión de las dos áreas de lenguaje y la supresión posterior de los pensamientos parásitos con lo que eso representa para una óptima salud mental, la verdadera utilidad de las jhānas es otra muy diferente.

Para explicarlo, debemos ponernos en la perspectiva correcta, es decir, funcionalmente.

En el modo normal, los sentidos aportan información que se preprocesa codificándola para ser perceptible por la conciencia. Por ejemplo, cuando escuchas a alguien debes recoger las entradas lógicas correspondientes al sentido de oído y codificarlas en sonidos, que es la labor del interface rupa, y con ellos comparar esas muestras con palabras, que es la parte funcional correspondiente a nama. Una vez halladas organizar sintácticamente las palabras para formar una frase con significado semántico. Es similar a un interface analógico a digital. Si hablamos, el proceso es justo al revés, de digital a analógico. En el modo normal nos comunicamos de forma “analógica“.

Pues bien, en los diferentes estados de jhana, están suprimidos la parte externa del interface nama-rupa, es como si nos desconectáramos del mundo exterior, y lo que se habilita son interfaces digital a digital directamente, sin pasar por los sentidos.

Esto no es magia. Puedes escuchar una canción perfectamente en el silencio más absoluto; oír no requiere del oído, ni ver de la vista. En los sueños vemos igual que en la vigilia y no usamos el sistema óptico para nada.

A diferencia del sueño, en jhana esta deprimida toda la actividad del cerebro, es decir, este no crea información, sino que está simplemente a la escucha, y lo que se escucha no corresponde a la actividad interna del cerebro.

Los diferentes estados de jhana funcionalmente son diferentes canales de comunicación digital a digital, es decir, contienen información directa sin necesidad de preprocesamiento. Cada nivel de jhana nos sintoniza con diferentes estados en los que la conciencia puede funcionar, porque la conciencia es versátil y procesa lo que le llega, sea preprocesado desde el “mundo material” como si no. De esta forma, sintonizamos con lo que en el argot budista llaman estaciones de la conciencia. En ellas habitan criaturas vivientes a las que se les llaman devas (dioses). El cerebro se convierte así en un emisor/receptor de radio que nos conecta con diferentes conjuntos de seres, cada uno en su canal.

Esta es la verdadera utilidad de las jhānas. No se medita para pasar el tiempo o hacer horas/culo, sino para relacionarte con los devas. Por eso, las jhānas son las puertas de la mística.

Ahora es posible que empieces a entender las relaciones tan habituales y estrechas que se dan entre devas y humanos en los textos, y que por prescindir de la práctica de jhānas, resulte incomprensible la omnipresencia de los devas.

Recordemos que para llegar al arahantado, es decir, una vez eliminados el apego y la aversión en el modo normal o material, hay que hacerlo en todas las estaciones de la conciencia para no renacer en ninguna.

Es decir, esto es un campo de trabajo enorme en el que te tienes que aprender a situar y empezar a familiarizarte.

Los devas son seres que por su kamma sano anterior han renacido en estos planos y la inmensa mayoría de ellos cuando acabe su vida ahí irán para el infierno al haber agotado ese kamma. Es decir, en principio, son tan poco fiables como cualquier humano de la calle. Este detalle es importante.

Pero no solo están estas cuatro sintonías, también están otros devas mucho más sutiles en las Ayatanas. Devas cada vez más simples cuanto más altos, con mínimos niveles de entropía y por tanto, de vida más larga.

Los devas son estados. Están sujetos al Mara, o sea a la muerte como todos.

De todos estos “empleos“  los más interesantes son tres: el Mara que representa en sí mismo el propio Samsara y cuyo trabajo consiste en que nadie salga de sus manos. Sakka, o el rey de los devas, que viene funcionando como un notario de lo que sucede y el Mahabrahma, el más importante, es un anagami que ha renacido en la esfera de la primera jhana y es el que se encarga de mantener el Dhamma vivo. Es la fuente más prístina del Dhamma, de la misma Sabiduría.

Así que, si tienes suerte, en la parte superior de la esfera de la primera jhana podrás encontrarle, si es que él te quiere ver, por supuesto.

Mi mejor amigo y jefe…

Sabe más que los ratones coloraos.

Colección de Discursos Largos

DN 33 El Recital

Siete estaciones de conciencia.

Hay criaturas vivientes que son diversos en cuerpo y unificados en percepción, como los dioses renacidos en las huestes de Brahmā a través de la primera jhana. Esta es la segunda estación.

Colección de Discursos Agrupados Numéricamente

AN 10.26 Kosala

“Bhikkhus, en la medida en que el sol y la luna giran e iluminan los cuartos con su brillo, hasta ahora el sistema mundial multiplicado por mil. En ese sistema mundial mil veces hay mil lunas, mil soles, mil Sinerus, rey de las montañas, mil Jambudīpas, mil Aparagoyānas, mil Uttarakurus, mil Pubbavidehas y mil cuatro grandes océanos; mil cuatro grandes reyes, mil cielos gobernados por los cuatro grandes reyes, mil cielos de Tāvatiṃsa, mil cielos de Yāma, mil cielos de Tusita, mil cielos de devas que se deleitan en la creación, mil cielos de devas que controlan lo que es creado por otros, mil mundos brahmā. Hasta ahora, bhikkhus, a medida que este sistema mundial multiplicado por mil, Mahābrahmā se ubica como el más importante. Pero incluso para Mahābrahmā hay alteración; hay cambio Al ver esto así, el discípulo noble instruido se desencanta con él; estando desencantado, se vuelve desapasionado hacia lo más importante, por no hablar de lo que es inferior.

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