Existe una ley inquebrantable y que siempre se ignora que dice que siempre que se viola una regla tradicional de conducta, bien sea a través de la coacción institucional del gobierno, o mediante la concesión por parte de éste de privilegios especiales a ciertas personas o entidades, siempre, antes o después, habrán de aparecer consecuencias dañinas y no deseadas en grave perjuicio del espontáneo proceso social de cooperación.
Es decir, antes o después los abusos se pagan.
Y es de esto de lo que se vale Satanás para torturar a los pueblos una y otra vez. Como en los mitos bíblicos, se vale de la tentación a los poderosos de hacerles más poderosos, a los ricos de hacerles más ricos, para que caigan en una orgía de depravación moral cuyas consecuencias arrastren a todos al sufrimiento.
Y es que la tentación está ahí.
El dinero es un bien fungible porque solo puede ser usado una sola vez por su propietario, aunque mantenga su existencia física. Debido a su naturaleza fungible necesita ser custodiado porque se si se gasta, desaparece.
La base del negocio bancario es precisamente en la custodia de dinero fungible. Por eso nacieron y se mantienen los bancos, por la necesidad de custodia. Y es un quebrantamiento de una norma tradicional de conducta que los bancos se apropien del dinero de sus clientes para su propio beneficio. Esto constituye una inmoralidad manifiesta. Igual que si contratas a un grupo de ladrones la seguridad de unas naves con alimentos y lo primero que hacen es entrar ellos a comérselos y a robarlos.
Con plátanos lo entiende todo el mundo, pero con dinero parece que no, y el dinero es tan fungible como un plátano. Si se gasta, adiós.
Lo que sería normal, normal es normal, sería exigirles a los bancos que mantengan en todo momento una reserva del 100% de la cantidad de dinero fungible recibida en depósito. Cualquier acto de disposición de ese dinero, como por ejemplo usarlo para la concesión de créditos, supone una violación de una regla de conducta y, en suma, un acto ilegítimo de apropiación indebida, que indefectiblemente trae consecuencias.
A lo largo de la historia, los banqueros pronto empezaron a estar tentados de violar la mencionada norma tradicional de conducta, usando en su propio beneficio el dinero de sus depositantes. Al principio lo hacían de manera vergonzante y secreta, pues los banqueros aún conservaban la conciencia de un mal proceder y cuando los pillaban iban a la cárcel. Pero gracias a la connivencia de los gobiernos, consiguen hacerlo de manera abierta y legal, al obtener el privilegio de utilizar en su propio beneficio el dinero de sus depositantes (generalmente en la forma de créditos muchas veces concedidos en un primer momento al propio gobierno).
De esta manera, se inicia la relación de complicidad y la coalición de intereses tradicional entre gobiernos y bancos, y que explica a la perfección las relaciones de íntima comprensión y cooperación que existen entre ambos tipos de instituciones y que hoy se observa en todos los países occidentales en casi todas las instancias.
Y es que los banqueros enseguida se dieron cuenta de que la violación del principio tradicional del derecho mencionado, daba lugar a una actividad financiera altamente lucrativa para ellos, pero que en todo caso exigía la existencia de un prestamista de última instancia, o banco central, que proporcionase la necesaria liquidez en unos momentos de apuro, que la experiencia demostraba que siempre llegaban de forma recurrente, en la práctica, casi todos los días.
El privilegio de poder usar en su propio beneficio el dinero que le dejan en custodia dio lugar al sistema de lo que se llama reserva fraccionaria, que se basa en una idea loca, loca. Y es que, si un depositante deja en custodia un dinero en su banco, este lo puede usar inmediatamente para dárselo como crédito a otra persona, al gastar ese dinero en un tercero, lo ingresa en otro banco, y repetimos el ciclo. Es decir, el mismo billete de 100 euros es prestado, y lo que es peor, gastado, un infinito número de veces.
Pero ¿no quedamos que el dinero es un bien fungible?
Para los banqueros no, para ellos el dinero es eterno. Al pasarse el billete entre ellos una y otra vez, le genera beneficios en forma de intereses cada una de esas veces.
Esto los lleva a un estado de orgía de felicidad total, hasta que el que depositó el billete va al banco y pide su retiro. Aquí empiezan los problemas… Obvio. Qué detalle más estúpido. ¿Este imbécil para que quiere su billete?
Si esto sucede el banco debería pedirle al que se lo prestó que se lo devuelva y éste ya lo gastó y debería devolver los bienes que compró y así le devolverían en dinero y el que le vendió iría al banco a sacar el depósito que hizo para devolver ese dinero, y así ad infinitum.
Si no existe un mínimo de reserva, este dramón sucedería cada vez que vas al cajero automático a hacer una disposición de efectivo. Así que, para poner un poco de orden, se obliga a los bancos a que dispongan “solo” de una parte del dinero de sus depositantes. Al principio, era de un 90%, de forma que, como la posibilidad de que el 10% de sus clientes quisieran sacar dinero a la vez era muy poco probable, podían estar de juerga durante mucho tiempo.
Pero, antes o después, sucedía y el banco quebraba llevando a la ruina a sus depositantes. El banquero solía huir antes de que lo quemaran vivo.
La necesidad de ser cubiertos en un momento de apuro, llevó a esta banda de delincuentes a constituir entre ellos una especie de caja o fondo común, para echar mano del dinero en último extremo. Así nacen los bancos centrales.
Pero el karma se puede amortiguar, pero no anular. Al sindicar estas contingencias se corre el riesgo de que uno de ellos arrastre a todos a la quiebra. ¿Y quien desea la quiebra de los bancos? Al menos, el gobierno, no. Así que le dota de la capacidad de generar de la nada todo el dinero que quiera. Así, ya no se cae solo un banco o un sistema bancario, ya hay que tirar a toda la sociedad.
¿Y como va a pasar esto? Es impensable. Pero pasa cada 8 años. Y se llaman “crisis financieras” que llevan a los estados a la ruina.
Pero no importa, podemos hacer prestamistas de reúltima instancia, como el FMI que a cambio de absorber los bienes tangibles de las poblaciones que “ayuda” mantiene una liquidez ficticia para que los bancos sigan con su orgía de latrocinio descarada.
La introducción de estas medidas de “salvamento” de los bancos también sirvió para disminuir la cantidad de dinero de reserva, que pasó del 10% a un magro 1% actual.
Así que se introduce un concepto poco conocido para los depositantes, pero básico en la jerga bancaria, y es el “dinero de banco comercial”, para distinguirlo del “dinero de banco central”. Ya sabemos que el dinero de banco central es dinero de mentira. Pues fíjate, si llevas un billete de 100€ de mentira a tu banco para que te lo custodie, o sea, te aparezca un número “100” en tu extracto de cuenta bancaria, ese billete que son “100 euros de banco central” pasan en ese instante a ser “100 euros de banco comercial” que equivale a 1 euro de banco central, es decir, en ese instante ya te han descontado los 99 euros que van a usar para lo que les dé la gana financiar, ya que tu banco solo responde del 1% de lo que le ingresas.
El mecanismo técnico es el siguiente, tu banco llama al banco central diciéndole que tiene un billete suyo de 100 euros y que pase a recogerlo. Entonces, el banco central agarra su billete y lo echa a un cajón, y anota en la cuenta que tu banco tiene en el banco central 10.000 euros de banco comercial de los que puede disponer a su antojo, por ejemplo, para financiarte a ti mismo una compra de un coche mediano con la tarjeta de crédito. El coche te cuesta 10.000 euros y el banco los financia con los 100 euros que tú le has ingresado, y por las molestias, te cobra un interés del 23% que es lo que a él le produce tu dinero, por prestarte a ti tu propio dinero.
No me digas que no son unos genios y tu gobierno una rehala de ladrones sin escrúpulos.
Cuando vas de nuevo a tu banco a sacar tu billete de 100 euros, el banco solicita al banco central autorización para darte uno de sus billetes. Entonces, el banco central mira si tiene 10.000 euros en su cuenta y si es así, se lo cancela y ya te puede dar el billete. Pero si te dio el crédito de la tarjeta y aún no has pagado nada, le pones en un compromiso, y del banco le ruega al banco central que le cree dinero de la nada para poder pagarte. Lo primero que hace el banco central es decirle a tu banco que se lo pida a los demás bancos, que le cobrarán un alto interés por dejárselo un día y luego arreglarán cuentas, porque tu banco espera que tú le abones la primera mensualidad. Si los demás no le quieren prestar, lo hará el banco central a un tipo de interés pactado.
Ahora que, si el banco central no quiere darle el dinero, lo manda directamente a la quiebra.
Este mecanismo sucede todos los días al cierre de caja. Y los bancos comerciales pueden seguir robando con las dos manos gracias al banco central que les asiste y protege.
Recordemos que el banco central es propiedad de los bancos comerciales privados y que ha obtenido del gobierno la facultad exclusiva de la creación del dinero de la nada, del dinero de mentira, que es el dinero de tráfico legal.
Lo del gobierno y los bancos, es digno de un estudio posterior, porque es lo que determina toda la política que estos hacen y de las leyes que te imponen.
Resumiendo, cuando vuelvas a entrar en tu sucursal bancaria y la empleada te dé los buenos días, recuerda que esa señorita tan simpática es un ladrona profesional que vive de robarte a ti. Y que, además, utiliza el concepto de “culpa” cuando te retrasas en el pago de tu crédito para hacerte sentir mal. Porque es un ladrona cabrona y sádica.
Como una tenia que protesta y te hace sentir culpable porque tú nos has podido comer hoy.
Estas cosas son las que pasan cuando vives dentro de la mentira. Y tú, sintiéndote mal…
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