La auténtica utilidad de la mentira reside en la organización de mentiras complejas cuyo fin sea agrupar a individuos con un fin determinado. Habitualmente se hace en beneficio de quien organiza dicha mentira. Esta es una mentira como falsedad en sí misma, para sacar del pensamiento lógico a los devotos de dicha mentira.
Estas son las mentiras que constituyen las religiones, las ideologías, o las naciones. Sirven para el beneficio de aquel que las diseña y las implementa. Este es el caso, por ejemplo, del cristianismo que es una mentira encargada por el emperador Constantino el Grande con el fin inicial de conquistar todo el poder imperial, aunque viendo las ventajas que le proporcionaba no solo la alentó, sino que los sucesivos emperadores fueron apoyándose cada vez más en ella, llegando en época de Teodosio a hacerse oficial y obligatoria en todo el Imperio Romano.
Los sucesivos gobernantes de Europa, a pesar de pertenecer a tribus bárbaras invasoras, aprendieron rápidamente las ventajas que daba el cesaropapismo y abrazaron con fervor la fe cristiana. Incluso se empezó a dividir la mentira de forma que se hizo de ellas banderías para la lucha por el poder en zonas del Imperio. Tempranamente, aparecieron los unionistas frente al poder de la Roma trinitaria, como forma de reacción política. En la Hispania visigoda unitaria, la toma violenta del poder por parte de los trinitarios propició la invasión unitaria desde el norte de África, y al quedar así aislada del resto de la cristiandad no le tomó mas de siglo y medio en adoptar la mentira musulmana que era prácticamente idéntica.
Los unitarios (1 Dios) fueron llamados “arrianos” y los trinitarios (3 dioses), católicos. Curiosamente, el apóstol de los unitarios, Prisciliano, el primer mártir, fue vengado por sus devotos y enterrado en Santiago de Compostela, y se le venera como si fuera Santiago el Mayor, un hermano de Jesús, personajes literarios del nuevo testamento.
En el siglo XVI, los excesos políticos de la jerarquía católica propiciaron la aparición de la Reforma, que derivó, como no, en guerras políticas de influencia en Europa. Roma contraatacó con la Contrarreforma cerrándose aún más en sus mentiras. Lo curioso es que en la actualidad cualquier Papa firmaría las 95 tesis las clavadas en la puerta de la iglesia del Palacio de Wittenberg como una invitación abierta a debatirlas. Las tesis condenaban la avaricia y el paganismo en la Iglesia como un abuso, y pedían una disputa teológica en lo que las indulgencias podían dar. Sin embargo, en sus tesis no cuestionaba directamente la autoridad del Papa para conceder indulgencias.
Recordemos que las mentiras no se debaten más que con el uso de la violencia, porque no son las mentiras el asunto de debate, sino el puro poder.
Así, siglo a siglo la Iglesia se fue adaptando a lo que los diferentes gobiernos han querido de ella, y le ha dado igual enviar a los judíos de Roma en trenes cerrados como un regalo a Hitler que ponerse al frente de los sindicatos polacos para reconquistar el poder en el antiguo bloque del Este.
La irrupción de nuevas formas de poder ha puesto de nuevo en cuestión los abusos tanto económicos como sexuales (otra vez) de la Iglesia y cuando los gobiernos consideren que no les es más útil, acabará disolviéndose. En otros países, la aparición de mentiras aún más locas, no solo conceptualmente sino en sus expresiones grupales, han atraído a un gran número de católicos que se han enganchado a todo tipo de fes a cada cual más delirante.
Cuanto más loca es una idea y más exija, más adeptos obtiene y más beneficios consigue. Asi que, ¿de qué extrañarse en ver a gente adulta echando espumarajos por la boca mientras se revuelven por el suelo imitando a John Rambo?
Un éxito.
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