La gente tiende a pensar que la economía es algo muy serio, donde las tonterías no tienen sitio, porque se juega con el dinero y eso, siempre, es muy serio.
Nada más lejos. Si hay un campo donde las mentiras campan por sus respetos es justamente la economía y, por supuesto, por la política que no es más que un apéndice de la anterior.
Solo hay que ver el panorama actual de gobiernos y sistemas económicos que estamos padeciendo a lo largo y ancho del planeta. Hay gobiernos comunistas, neoliberales, democristianos, socialdemócratas que implementan sistemas económicos basados en la intervención en la economía y a la que consideran una ciencia en la que las matemáticas pueden utilizarse para entenderla y desarrollarla. Pues bien, todos estos sistemas se basan en una mentira tan burda, que hasta un niño ve que es una alucinación.
Todo arranca por saber qué es lo que pone precio a las cosas. Por cuantas gallinas puedo cambiar un carruaje, y ya con el dinero, por cuantos oros cambio el carruaje.
Esto parece un planteamiento simple, pero es fundamental.
Los españoles en el siglo XVI se percataron de que las cosas valen según los gustos y preferencias de los compradores en el mercado. Así, si había algo que gustaba mucho se compraba y se hacía más escaso, por lo que el precio aumentaba, y al revés, si algo no se vendía el stock aumentaba y bajaba de precio. Y eso era independiente de cualquier otra consideración.
Si entiendes que esto es así, verás que lo que viene después…
Llegamos al siglo XVIII y en la Inglaterra calvinista aparece un individuo llamado Adam Smith, fanático religioso (para ser religioso es preceptivo ser un fanático) que se puso a describir las leyes de la economía. Como para los calvinistas el trabajo es la llave que lleva a Dios, es “evidente” que el trabajo es “sagrado”, por lo que este imbécil sentencia que lo que da valor a las cosas es el trabajo necesario para producirlo. Y se quedó tan ancho. Además, al ser el coste de producción algo parametrizable y medible, se pueden emplear las matemáticas en la economía y así convertirla en unas “ciencia”. Este tipo monta las bases del capitalismo moderno y su influencia ha llegado hasta hoy, a favor y en contra, pero, eso sí, su barbaridad no se discute.
Por si te has perdido, vamos a ver la diferencia entre el pensamiento español y el de Smith. Según éste las tarifas aéreas son iguales en verano o en invierno, ya que los costes de producción son iguales y se les paga igual a pilotos y personal de cabina y tierra. ¿A que sí?
No, ¿eh? Todos sabemos que volar en agosto es mucho más caro que en febrero solo por el hecho de que la gente quiere volar en agosto, independientemente de los costes del vuelo. Al hacerse mayor la demanda que la oferta los precios suben.
Esto es inexplicable para Smith. Si el trabajo es sagrado ¿Cómo tiene valor un producto fabricado por un robot? No vale nada.
No, ¿eh?
A estas alturas te habrás dado cuenta de la falsedad. Y ahora veremos como se monta un conjunto de mentiras con las que robar, someter y asesinar a media humanidad a partir de esta evidente falsedad.
La primera mentira es que la economía es una ciencia. Como podemos determinar el valor por los costes, no hay problema, todo se resuelve con matemáticas, y si no funciona, por supuesto, con más matemáticas.
Pero, la realidad te está gritando que son los gustos y preferencias de a gente lo que determina el valor. Pero “gustos y preferencias” es algo absolutamente caótico e imprevisible. ¿Por qué algo se pone de moda y desaparece de los estantes? ¿Porque lleva más horas de trabajo? ¿?
Los gustos y preferencias no permiten que las matemáticas los describan, por lo que la economía no es una ciencia. No lo es.
Voy a seguir haciendo sangre.
Un sesudo economista de Ryanair después de verificar todas las variables que ha podido encontrar diseña las tarifas para los vuelos a Pisa un 17 de febrero. Después de miles de horas de trabajo determina, según sus sesudos modelos matemáticos, que el boleto debe costar 45 €, porque es temporada baja, y en Pisa hace un frío que pela y además el baptisterio está cerrado por obras.
Y se queda tan contento.
En esto que una chica italiana, amiga de Justin Bieber termina por convencerle de que vaya a Italia, y justamente le cuadra en temporada baja. Hablando con un promotor pone la fecha del 17 de febrero en Pisa para un concierto. Se publica en las redes sociales y miles de fans de Bieber quieren ir en masa al Pisa el dichoso 17 de febrero, el día en el que el baptisterio está cerrado. Y le joden la tarifa. Lo que venden por 45 € lo podrían hacer vendido por 450 € y se hubiera llenado igual.
¿Es previsible, cuantificable, parametrizable, que la perspectiva de un buen coito de un cantante canadiense llegue a desbaratar todo el trabajo “científico” del equipo de sesudos economistas de Ryanair?
No. De ninguna manera.
Si te cae un libro de economía y ves una sola fórmula matemática en su interior, es porque se ha podrido. Tíralo.
Pero esto no acaba aquí. Ahora empieza lo interesante…
Un conocido vago judío de origen alemán, llamado Karl Marx (eran tan vago que por no querer ni acercarse a la imprenta de su esquina a trabajar mató literalmente a sus hijos de hambre y frío, incluso tan vago que su única preocupación eran los trabajadores), agarró la teoría de Smith y de forma absolutamente científica y objetiva, dedujo que, al ser el trabajo lo que da valor al producto, es el trabajador quien aporta el valor y no el empresario, por lo que éste que no es más que un explotador miserable. Esta conclusión no es teoría económica sino pura ideología, así que se puso a redactar libros gordísimos para avalar su ideología y para no aburrir hizo el manifiesto comunista resumidito para aleccionar a las masas obreras europeas.
Esto generó un follón impresionante, con las masas proletarias señalando a los burgueses como enemigos del pueblo y todo eso.
En esto que un economista austrohúngaro, Carl Menger señaló inmediatamente el error de base, diciendo que los españoles tenían razón y no Smith y Marx y toda la retahíla de alumbrados que surgieron al calor de las barricadas de la revolución, y trató de que pararan de tanta barbaridad.
Pero los gobiernos europeos vieron la ventaja de alentar esta mentira. Si los capitalistas tenían miedo, ellos les venderían seguridad y así les podrían robar alegremente. Con ello ganaron dos cosas, primero derrotar a la Rusia zarista a base de financiar al hijo de mamá, Vladimir Ilich para que la liara allí, lo que hizo fenomenalmente. Las ideas pudieron derrotar un imperio impermeable a los obuses. Y segundo, hacer estados “fuertes” a base de impuestos cada vez más altos donde se vende seguridad a cambio de libertad. El sueño dorado de todo gobernante sádico: que te paguen por chingarles.
Luego, cuando la seguridad no era suficiente para justificar tal expolio fiscal, introdujeron el “Estado de Bienestar” para justificar los estados mamotréticos que se crearon a partir de estos dislates. Así, además de seguridad se ofrecen servicios como la sanidad y la educación y se venden como las grandes conquistas sociales.
Para ver el engaño solo mira lo que representan estos dos aspectos.
En el presupuesto de 2017 la educación representó un gasto previsto de 2.545 millones de euros, mientras que la sanidad fueron 4.093 millones de euros. Eso es lo que se presupuesta y luego otra cosa es lo que realmente se gasta.
Estamos hablando que son 6.638 millones de euros de un total de 343.102 millones, o sea, lo que justifica el “Estado de Bienestar” son 1,9 euros por cada 100 que te roban. Genial. En resumen, el “Estado de Bienestar” es en el que vive el gobierno y toda la retahíla de amigos y vientres agradecidos que viven del presupuesto que sirven para perpetuar a los ladrones en el poder.
Pero, diréis, vivimos relativamente bien. Y ahora os digo… ¿y sabéis de donde salen las crisis, los defaults, y esas cosas que nos visitan cada 8 o 10 años, sin falta?
¿Es una maldición divina?
Eso es lo que te hacen pensar mientras se hacen ricos y mucho más ricos cuando salta la crisis. Y no mires a un partido o a otro, ambos se rigen por los mismos principios “científicos” y te roban con la misma afición. Lo único que tienen que hacer es no molestar a sus amos que son los que los pueden quitar y que nunca eres tú, por mucho que te digan que sí.
La mentira es nefasta, hace daño y únicamente hace florecer a lo peor de la humanidad. Y ahí, en medio de lo peor de lo infame, está el mismísimo Satanás: el Banco Central.
Pero esa es otra…
Por cierto, en ningún país que merezca tal nombre se utiliza la evidencia española de la determinación del valor. Como no sirve para robar…
Ahora, recapacitemos… qué clase de imbécil eres/eras: ¿un imbécil comunista, un imbécil socialdemócrata, un imbécil neoliberal, un imbécil conservador…?
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