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Marco Teórico (IX). La Entropía y Tres Nobles Verdades.

Foto del escritor: Tomás Morales y DuránTomás Morales y Durán

Marco Teórico (IX). La Entropía y Tres Nobles Verdades.

¡Todo es impermanente! – Fueron las últimas palabras del Buddha. Y la constatación última de que todo en el Samsara está sometido a la entropía. Todo cambia. Y todo cambia para una conciencia que no lo hace. Esa entropía entre lo que se espera y lo que realmente obtenido, se traduce en rupturas sinápticas en el cerebro y a eso se le llama sufrimiento. Si lo que sucede es para mal, mientras no se acepte la nueva situación, se paga con sufrimiento, cuanto más se retrase la adaptación el sufrimiento, será cada vez mayor. Si lo que sucede es para bien, asumir el cambio como permanente, apegarse a ese cambio, lleva a la conciencia a crear nuevas sinapsis que, al momento de que se regrese al estado anterior, lo que es inevitable, se producirá su ruptura y así lo plantearemos como una pérdida. La primera desadaptación se llama aversión, la segunda, apego. Sin apego no hay sufrimiento. Sin apego no construimos sinapsis. Si no hay sinapsis, no se pueden romper, si no se rompen no hay sufrimiento. Intensidad del dolor El origen del sufrimiento es una cuestión puramente económica, el desgaste de los recursos aporta la sensación de sufrir, pero si al organismo le cuesta más energía de la que dispone a corto plazo resolver un problema, notifica al cerebro que la situación es inmediatamente inviable con la sensación de dolor. Esto es relevante cuando se agrede algún miembro físico, o cuando la situación es emocionalmente insostenible, causando herida física o emocional. Dado que la herida no es algo que el cuerpo pueda resolver de forma inmediata, se informa que está habiendo un desgaste que requiere de una reconstrucción. Cuando la reconstrucción es emocional, ello significa que ha habido una ruptura de algún esquema sináptico por confrontación directa entre lo esperado y lo obtenido, por lo que se requiere en ambos casos de un aporte energético extra. De continuar así, el cuerpo puede ver comprometida la integridad vital, por lo que se notifica con sensación de dolor. La sensación de dolor nos puede indicar que se necesiten de otros factores tales como el uso de la razón, el uso de instrumentos o sencillamente estar en reposo y esperar a que el propio organismo responda favorablemente. Si hay opción de evitarlo, el individuo evitará el dolor por pura ley natural, pero no tiene por qué evitar el sufrimiento. Los niños son más tolerantes al desgaste psíquico, cuentan con un número mayor de conexiones sinápticas que les permiten razonar de forma más flexible. El trabajo real del cerebro es prever el futuro. Una forma económica (y nefasta) de hacerlo es hacer construcciones proyectadas hacia el futuro y plantear la realidad desde ese (erróneo) punto de vista. Cuanto más lejos planteemos el punto de vista del fenómeno actual, más entropía se generará, y el sufrimiento será mayor- El dicho “en mi vida he estado sufriendo por cosas que en un 95% de los casos, jamás han sucedido” toma sentido aquí. El placer como dolor. Cuando uno se centra como algo exclusivo en conseguir placer, la parte psíquica que nos hace consciente de esas sensaciones acaba reportando un desgaste excesivo, el desgaste aumenta tanto en cuanto la capacidad de neurotransmisión aumenta. Al ser capaz de satisfacer los potenciales con mayor velocidad, la mente queda liberada con mayor prontitud; en consecuencia, si la prioridad es conseguir ese sentimiento, llegará un momento en el que el entramado psíquico reporte un mensaje de: ‘Precaución, se está llegando al agotamiento somático del entramado neuronal’. Si persistimos y pasamos por alto esa advertencia, entonces la prioridad de sentir placer nunca llegará a ser satisfecha, pues en vez de enviar neurotransmisores a la zona de placer, se enviarán a la zona del dolor, la prioridad no se satisface y se dispara la primera alerta: Agotamiento, si la mente continúa estableciéndolo como prioridad se dispara la segunda alerta: vehemencia, y si por último no se ha conseguido el objetivo, se dispara la tercera y última alerta: Frustración. El sufrimiento como resultado de una adaptación al medio. Sufrimos casi en todo momento, y aun con más razón cuando nos estamos adaptando al medio que nos rodea. Dado que el medio es dinámico, el sufrimiento es más intenso cuanto más dinámico sea éste. La entropía del sistema. El sufrimiento es menos intenso en situaciones que ya tenemos controladas (esas situaciones pueden ser agotadoras, pero es difícil que nos causen dolor, a menos que lleguemos a un agotamiento extremo). Cuando se nos cambia una rutina, se generan diversas sensaciones: Ansiedad, estrés, deseo, vehemencia, todo dependerá del entorno y de la sensación de peligro, el cuerpo segregará más o menos adrenalina, elevando la capacidad del organismo de reaccionar más rápido. No estamos exentos de encontrarnos con situaciones que nos lleven a nuestros límites, lo verdaderamente importante es que la parte racional nos capacita mejor o peor para afrontar esos cambios. Bajo nuevas condiciones o cualquier cambio que requiera un proceso de adaptación biológico, el hombre puede llegar a responder de forma exagerada por miedo al castigo, al no encontrar una salida razonable, acaba actuando de forma vehemente. En realidad, el sufrimiento para el Buddha es la inadaptación de la mente a la realidad. Esa inadaptación se da por la presencia del apego, que trata de mantener estructuras rígidas frente a fenómenos siempre cambiantes, precisamente porque no se quieren ver las tres características. En este entorno la fe, por ejemplo, es una forma de apego que impide reaccionar frente a la realidad con racionalidad. Es por eso que en los suttas se indica una y otra vez que es la experiencia directa y no la fe el camino a la Iluminación. Curiosamente muchas sectas budistas han abandonado la razón y funcionan por fe. Sufrimiento y Selección Natural. En estos casos, la selección natural indicará qué espécimen es el más apto, teniendo más tendencia a desaparecer aquellos que sienten dolor, pues esta sensación suele nublar las funciones racionales y ello es indicativo de estar violando alguna estructura biológica natural que por ontogenia se ha dotado al ser que experimenta ese dolor. Usualmente el sufrimiento se asocia con el dolor y la infelicidad, pero no tienen por qué estar vinculados dado que cualquier condición puede ser sufrimiento y causar dolor si se es consciente del desgaste que se está teniendo. El sufrimiento cuando causa dolor obliga al individuo a adaptarse de alguna manera. Razonar causa sufrimiento y puede llegar a causar dolor si la situación ha obligado a la mente a someter al cerebro a cambios que provoquen que las neuronas cambien sus esquemas sinápticos o establecer nuevas conexiones, por lo que hay un cambio biológico que permitirá al individuo resolver la situación y poner medios que le permitan adaptarse, para evitar sufrir. Primera Noble Verdad La entropía es sufrimiento. Segunda Noble Verdad El apego que impide la adaptación de la conciencia a los fenómenos es la condición de esa entropía. Tercera Noble Verdad El fin del Sufrimiento es el fin de la entropía: Nibbāna. No condicionado, No impermanente, no sufrimiento.

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