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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Marco Teórico (I): Materia (rupa).

Marco Teórico (I): Materia (rupa).

Todo lo que es, todo lo que hay, todo lo que se puede experimentar en el Samsara son los cinco khandhas. Éstos son:

  1. rupakkhandha (rupa),

  2. vedanakkhandha (sentimiento o sensación),

  3. sannakkhandha (recuerdo o percepción),

  4. saokharakkhandha, incluyendo todos los factores mentales excepto sensación y percepción, y

  5. vinnauakkhandha, incluyendo todas las conciencias.

Rupa, elemento material, es en sí mismo el interface entre el entorno exterior a la conciencia y ella misma. No está realmente ahí fuera ya que fuera de la conciencia nada es experimentable, pero si son entradas que atribuimos a uno u otro sentido. Dependiendo del sentido, aplicaremos un determinado origen a la señal que será una codificación lógica. Si es una determinada entrada está asignada a la puerta del ojo, esa señal será transformada por la conciencia en un color en un determinado punto. Si la asignación de esa entrada es al oído, su intensidad de esa señal será transformada por la conciencia en la intensidad se sonido de una frecuencia determinada, prefijada y de esta forma, todos los sentidos. No son infrecuentes los casos de sinestesia (genética o inducida por drogas) en los que se ven sonidos, se huelen colores, o se gustan texturas. Sentidos no convencionales nos sirven para fijar el plano del cuerpo. Estos son los sentidos del equilibrio, de la orientación y de la posición del propio cuerpo. “Sabemos” donde estamos, si nos movemos y en que parte del espacio estamos ocupando. De esta forma, rupa son las entradas lógicas de las bases sensoriales en toda existencia. Son entradas analógicas moduladas en intensidad. Según cada existencia, esas entradas se reasignan, de forma que el emulador sigue corriendo adoptando distintas formas y capacidades. Hay existencias en las que las bases sensoriales pueden reducirse e incluso desaparecer. Hay existencias sin bases sensoriales. Lo que parece intuitivo no deja der ser totalmente una puesta en escena… Vemos un árbol. Sus hojas se mueven, la brisa cálida de la tarde sopla entre sus hojas… Un árbol no se ve. Un árbol se experimenta por asignación previa. Es la conceptualización de un conjunto multisensorial. Antes, en algún momento, por imitación, una experiencia asemejable fue calificada como ”árbol”. Alguien nos lo dijo, en algún momento, aprendimos la aplicación suprayectiva. Una infinidad de experiencias son aplicadas a un único concepto: “árbol”. Las formas del árbol tampoco son visibles, se montan en la conciencia a partir de la vectorización del contraste entre colores. Los colores tampoco son visibles, son codificaciones que la conciencia da a determinadas intensidades que asociamos a presuntas longitudes de onda que nos aparecen “ahí fuera”. “Ahí fuera” es sólo otra conceptualización en relación a la ubicación en un espacio tridimensional que preasignamos a una determinada entrada lógica. Y todo así. Podemos hacer lo mismo con el tacto. Tocamos una aguja caliente con el dedo índice. Aquí no se “toca” nada. Llegan señales que asociamos a temperatura, y otras a presión, correspondientes todas ellas a un conjunto de puntos que en nuestro mapa corporal, corresponde a “dedo índice”. Todo es lo mismo: son entradas lógicas moduladas en intensidad que hemos preasignado como localización y categoría. Es como una campanilla que suena en la recepción de un hotel antiguo. Dependiendo de cómo suene, ese es un mensaje, dependiendo qué campanilla suene, es una predeterminada habitación, dependiendo de qué clase de campanilla, es una vista, un sonido, un tacto, un sabor, un olor, etc… Todo preasignado, todo reasignable, todo virtual.

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