Copyright © 2020 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados
La idolatría, íntimamente enraizada en la ignorancia humana desde tiempos remotos, concede facultades prodigiosas a muñecos construidos con distintos materiales. Unos dicen que curan enfermedades, otros que te buscan novio, otros que te encuentran cosas que has perdido… e incluso llegan a decir que son sus maestros de enseñanza superior.
Sí, has leído bien, sus maestros de enseñanza superior. Imagina el aula magna de una universidad con un muñeco de madera sonriente en el asiento del profesor. Y esto lo sostienen señores muy sesudos sin pelos en la cabeza, que dicen que «el Buddha es mi maestro».
¿Qué sentido tiene decir que «el Buddha es mi maestro»?
En serio, tener que llegar a explicar esto es una muestra de compasión infinita…
El Buddha no solo es que está muerto, peor, es que está extinto. Para eso es un Buddha: salió pitando del Samsara para no tener que nacer más, después de estar rodeado de tontos nada menos que cuarenta y cinco años, y encima, les pareció poco. Pero lo peor no es eso, es que no pararon de venir tontos durante más de dos milenios. Y no paran. El número de tontos es infinito. Esta es una prueba de esta evidencia (como si una evidencia necesitara pruebas).
Pero es que esto no es algo marginal, que va. Es que está en la propia fórmula que usan los budistas para «hacerse» budistas:
Buddham saranam gacchami
Dhammam saranam gacchami
Sangham saranam gacchamiVoy al Buda en busca de refugio.
Voy al Dhamma en busca de refugio.
Voy al Sangha en busca de refugio.
Ésta era la fórmula de acceso al Sangha del Buddha. Se llama la toma de refugio.
Lo primero es que el Buddha tenía que aceptar al discípulo, como cualquier academia, lo segundo es que se acepta al Buddha como único maestro, la tercera es que se acepta la enseñanza que da ese Maestro y lo cuarto es que se pasa a ser parte del alumnado del Buddha, el Sangha Noble, compuesto por nobles, esto es, gentes que han logrado algún nivel de iluminación y seguían al Buddha y que apoyaban en el proceso didáctico.
Hasta aquí todo normal. El problema viene después, cuando el Buddha muere no le deja su academia a nadie, con él acaba el único Maestro que hubo, nadie en el puesto de Maestro impartiendo la enseñanza, lo que es lógico, porque ningún otro era un Buddha perfectamente iluminado, lo que por otro lado sería imposible porque no se pueden dar dos Buddhas a la vez.
Y sin Maestro no hay enseñanza, y sin Maestro ni enseñanza, tampoco hay academia. Lo que es lógico. Pero no, para los tontos nada hay imposible.
En el Mahāparinibbāna Sutta DN 16, el discurso más largo, que describe los últimos tres meses de la vida del Buddha desde que destruye su existencia hasta que entra en su parinibbāna y se reparten sus restos, hay un pasaje en el que su criado Ānanda se echa a llorar diciendo que cómo se iba a morir el Buddha si él no era más que un recluta con todo el trabajo por hacer, quizás porque se tiró todo el tiempo trapicheando con túnicas en lugar de ponerse a practicar.
Atha kho bhagavā āyasmantaṃ ānandaṃ āmantesi:Entonces, el Bendito se dirigió a Ānanda
“siyā kho panānanda, tumhākaṃ evamassa:Ciertamente alguien podría pensar
‘atītasatthukaṃ pāvacanaṃ, natthi no satthā’ti.«Las enseñanzas del Maestro han pasado, ahora no tenemos enseñanza»
Na kho panetaṃ, ānanda, evaṃ daṭṭhabbaṃ.Ciertamente no, Ānanda, no debería ser visto así.
Yo vo, ānanda, mayā dhammo ca vinayo ca desito paññatto, so vo mamaccayena satthā.Para ti, Ānanda, los extintos Dhamma y Disciplina manifestados y regulados por mí, serán para ti útiles después de mi marcha.
Y lo traducen tal como así:
«Entonces el Buda se dirigió al Venerable Ānanda: “Ahora, Ānanda, algunos de ustedes podrían pensar: “La dispensación del maestro ha pasado. Ahora no tenemos Maestro”. Pero no debería verlo así. La enseñanza y el entrenamiento que les he enseñado y señalado serán sus Maestros después de mi muerte».
Es decir, se trata de una reprimenda a su inepto criado, que pasó casi todo el tiempo a su lado sin esforzarse, y que ahora, en el crítico momento, cuando el Buddha está a punto de marchar, se queja de que se ha quedado sin enseñanza.
El Buddha le replica que con lo que contó ya le sirve.
Sin embargo, las traducciones «oficiales» llegan a decir más o menos que los «textos» serán el Maestro de cualquiera que los lea (considerando que ni existía la escritura aún en India y que jamás al Buddha se le ocurrió hacer memorizar todo lo que fue diciendo a lo largo de esos 45 años). ¿Unos textos que ni siquiera se han concebido serán el maestro de los tontos de hoy?
Así que, un Buddha muerto, un Dhamma extinto y un Sangha disuelto hace milenios resultan ser el «refugio» de los «budistas» modernos.
Es cierto que hay que justificar de algún modo la vida relajada los bhikkhus vienen disfrutando a lo largo de los siglos, a cambio de instruir a los laicos con lo que sea. Hoy podemos conocer la literalidad de los textos por el atávico respeto que le tienen a los escrituras sagrados que en la mayoría de ocasiones no osan alterar, pero nadie dice nada de las «traducciones», las «interpretaciones» o los «comentarios».
Veremos que, a lo largo de los siglos, este pasaje ha dado pie a manipulaciones de todo tipo al convertirse los bhikkhus en «sacerdotes» que median entre los «textos» y los devotos.
Los «budistas» no se pueden iluminar. ¿Cómo podrían hacerlo cargando con un Maestro muerto, un Dhamma extinto y un Sangha disuelto?
¿Eres «budista»? si es así, lo llevas mal, muy mal.
Anda, déjalo…
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