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El Māra es la conciencia primigenia del Samsara, representa lo que es el propio vagar indefinidamente entre la vida y la muerte. Y como todo en el Samsara está sometido a la muerte, también el Māra muere… y renace. Y en ese vagar su misión es velar por la integridad del mismo Samsara como un buen pastor que vela por sus ovejas, para que no se le pierda ninguna…
El Māra es un personaje totalmente real que aparece in extremis si una persona está tratando de entrar en la corriente, esa corriente que le sacará definitivamente del Samsara, perdiéndola irremisiblemente antes o después.
El Māra es el distractor, el que convence para que lo dejes, el que aparece como el buen consejero que sabe como llegarte para que abandones el objetivo. Reconocerlo es fundamental para no dejarse enredar en su red. Eso, si, en cuanto se da cuenta que le has reconocido, el tiempo no lo pierde. Desaparece.
No es que el Māra tenga mucha ocupación, y menos aún en estos tiempos cuando el trabajo duro se lo hacen sus perros pastores cuyo salario en especie depende precisamente de que nadie se escape entrando en la corriente. Ellos se juegan su modo de vida apostando al Māra y lo curioso es que son sus devotas ovejas las que mantienen a este Sangha del Māra.
Los devotos depositan en la práctica ética y en la generosidad, Dana, su fuente de méritos para llegar a conocer a un Buddha que les ayude a escapar de este obstinado ciclo de muertes y renacimientos. Y aquí es donde está lo curioso.
El mérito en la generosidad depende tanto de la calidad del despego en la forma de dar como de la perfección de la persona a la que se da. En este orden de cosas, el mayor mérito está en dar a los Nobles, a aquellos que lograron algún nivel de iluminación. Dar a una persona corriente no aporta mucho mérito y dan con preferencia a los bhikkhus porque suponen que su vida es santa. Cegados por la ignorancia, que por algo siguen atados al Samsara, donan a las diferentes sanghas de bhikkhus, originando que éstos vivan gracias a estas donaciones, y muy bien además, sin tener que trabajar y haciendo lo que más les gusta.
Y aquí es donde está la broma…
Si comienzan a aparecer seres iluminados y el pueblo devoto lo llega a saber, se arriesgan ciertamente a perder todos sus ingresos y con ellos su privilegiado modo de vida. Es evidente que son los primeros interesados en que no existan iluminados o, al menos, que el pueblo no llegue a conocerlos, manteniéndolos sumidos en la mayor ignorancia posible.
No debe extrañar la forma tan hostil de reaccionar que muestran cuando se suscita el tema de la iluminación. Parecería, entre tanto ladrido, que se lo estuvieras preguntando al mismísimo Māra.
Alegar ignorancia por parte de los devotos, lejos de ser una excusa, es un agravante. Esta ignorancia se expresa en un kamma muy insano derivado de donar al Sangha de la Muerte. Y bien caro que se paga: miles de años haciendo méritos para saber cuando y como escapar, siendo éticos y generosos para perder su oportunidad en el momento justo, precisamente a manos del infausto quehacer de los mismos a los que mantienen.
Cría cuervos y te sacarán los ojos.
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