En un otero del Samsara puede verse como los seres renacen en diferentes reinos en función de su propio kamma, de lo que ellos mismos se buscan. En un continuo renacer para volver a morir si nos fijamos en el conjunto lo primero que nos llama la atención es que el conjunto global va para abajo. Crece, se multiplica, y amplía su base. Como cuando se desmorona una montaña hecha de piedrecillas, los seres tienden a descender de forma natural. Si algunos remontan, alrededor ves a más cayéndose hacia los reinos inferiores del infierno. Mientras que los reinos de los devas van despoblándose los seres infernales crecen en número y en desesperación. Remontar es cada vez más difícil y el esfuerzo es titánico. Y lograr ascender en el Samsara no es más que una cruel burla porque nada es permanente y una buena altura lo que garantiza es una buena caída. Eres lo que haces, estás aquí porque tus pasos te han traído y cada paso lo has dado tú lo que no significa que esos pasos se hayan dado por tu voluntad o con tu consentimiento. Esto no es un juicio. Aquí la culpa es un concepto vacío. Y no hay eximentes. Aquí estás porque aquí has llegado. Hacer el bien te asciende en este vertedero de seres, hacer el mal, te precipita. Y aquí es donde está la trampa. La trampa del Samsara: “Es imposible hacer el bien” Suena fuerte, pero es real. Vamos a demostrarlo: Todo es condicionado, o sea, cualquier fenómeno depende de causas que lo provocan y, a su vez, esas causas también están condicionadas por otras causas. Hay causas inmediatas, pero cada causa inmediata tiene también sus causas y así nos podemos remontar hasta el infinito. Una causa en una condición necesaria para que se dé el fenómeno, u otra causa. Necesario significa que sin su concurso el fenómeno, o la causa, no se puede dar de ninguna manera. Esto implica que una sola causa entre infinitas pueda evitar que se produzca el fenómeno. Es decir, podemos EVITAR un fenómeno, pero no podemos HACER un fenómeno. El fenómeno depende de condiciones, muchas de ellas que se nos escapan y cualquiera de ellas puede evitar el fenómeno. A lo más lo que podemos es poner condiciones que no impidan que el fenómeno se dé. Pero nada está absolutamente bajo control. Ni siquiera la voluntad, que está condicionada. Puedes actuar con la mejor intención, pero el resultado puede ser cualquier cosa. El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones… “Es posible evitar el bien” Puedes poner una condición que sea causa de que algo bueno no se dé. Por ejemplo, un maestro puede enviar extraviar a todos sus discípulos sin demasiada dificultad. “Es posible evitar el mal” En esto se basa la ética del Buddha: no hacer el mal y hacer el bien que es justamente, evitar el mal y no hacer movido por la ignorancia. “Es imposible hacer el mal” Puedes poner condiciones para que el mal se dé, pero eso generará una serie de condiciones que no sabremos si en el futuro van a dar buenos o malos resultados. Un fenómeno nefasto a veces es la lleve de uno excelente que sin él no podría ser posible. En resumen, evitar entra dentro del campo de nuestras posibilidades, hacer, no. En el Samsara, el bien nos lleva a renacimientos superiores y el mal, a inferiores. No se puede hacer el bien, puedes intentarlo a ver si te sale, pero no hay garantía. Emplear la vida tratando de lograr un renacimiento en los reinos de los devas es más que absurdo, es la quinta esclavitud mental: Colección de discursos agrupados numéricamente 5.206. Esclavitudes El monje vive su vida espiritual aspirando a un cierto mundo de los devas, pensando: ‘Mediante esta conducta virtuosa, la observancia, la austeridad o la vida espiritual, llegaré a ser un deva o a estar en compañía de los devas’. Cuando el monje vive su vida espiritual aspirando a un cierto mundo de los devas, pensando: ‘Mediante esta conducta virtuosa, la observancia, la austeridad o la vida espiritual, llegaré a ser un deva o a estar en compañía de los devas’, su mente no se inclina al ardor, el esfuerzo, la perseverancia ni la energía. Y puesto que su mente no se inclina al ardor… ni la energía, esta es la quinta esclavitud mental. Tratar de hacer el bien puede resultar perverso. La ingratitud es la moneda con la que se paga al generoso. Y el odio visceral es la divisa que compensa las deudas impagables. Eso ya lo sabemos. Sin embargo, por todas partes se escucha aquello de que “es bueno hacer el bien”. La realidad es que hay gente que vive de que tu trates de hacer el bien, por ejemplo, el gobierno, y es por eso por lo que han favorecido e incluso inventado religiones que actúan como policías mentales de su pueblo, aunque sea solo por el ahorro en soldados o fuerza pública. El Samsara es así de perverso. Siguiendo el símil de la montaña de piedrecillas, subir implica empujar hacia abajo y muchas veces nos deslizamos y nos acabamos despeñando. Y no solo eso. La condicionalidad exige la tendencia al incremento de la entropía, es decir, a más desorden. Esto significa que en un instante siguiente hay más seres que bajan que seres que suben. Acabando en el infierno, y siendo incapaces de salir de allí, y el infierno creando niveles inferiores… Cuando alguien muere y renace en un plano superior implica que hay uno o más de uno renaciendo en planos inferiores. Al final, la media ponderada de los seres respecto a su nivel siempre desciende. El Samsara está hecho para la perdición de sus habitantes, es un barco que siempre se hunde, y sacar la cabeza implica pisar a otros que se ahogan. Majjhima Nikaya 85 Bodhirajakumara Sutta El príncipe Bodhi “Luego, con la mente así concentrada, completamente purificada, nítida, intachable, libre de impurezas, maleable, dispuesta para la acción, equilibrada, inmutable, la dirigí hacia el conocimiento del nacer y morir de los seres. Con el ojo divino purificado, que va más allá del humano, vi a los seres falleciendo y reapareciendo, conocí a los seres inferiores, superiores, bellos, feos, afortunados y desafortunados según sus acciones anteriores, y supe: ‘Ciertamente, los seres de mala conducta corporal, de mala conducta verbal, de mala conducta mental, que insultan a los Nobles, que sostienen concepciones erróneas, cuyas acciones se derivan de concepciones erróneas, tras la muerte y descomposición del cuerpo, reaparecen en la perdición, en un mal destino, en lugares de sufrimiento, en los infiernos. Pero aquellos seres de buena conducta corporal, de buena conducta verbal, de buena conducta mental, que no insultan a los Nobles, que sostienen concepciones verdaderas, cuyas acciones se derivan de concepciones verdaderas, tras la muerte y descomposición del cuerpo reaparecen en un buen destino, en algún mundo celestial’. “Así, con el ojo divino purificado que va más allá del humano, vi a los seres falleciendo y reapareciendo, conocí a los seres inferiores, superiores, bellos, feos, afortunados y desafortunados, y supe que renacen según sus acciones anteriores. Los reinos del Samsara están más poblados abajo que arriba. Y sabemos que, en el origen, los primeros seres fueron algunos devas de la esfera de la cesación que, fueron renaciendo en planos cada vez más inferiores hasta colonizar todo el Samsara. Son los dioses caídos los que han generado toda esta proliferación de seres sufrientes, cayendo y partiéndose, creando mayores niveles de desorden. Cuando un deva muere, reaparece en reinos interiores, incluso en el infierno y, es ahí, en el momento de la muerte de esa vida que la existencia puede generar más de otra vida. Cuando sucede, esa existencia deviene en otras que irán generando vidas. Es precisamente la proliferación de existencias la que permite esta enorme cantidad y variedad de seres. Un deva tiene un grado de desorden mayor que varios seres infernales. El deva renace como ser infernal pero no necesariamente en uno. Subir, sin embargo, requiere captar una enorme cantidad de energía del Samsara, lo que provoca aún mayor caos alrededor. En un mundo que se desmorona correr hacia arriba o hacia abajo lleva al mismo sitio: hacia la perdición. Aquí lo único que vale es no moverse y salir cuanto antes. No hacer el mal, evitar el mal, iluminarse. No hay otra. Y ya lo dijo el Buddha: Colección de discursos agrupados numéricamente 316–332. Tercer sub-capítulo “Monjes, he aquí hay una persona particular que surge en el mundo para el perjuicio de mucha gente, para la infelicidad de mucha gente, para la ruina, perjuicio y sufrimiento de mucha gente, devas y seres humanos. Y, ¿quién es aquella persona? Es uno que mantiene el incorrecto punto de vista y tiene una perspectiva equivocada. Él desvía a mucha gente fuera del buen Dhamma y los establece en un mal Dhamma. Ésa es aquella persona particular que surge en el mundo para el perjuicio de mucha gente, para la infelicidad de mucha gente, para la ruina, perjuicio y sufrimiento de mucha gente, devas y seres humanos. “Monjes, he aquí hay una persona particular que surge en el mundo para el bienestar de mucha gente, para la felicidad de mucha gente, para el bien, bienestar y felicidad de mucha gente, devas y seres humanos. Y, ¿quién es aquella persona? Es uno que mantiene el correcto punto de vista y tiene una perspectiva correcta. Él saca a mucha gente fuera del mal Dhamma y los establece en un buen Dhamma. Ésa es aquella persona particular que surge en el mundo para el bienestar de mucha gente, para la felicidad de mucha gente, para el bien, bienestar y felicidad de mucha gente, devas y seres humanos. “Monjes, yo no veo otra cosa particular alguna que sea tan censurable que el incorrecto punto de vista. El incorrecto punto de vista es la peor cosa entre todas las censurables. “Monjes, yo no veo otra persona particular alguna que actúa tanto para el perjuicio de mucha gente, para la infelicidad de mucha gente, para la ruina, perjuicio y sufrimiento de mucha gente, devas y seres humanos, que el hombre hueco Makkhali. Al igual que una trampa en la desembocadura de un río sólo trae perjuicio, sufrimiento, calamidad y desastre para muchos peces, así también el hombre hueco Makkhali es una verdadera “trampa de la gente”, que surgió en el mundo para perjuicio, sufrimiento, calamidad y desastre para muchos seres. “Monjes, alguien que alienta a otros en el Dhamma y Disciplina mal expuesto, y él que está alentado así, y el que, alentado así, practica de acuerdo con eso, todos generan un gran demérito. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está mal expuesto. “Monjes, alguien que alienta a otros en el Dhamma y Disciplina bien expuesto, y él que está alentado así, y el que, alentado así, practica de acuerdo con eso, todos generan un gran mérito. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está bien expuesto. “Monjes, con el Dhamma y Disciplina mal expuesto, la moderación debe ser conocida por el dador, y no por el que recibe. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está mal expuesto. “Monjes, con el Dhamma y Disciplina bien expuesto, la moderación debe ser conocida por el que recibe, y no por el dador. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está bien expuesto. “Monjes, quien hace surgir la energía en el Dhamma y Disciplina mal expuesto mora en el sufrimiento. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está mal expuesto. “Monjes, quien es perezoso en el Dhamma y Disciplina bien expuesto mora en el sufrimiento. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está bien expuesto. “Monjes, quien es perezoso en el Dhamma y Disciplina mal expuesto mora en la felicidad. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está mal expuesto. “Monjes, quien hace surgir la energía en el Dhamma y Disciplina bien expuesto mora en la felicidad. Y, ¿por qué así? Porque aquel Dhamma está bien expuesto. “Monjes, así como incluso una cantidad insignificante de excremento huele mal, así yo no alabo incluso una cantidad insignificante de existencia, incluso por una fracción de segundo. “Monjes, así como incluso una cantidad insignificante de orina huele mal… una cantidad insignificante de saliva huele mal… una cantidad insignificante de pus huele mal… una cantidad insignificante de sangre huele mal, así yo no alabo incluso una cantidad insignificante de existencia, incluso por una fracción de segundo”.
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