El Samsara forma alrededor de sus errabundos cuatro capas de ignorancia que los aíslan de la realidad. Cada capa se basa en la anterior, asumiendo la ignorancia de esa capa subyacente y añadiendo un nivel más de ignorancia. Asi, cuatro veces.
Cada uno tiene ante sí cuatro muros que lo rodean y que en sí mismos resultan impenetrables para las fuerzas y capacidades de cada persona. Esos muros están en su mente y, vaya donde crea que vaya, le acompañan como la más férrea y hermética prisión.
El nivel superior, que es donde la víctima vive es el Nivel de la Mentira. Este nivel tiene como base el Nivel de los Conceptos; a su vez éste se basa en el Nivel de la Codificación y por último éste se basa en el Nivel de Electromagnético.
Todos estos niveles implementan y son implementados por el interfaz Namā-Rūpa, los dos primeros están en Namā y los dos inferiores en Rūpa.
Al ser el Interfaz Namā-Rūpa aquello que es experimentado por la Conciencia, constituyen en sí mismo el mundo de lo perceptible, de la experiencia.
Cada uno de esos niveles funciona como un mundo propio con sus reglas.
El nivel superior, el de máxima ignorancia es el Nivel de la Mentira, donde vive la inmensa mayoría de los humanos. Los objetos que maneja son conceptos complejos que no respetan las reglas de la condicionalidad. En este nivel encontramos los elementos básicos de toda cultura humana: la religión, la política, la economía, el dinero, los mitos, los ritos, las ceremonias, la educación, el derecho, la filosofía…
Todos y cada uno de estos elementos no respetan la condicionalidad, se basan en relaciones no condicionales o con condiciones falsas. El individuo que aquí habita se mueve por estos elementos cuyo único valor intrínseco es su capacidad de replicación. Es un mundo falso de conjuntos meméticos complejos o memeplexes que compiten entre sí apoderándose de la mente de la víctima que actuará alienada favoreciendo la difusión de los memes más exitosos. La verdad no es una condición para el éxito de los memes por lo que en este nivel cuando se encuentra está mediatizada por redes de mentiras logrando que esas verdades sueltas sirvan de apoyo a las mentiras que las necesitan puntualmente para su replicación. El perfil del habitante de este nivel es el del creyente que asume por fe estos elementos y sus relaciones acondicionales, que siempre está en un estado de eterna espera con un pie en un pasado y un futuro imaginarios, demasiado ocupado para ver a través de ellos. Este es el nivel de los objetos permanentes, el nivel del YO como memeplex superior, el nivel de lo esencial de lo que es por sí mismo incondicionalmente y el nivel donde se hallan elementos agradables que atrapan a la víctima como los cantos de sirenas.
Si se logra traspasar la primera barrera, empleando intensivamente la condicionalidad y desechando todo aquello que no la cumpla, desechando la magia, lo imaginario, lo absurdo en todas y cada uno de los elementos, la persona entra dentro de la prisión del Nivel de los Conceptos. Al ser los conceptos palabras y éstas son los componentes del lenguaje, podemos decir que, para los pocos humanos atrapados en este nivel, en de la verdad de los conceptos, o sea, en el de la verdad de la mentira, el limite de este mundo es el límite del lenguaje.
Las relaciones se basan en la verdad, es decir, en la condicionalidad o kamma. Sin embargo, los elementos son construcciones subjetivas llamadas conceptos que usa el individuo como si fueran reales. Los conceptos también aparecen como permanentes, aunque se racionalice que no lo son. Las normas sociales son rechazadas en este nivel, así como todas las mentiras que construyen el orden social y la cultura general. El rechazo del “nomos” de Diógenes, la perspicacia de Wittgenstein, o el pesimismo de Schopenhauer son pruebas de que llegaron hasta aquí.
Debemos entender que los mejores filósofos solo han franqueado una barrera para caer dentro de otra prisión.
Es evidente que el Nivel de la Mentira se basa en el Nivel de los Conceptos y toma sus elementos de éste, asi que toda la ignorancia de este nivel pasa al superior que se encarga de multiplicarla.
El Nivel de los Conceptos se basa en el Nivel de la Codificación, denominada así por ser constatable, experimentable por la conciencia al ser el Rūpa quien se la entrega. Sin embargo, este nivel también es otra ideación creada por el interfaz. En el nivel de la Materia tenemos las formas, los colores, los sabores, los sonidos, los olores, las sensaciones táctiles, el frío y el calor, el dolor o la propiocepción el equilibrio o la orientación. Realmente cada elemento es un tipo de codificación. Todos estos elementos por su abundancia desbordan a la conciencia que recurre inmediatamente a enlazar estas experiencias a otras previas, llamadas qualias, para asignarles un puntero a ellas, o concepto, y con ese mango atrapar la qualia y usarlo como indirección a la misma. Al ser todos sus elementos recreación propia del individuo son absolutamente subjetivas y no son ni comunicables ni transportables.
En otras palabras, lo que ves y oyes, sientes, gustas y hueles son sensaciones que tú mismo te creas mediante codificación y graduación y no son verdades sino puras ideaciones.
Al estar las qualias constituidas por codificaciones son falsas y son estas qualias lo que es direccionado por los conceptos, o sea, son indirecciones a elementos falsos.
Como vemos la ignorancia en los niveles más bajos va floreciendo en los más altos.
Este nivel es accesible a través de la desconceptualización total que se logra mediante la pausa absoluta de todo pensamiento durante, al menos, una hora, extremo desconocido para la inmensa mayoría de las personas.
Por debajo de este nivel está el Nivel Electromagnético que es el que activa los sensores de los que disponemos como base de los sentidos. Este es el nivel de la Entrada/Salida del Interfaz Rūpa, pero no es experimentable como tal, sino reprocesado en forma de códigos. Este nivel constituye la base de la codificación se asienta.
Pero este nivel también es ignorancia. La energía y por tanto la electromagnética, asi como la materia, no son en sí tales, sino información pura y las dimensiones en las que la energía y la materia se mueven, espacio y tiempo, son ideaciones erróneas útiles para explicar las propiedades que se nos presentan, pero solo eso. El tiempo no existe y el espacio es codependiente del tiempo, por lo que si uno no existe el otro tampoco.
Al final, detrás de todo solo hay información en forma de condiciones inamovibles, invisibles pero inquebrantables y los habitantes del Samsara vagan a través de ellas, creándolas y sufriéndolas en un continuo ir entrópicamente hacia el máximo desorden: el más bajo de todos los infiernos.
Cuatro niveles que te obturan la vista hacia el desastre. Feliz o infeliz en una sucesión de cápsulas temporales reciclables, irremediablemente vas al fondo.
¿Qué importa que la película de tu cápsula sea interesante, divertida, intrigante o conmovedora?
La ignorancia hace algo peor que matar: hacerte volver a vivir para volver a matarte. No puedes escapar de la Muerte, eres esclavo del Māra.
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