Copyright © 2023 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados
Si hay algo verdaderamente inimaginable es la libertad, ser libre. Habiendo nacido una y otra vez en el presidio de la condicionalidad, sin haber conocido otra cosa, el concepto de libertad que empleas es tan abstracto como ridículo.
Si preguntas, probablemente te dirán:
—Libertad es hacer lo que quieras.
«Hacer lo que quieras» cuando lo que haces, lo haces según reglas que tú no has hecho y cuando la propia voluntad está condicionada, es tan grotesco como elegir el plato único de la carta de un restaurante de plato único. Ridículamente libre de elegir el plato único.
«Querer»… pero para querer hay que pensar y pensar también está condicionado.
Lo que llaman creatividad no es más que una clase de nexología, el arte de combinar ideas preexistentes, como poner un clavo en una tabla. Ni el clavo lo concibes tú, ni la tabla tampoco, ni clavar tampoco es algo que tú inventas de la nada. Es muy evidente que el razonamiento lógico, al ser una concatenación de ideas, está condicionado. No solo por las ideas, sino por la lógica de concatenación. La intuición emplea reconocimiento de patrones, patrones que tampoco los has hecho tú y tampoco controlas el procedimiento de reconocimiento.
Solo coleccionas cosas que encuentras por ahí y las arrejuntas de formas predefinidas. Incluso las equivocaciones están condicionadas.
Es tuyo aquello que controlas. Si no controlas el pensamiento no controlas la voluntad, sin control sobre la voluntad no tienes control sobre tu vida. Sin embargo, pagas por todo lo que haces mediante unas reglas que tampoco has puesto.
No es justo. La justicia no tiene sentido.
Imaginar la libertad es imaginar la voluntad e imaginar la voluntad es imaginar el control sobre el pensamiento. Que seas tú quien manufacture el pensamiento sin reglas, crearlo desde la nada. Imagínate creando una idea en tu intelecto y que puedas contemplarla sin usar ningún procedimiento predeterminado.
Eso está fuera incluso del alcance de los dioses.
O sea, que la gnosis tampoco escapa.
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