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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Las Reglas del Juego (I). Las Tres Características

Existen reglas en el juego del Samsara, reglas que no pueden ser violadas. Conocer estas reglas es fundamental para saber moverse dentro de un juego al que nadie te ha invitado a participar y, sin embargo, participas. Si sabes en qué consiste este juego de la existencia, podrás conocer cómo escapar de él. Estas son las reglas universales que condicionan todo el juego. Si no las conoces nunca podrás ganar, y seguirás jugando por siempre. Jugando y perdiendo. Porque en este juego siempre se pierde. El Buddha las expuso en tres discursos. Vamos a revisarlas de forma sistemática, analizándolas:

  1. “Esto es imposible e inconcebible, monjes, que la persona consumada en la visión considerase fenómeno condicional alguno como permanente; no existe semejante posibilidad”.

Todos los fenómenos están condicionados, ésa es la ley del Samsara. Los fenómenos existen debido a la condicionalidad. A su vez, la condicionalidad es consecuencia de información, de forma que sin información no puede haber condiciones. Y, a su vez, no puede existir información sin ignorancia. Por tanto, la ignorancia mueve a la información que, a su vez, mueve a la condicionalidad. Y la condicionalidad crea los fenómenos, que es el material con el que está confeccionado el Samsara. Todos los fenómenos, al estar condicionados, lo están en su origen y en su cese. Al estar condicionados en su cese implica necesariamente que no puedan ser permanentes. Si un fenómeno fuera permanente es porque estaría fuera de las condiciones, lo que implica que estaría fuera de la información, lo que implica que estaría fuera de la ignorancia, lo que implica que estaríamos hablando de lo incondicionado, Nibbāna, no Samsara.

  1. “Pero esto es posible, monjes, que una persona mundana considerase algún fenómeno condicional como permanente; he aquí, existe semejante posibilidad.”

Las personas corrientes asocian las etiquetas a la realidad, así, aunque la realidad sea constantemente mutada, la etiqueta permanece invariable. Pero las etiquetas no son la realidad.

  1. “Esto es imposible e inconcebible, monjes, que la persona consumada en la visión considerase fenómeno condicional alguno como placentero; no existe semejante posibilidad.

Es obvio que, al ser un fenómeno condicionado, su cese está determinado por la condicionalidad. De esta forma, considerar algo placentero aquello que es caduco, mutable, impermanente no es propio de una persona consumada en la visión.

  1. Pero esto es posible, monjes, que una persona mundana considerase algún fenómeno condicional como placentero; he aquí, existe semejante posibilidad.

Una persona mundana, que en su ignorancia confunde etiquetas más o menos estables con la realidad impermanente, le pueden parecer placenteras las etiquetas que habitan en su mente, lo que es muestra de su completa alienación.

  1. “Esto es imposible e inconcebible, monjes, que la persona consumada en la visión considerase fenómeno condicional alguno como el ser; no existe semejante posibilidad.

El razonamiento es similar al de la impermanencia, pero esta vez, considerando el origen. Los fenómenos condicionados lo están en el origen también. Considerar que existe un fenómeno que no depende se sí mismo para su surgimiento lo haría no condicionado, sería Nibbāna, que no depende de nada ni siquiera de sí mismo, por lo que no es “ser”, no es un “yo”. Si pensamos que un fenómeno puede ser condición de sí mismo, viola las reglas de la condicionalidad ya que nada puede ser simultáneamente causa y efecto de sí mismo.

  1. Pero esto es posible, monjes, que una persona mundana considerase algún fenómeno condicional como el ser; he aquí, existe semejante posibilidad.

La gente corriente, como confunde las etiquetas con la realidad, ven que, al nombrar un fenómeno con una etiqueta, al darle nombre, la etiqueta se crea de la nada. Surge de la nada, surge por sí misma. Pero, como vemos, las etiquetas no son la realidad y confundirlas es señal y síntoma inequívoco de alienación. Estas seis reglas se resumen en una: la existencia de la ignorancia. La ignorancia como motor del Samsara, la ignorancia como motor de la información, la información como motor de la condicionalidad, la condicionalidad como motor de los fenómenos condicionados. Y como consecuencia, los fenómenos condicionados son impermanentes son insatisfactorios, y todos condicionados o no, no son un “ser”, no son un “yo”, no son en sí mismos. Es un síntoma de alienación, de locura, considerar lo contrario. Colección de discursos agrupados numéricamente 268–277. Primer sub-capítulo “Esto es imposible e inconcebible, monjes, que la persona consumada en la visión considerase fenómeno condicional alguno como permanente; no existe semejante posibilidad. Pero esto es posible, monjes, que una persona mundana considerase algún fenómeno condicional como permanente; he aquí, existe semejante posibilidad. “Esto es imposible e inconcebible, monjes, que la persona consumada en la visión considerase fenómeno condicional alguno como placentero; no existe semejante posibilidad. Pero esto es posible, monjes, que una persona mundana considerase algún fenómeno condicional como placentero; he aquí, existe semejante posibilidad. “Esto es imposible e inconcebible, monjes, que la persona consumada en la visión considerase fenómeno condicional alguno como el ser; no existe semejante posibilidad. Pero esto es posible, monjes, que una persona mundana considerase algún fenómeno condicional como el ser; he aquí, existe semejante posibilidad.

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