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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Las Fronteras

No me resisto a comparar las fronteras de los países con las vallas en el campo para guardar el ganado.

Sí, el ganado.

¿En que se diferencia los “ciudadanos” del “ganado”?

Conceptualmente en casi nada. La vida y la propiedad de los individuos son lo que el Estado administra y de los que vive. Igual que el ganadero.

El ganado tiene la misma libertad frente a su ganadero que el ciudadano frente a su Estado. El Estado prohíbe que sus ciudadanos se suiciden excepto, claro y ya veremos, si están moribundos y puede quedarse con las sucesiones. Tampoco permite que vaya alguno matando el ganado. Y si es uno de fuera, le monta un conflicto.

Además, aprovechan estos incidentes para tenerlos más controlados, más amarrados. Dicen que por su seguridad.

Si no son capaces de comer por sí mismos, lo valoran, hacen un “esfuerzo” y se les alimenta con la comida del resto del ganado. Sea con pensiones, subsidios o con pienso y maíz. Pero no se hace por altruismo. Son su fuente de riqueza y si no producen ahora, lo harán en algún momento. Los cría, los engorda, los cuida, los mantiene seguros y guarda sus fronteras. Pueden salir del cercado, pero con vuelta, y no hay nada mejor que guardar en el interior de la valla sus propiedades.

Y no van a dejar que entre ganado de fuera si está raquítico, pobre y desvalido. Si entra ganado de fuera es para entrar en producción inmediatamente y si viene bien gordo jamás pone problemas.

Antes había campo libre donde escapar. Ahora está lleno de cercas. No hay espacio donde huir, el planeta está ocupado.

Y todo esto ¿para qué?

Realmente para nada bueno. De hecho, veremos que no hay nada que justifique la existencia de estos parásitos.

Nada.

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