Si unimos dos verdades el resultado sale concluyente. Por un lado, un compuesto de partes por agrupación de una naturaleza dada no la cambia. Dicho de otra forma, un compuesto hereda las propiedades de las clases que la constituyen. Por ejemplo, una casa de ladrillos tendrá las propiedades que tengan los ladrillos. Por otro, el entrelazamiento cuántico nos dice que las “partículas” básicas de las que se conforma el universo, no son ni siquiera partículas, hasta que no se las hace una medición “fuerte”. O sea, son infinitas posibilidades hasta que son observadas. O sea, no son hasta que son observadas. O sea, si no son observadas, no son. Sin observador los constituyentes de la realidad no se coagulan. Una realidad objetiva es aquella que puede ser observada por más de un observador. Pero si el hecho de observar es condición necesaria para que la realidad exista para ese observador, entonces hay tantas realidades como observadores hay observando. ¿Se puede hablar de “realidad objetiva” en estos términos? No. Definitivamente. Puede darse perfectamente el caso de que dos observadores observen lo mismo, no porque lo que observen sea lo mismo, sino porque coincida la coagulación de la realidad en cada uno. Y eso va a depender de la forma de observación de cada uno. Por ejemplo, dos humanos comparten el mismo sistema operativo y tenderán a observar de manera similar. Así pues, la realidad subjetiva parecería objetiva porque su subjetividad coincide. Dos perros, lo mismo. Pero entre un humano y un perro… sus percepciones son muy diferentes, por lo que sus observaciones serán distintas lo que implica que sus realidades también lo son. Por fin, uniendo el entrelazamiento con la herencia, el mundo macroscópico hereda las propiedades del microscópico. O sea, esto es perfectamente aplicable a la realidad que observamos. Que no observamos, sino que creamos al observarla. No hay pues nada que sea “realidad objetiva”. La realidad se precipita en la conciencia. El Samsara corre en la conciencia. Hasta ahora ha resultado muy cómodo usar la física newtoniana en neurociencias. Excesivamente cómodo, tan cómodo que aunque con ella no logra explicar nada, el uso de la física cuántica marea tanto, que muchos prefieren ni pensarlo. A veces, pensar duele. A los tontos.
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