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La postura para meditar es sentado con las piernas cruzadas:
Se sienta con las piernas cruzadas y el cuerpo erguido y trae el recuerdo de las instrucciones ante él.
No es una postura caprichosa por mucho folklorismo oriental que nos evoque.
Lo que se pretende con la postura es mantener el cuerpo estable mientras éste esté funcionalmente muerto. Este punto descarta posiciones como estar sentado en una silla, o estar de pie o andando. Es complicado colocar un cadáver fresco en esas tres posiciones sin que se nos caiga. Además, se debe permitir hacer los ejercicios con fluidez, por lo que la postura de acostado no sirve.
Para quedar sentado de forma estable la base la constituirán las piernas cruzadas y el cuerpo erguido con la columna vertebral manteniendo su curva natural. Llegado el momento, la cabeza caerá ligeramente hacia atrás y a la derecha quedando livianamente encajada apoyada en los músculos del hombro derecho.
La postura más cómoda de cruzar las piernas es pegando la palma del pie derecho al muslo izquierdo, y la pierna izquierda doblada muy próxima a la derecha pero sin tocarla. Para mantener la curva natural se recomienda sentarse sobre una superficie inclinada unos 30º, bien sobre una piedra lisa o haciendo un agujero en la arena, sentándose apoyado en el borde.
La posición de las manos es cada una en su pierna mirando hacia arriba y los dedos y la lengua, cuyos tactos son especialmente sensibles, no deben tocar nada para evitar distracciones en la concentración.
Es importante sentarse en un lugar donde el meditador se sienta seguro, no sea molestado y, en ocasiones, es psicológicamente interesante tener un árbol o un muro detrás.
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