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Cuando uno quiere aproximarse a las enseñanzas del Buddha se encuentra con que no le quedan muchas alternativas debido a que el tiempo no ha sido especialmente compasivo con ellas. Aunque las diferentes sectas buddhistas fueron reuniendo sus respectivas versiones por toda la India, tales como el Canon Theravāda, el Canon Mahāsāmghika, el Canon Sarvāstivāda, etc. escritos en distintos idiomas, resultó que, excepto el Canon Theravāda, todos se perdieron y solo quedan como remanentes conservados en los Agamas chinos. Y al ser el Pāli el idioma en el que se ha conservado y transmitido el Canon más completo, el de la secta Theravada, hay que pasar necesariamente por él. Pero no solo por el Pāli sino por todas las tonterías propias de esa secta fundamentalista.
Lo primero que hay que dejar bien claro es que el Buddha jamás tuvo la intención de que lo que él enseñaba le trascendiera. Nunca dejó instrucciones para que se recopilaran las enseñanzas y mucho menos de cómo debería hacerse. No dejó a nadie para que le sucediera por lo que con él acababa la enseñanza, lo que es coherente con su doctrina debido a que solo un Buddha completamente iluminado puede enseñar.
Pero no solo esto. De haber querido que su mensaje trascendiera en el tiempo, hubiera escogido una lengua culta, estandarizada y generalizada para impartir la enseñanza, tal como el Sánscrito usado tanto por los brahmanes como posteriormente por la secta Mahayana. En lugar de esto, animó a usar los dialectos locales para hacer una docencia efectiva y directa, que era el objetivo.
La idea de reunir todas las enseñanzas fue una decisión política posterior a su parinibbāna tomada por su viejo enemigo el rey Ajatasattu de Magadha con la complicidad de la mitad del Sangha, liderado por Kassapa y condenado por la otra mitad con Purana a la cabeza.
No es difícil imaginar que la primera recopilación se elaboró usando un popurrí de lenguas y dialectos prácritos hablados a lo largo de la India en esa época prehistórica. Tuvieron que pasar unos ciento cincuenta años para que la escritura hiciera su reaparición en el subcontinente, perdida desde la caída de la civilización Harappa siglos atrás.
El pāli como tal no lo vamos a encontrar en ninguna parte hasta mucho más tarde y fuera de India. La primera evidencia dura de escritura la constituyen los edictos de Ashoka tallados en piedra usando el guión brāhmi. Ahora bien, si comparamos el Pāli con los prácritos de Ashoka, resulta un idioma llamativo ya que contiene características lingüísticas tanto orientales como occidentales. Pero la mayoría son occidentales y no orientales como podríamos esperar si el Pāli fuera el pácrita magadhí.
Y no, el Buddha no hablaba en Pāli, como fantasean los theravadines.
Esto ha llevado a la mayoría a concluir que el Pāli, tal como lo tenemos hoy, es el resultado de un largo y complicado desarrollo, y no de un solo idioma, sino que es un compuesto, una mezcla de formas dialécticas peculiares con muchas más terminaciones alternativas de las que cabría esperar de un solo idioma hablado.
Así que lo primero que debemos dejar sentado es que el Pāli no es un habla.
Por habla se entiende al sistema lingüístico de una colectividad de comunicación verbal o gestual con rasgos propios dentro de su comunidad, es decir es el conjunto de formas expresivas que dispone una agrupación de habitantes mediante la cual se comunican entre sí. No hay evidencia de una región alguna llamada Pāli ni de ninguna población llamada así que la hablen.
El mismo vocablo «Pāli» es bastante controvertido ya que ni siquiera existe una ortografía estándar única para el propio término, encontrándose como «Pali», «Pāli», «Paḷi» e incluso «Pāḷi». Además, en parte alguna de los textos se usa dicha palabra para referirse a un idioma.
El debut histórico del término ocurre en los comentarios de Buddhaghosa escritos después del siglo IV fuera de India, donde aparece como: «pāḷi-bhāsā» para referirse a textos que se presume que eran “las palabras del Buddha” en contraposición a los comentarios, las explicaciones o “charlas sobre el significado” «aṭṭhakatha» de monjes escolásticos posteriores.
Por tanto, el Pāli aparece por primera vez en los escritos de Buddhaghosa, y cuando empezó a usarse, nombraba a los textos del Tipiṭāka; siendo en sí mismo una abreviatura del término pāḷi-bhāsā. Y esto llevó a que el idioma mismo se acabara llamando erróneamente Pāli.
Pāli en sánscrito significa “una línea, fila o serie” y, por extensión, “renglón de texto” Mientras que, «bhāsā» significa lenguaje, dialecto o idioma. Por lo tanto, una traducción literal sería el idioma (bhāsā) de los renglones de texto (pāli). Y con el tiempo esto se ha extendido para representar “la serie de libros” que forman el cuerpo de las Escrituras buddhistas.
Los manuscritos buddhistas más antiguos descubiertos hasta ahora están escritos en corteza de abedul y se encontraron en Gandhāra, que datan de la primera mitad del siglo I eC. Están escritos en el prácrito Gandhari y no en Pāli.
La mayor parte de la evidencia física para el Canon Pali es asombrosamente reciente, mucho más que la evidencia física para, por ejemplo, los textos bíblicos. Casi ningún manuscrito en Pāli tiene más de 500 años, y la gran mayoría tiene menos de 300 años. Esto se debe a que el Pāli tradicionalmente se ha escrito en hoja de palma, incluso hasta el día de hoy. Las palmas se parten, se clasifican, se secan y se alisan, para luego grabarlas con un puntero de madera o metal. Finalmente se aplica un lavado de carbón para dar una inscripción clara.
Pero este material orgánico no dura mucho en el clima monzónico húmedo del sur de Asia, a lo más, un par de siglos. De hecho, el manuscrito pāli más antiguo escrito en hojas de palma consta de 4 fragmentos del Vinaya que se encontraron en Nepal y se cree que datan de los siglos VIII o IX de nuestra era.
La evidencia arqueológica más temprana de la existencia del Pāli no se encuentra en hojas de palma y ni siquiera se encuentra en India, sino que proviene de Sri Ksetra, una de las ciudades-estado Pyu, de Birmania, datados a finales del siglo IV o principios del V.
Curiosamente, estos están escritos usando el guión brāhmi, lo que parece indicar que los textos pāli del sudeste asiático vinieron originalmente de la India continental y no de Sri Lanka, como sostienen los theravadines según unas crónicas cingalesas tan legendarias como inexactas.
Por otro lado, nunca en la historia se desarrolló una escritura única para el idioma del canon, ya que los escribas usaban las escrituras de sus idiomas nativos para transcribir los textos.
Se ha especulado que originalmente, el alto grado de inteligibilidad mutua entre los dialectos del norte de India en la época del Buddha hacía innecesaria cualquier traducción. Pero, debido a que los dialectos fueron divergiendo más adelante, el Pāli se desarrolló como un compromiso entre estos diversos dialectos hablados en este vasto territorio, lo que explicaría los vestigios que tiene de tantos dialectos diferentes.
Por tanto, el Pāli nunca fue un habla, sino un idioma artificial compuesto, incluso diríamos que improvisado, usado exclusivamente para los textos buddhistas, y así nos ha llegado hoy.
Este origen genera una serie de problemas para la traducción muy importantes. Principalmente tres, el primero es que al carecer de raíces etimológicas no se puede investigar el origen de las palabras, ellas son así porque sí, sin evolución alguna. El segundo problema que encontramos son esos vestigios diversos que restan coherencia al idioma. El tercer problema, y más importante, es que sus reglas gramaticales quedaron fijadas en gramáticas theravadines muy posteriores, desde el siglo XII al XIV, asi como su semántica, que quedó supeditada a las creencias de la secta theravadin.
En resumen, es un error de base tratar al Pāli como la lengua en la que habló el Buddha y que se ha transmitido milagrosamente intacta hasta hoy día. Todo en el Pāli es sospechoso de contaminación, por lo tanto es imprescindible para emprender una traducción seria contar con sus paralelos en sanscrito y en chino antiguo. Ambos son lenguajes que son hablados incluso hoy día, que tienen etimología y gramáticas naturales, de lo que carece esa cosa que llamamos «Pāli». De otra forma, no es la palabra del Buddha sino la de una caterva de oscuros monjes medievales que compusieron la secta Theravada.
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