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Foto del escritorTomás Morales y Durán

La Montaña de Basura

En ciencias de la información, la Sabiduría constituye el vértice de la pirámide constituida, de menor a mayor complejidad, por el dato, la información, el conocimiento y la sabiduría. En la Sabiduría se destaca el juicio sano basado en conocimiento y entendimiento; la aptitud de valerse del conocimiento con éxito, y el entendimiento para resolver problemas, evitar o impedir peligros, alcanzar ciertas metas, o aconsejar a otros. Es lo opuesto a la tontedad, la estupidez y la necedad, y a menudo se contrasta con estas. Tomás de Aquino define la sabiduría como «el conocimiento cierto de las causas más profundas de todo» (In Metaphysica, I, 2). Por eso, para él, la sabiduría tiene como función propia ordenar y juzgar todos los conocimientos. La idea generalizada es que la sabiduría es la culminación del conocimiento y de la habilidad de usarlo, pero visto de abajo a arriba. Ahí está el error. Cualquiera que haya estudiado matemáticas en serio, sabe que los problemas solo se pueden solucionar viendo la solución, a través de la tranquilidad mental y la intuición. Y posteriormente, conceptualizando el camino del conocimiento que lleva a ella. Para una persona corriente conocimiento más intuición, basado en un alto nivel de inteligencia, más la habilidad de usarlo correctamente, es lo más parecido a la Sabiduría. Pero todo esto no escapa de la limitación del lenguaje, de la memética, de la cultura. Y aquí nos vamos al segundo Wittgenstein que reclamaba alguna forma de misticismo para saltar de esta prisión de los conceptos, pero que nunca supo encontrar, aunque sí apuntar. Asi que, ahora, decir que la geometría es ignorancia, reivindicando al más trasgresor de los filósofos griegos, Diógenes de Sinope, no suena nada descabellado. La Sabiduría no es la “Montaña de Basura” de Fraggle Rock. No es acumulación de basura. No es la cima de la mierda, una mierda de cima. La Sabiduría es una fuente de aguas cristalinas de la que se genera todo conocimiento real, verdadero, coherente y práctico. Y desde ahí, en cascadas, desborda a la intuición, y al conocimiento y los limpias de ignorancia. El segundo Wittgenstein tenía razón cuando postulaba la necesidad de algún tipo de “misticismo”. Este “misticismo” son las jhānas inmateriales y el mecanismo mediante el cual operan es éste: La conciencia recibe información de Namā y de Rūpa constantemente. Siempre está pensando en palabras y sintiendo sensaciones. Estando entretenida con este trabajo, no llega a más. Por tanto, es imprescindible desconectar Namā (los conceptos, el lenguaje) y rūpa (las sensaciones y percepciones). Las jhānas inmateriales son cuatro, de las cuales las tres primeras, se encargan de desconectar totalmente Namā y la cuarta se encarga de apagar la conexión a rūpa. La primera, la esfera del espacio infinito lo que hace es expandir Namā hasta el infinito. La segunda, hace que la conciencia abarque este Namā infinito. La tercera, en la base de la nada, la conciencia reabsorbe Namā hasta llevarlo a la nada. En este punto, los conceptos, los memes, ya no operan en la conciencia. La conciencia en este punto, por fin, está libre de memes. Por supuesto aquí no puedes pensar. Ahora, para llegar hasta Pañña, es necesario desconectarse de los sensores del cuerpo, de las sensaciones y percepciones. Para ello está la base de la ni percepción ni no percepción. Llegados a este punto, la práctica nos puede llevar, si le place, al estado de cesación o bien, emprender el camino de vuelta. Se asciende a la base de la nada. Aún están los conceptos desconectados. Se asciende a la base de la conciencia infinita. En este punto, aparece el fruto de la sabiduría en forma de comprensión profunda y es en el siguiente ascenso, en la esfera del espacio infinito, donde vemos con todo su esplendor ya conceptualizada esa comprensión. Todo este proceso no lleva más de seis o siete minutos. La gran maravilla de pañña, y es lo que nos diferenciará de los robots, es que pañña NO NECESITA PREGUNTA. La intuición y el conocimiento la ocupan necesariamente. Y todos sabemos que lo difícil es la pregunta, porque contestarla es mucho más fácil. Si no sabemos que ha habido un asesinato, es imposible que podamos resolverlo. Si lo sabemos, será cuestión de tiempo y recursos que hallemos alguna clase de resolución más o menos aceptable. De cada vez, de cada meditación, surge la comprensión profunda de la realidad. No solo de la realidad con mayúsculas, sino de toda la realidad. Y sirve para todo. Para todo es para todo. Después le toca el turno a la intuición para colocarlo y el conocimiento para escribirlo. No sé a qué esperas, ¿A que se te coman los robots, cuales gusanos de la mosca de la carne?

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