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Foto del escritorTomás Morales y Durán

La Irreligiosidad del Buddha

Irreligioso: agnóstico, ateo, descreído, impío, incrédulo, hereje, pagano Antónimos: devoto, creyente Si tomamos la definición de “irreligioso”, le es aplicable al Buddha sin ningún género de dudas. No es necesario remontarse mucho, sino solamente al famoso Discurso en Kesamutta (mal llamado Kālāmā sutta), el Buddha condena todo aquello Colección de discursos agrupados numéricamente 3.65. Discurso en Kesamutta “¿Qué pensáis de esto Kālāmās? ¿La ignorancia, surgiendo dentro de un hombre, surge para su beneficio o para su perjuicio?” “Para su perjuicio, Venerable Señor.” “Kālāmās, el individuo confundido, poseído por la ignorancia, con mente subyugada por la ignorancia, destruye la vida, toma lo no dado, va con la esposa de otro, dice falsedades, y también instiga a otro a hacer esto. ¿Es esto para su sufrimiento y perjuicio por largo tiempo?” “Sí, Venerable Señor.” “¿Qué pensáis de esto Kālāmās? ¿Son estas cosas sanas o insanas?” “Insanas, Venerable Señor.” “¿Reprochables o irreprochables?” “Reprochables, Venerable Señor.” “¿Censuradas por los sabios o elogiadas por los sabios?” “Censuradas por los sabios, Venerable Señor.” “¿Aceptadas y practicadas, conducen al sufrimiento y perjuicio o no? ¿O cómo es aquí?” “Venerable Señor, [estas cosas] aceptadas y practicadas conducen al sufrimiento y perjuicio. Así pensamos nosotros aquí.” “Kālāmās, fue por esto que dijimos: ‘Venid vosotros Kālāmās. No aceptéis por tradición oral, no por linaje de la enseñanza, no por rumores, no por colección de escrituras, no a causa de la lógica, no a causa de la inferencia, no por consideración de causas, no por aceptación reflexiva de una idea, no por la competencia [del maestro], no porque el asceta es nuestro maestro. Pero, Kālāmās, cuando vosotros comprendáis en vosotros mismos: ‘Estas cosas son insanas, estas cosas son reprochables, estas cosas son censuradas por los sabios, estas cosas, cuando aceptadas y practicadas, conducen al sufrimiento y perjuicio, entonces, Kālāmās, vosotros deberíais abandonarlas’. Por esta razón esto fue dicho.” “Venid vosotros Kālāmās. No aceptéis por tradición oral, no por linaje de la enseñanza, no por rumores, no por colección de escrituras, no a causa de la lógica, no a causa de la inferencia, no por consideración de causas, no por aceptación reflexiva de una idea, no por la competencia [del maestro], no porque el asceta es nuestro maestro. Pero, Kālāmās, cuando vosotros comprendáis en vosotros mismos: ‘Estas cosas son sanas, estas cosas son irreprochables, estas cosas son elogiadas por los sabios, estas cosas, cuando aceptadas y practicadas, conducen a la felicidad y beneficio, entonces, Kālāmās, vosotros, habiendo comprendido, deberíais morar [en ellas]. Ser devoto o creyente son solo dos formas de ser ignorante. El ignorante no experimenta, solo cree. El ignorante no piensa, solo cree. El ignorante ama confiar en las cosas por lo externo, por la apariencia, por la pinta. El ignorante gusta de creer aquello que todos rumorean, lo que le enseñan, lo que lee, lo que se le ocurre, lo que le parece lógico, lo que se parece a su ideología, o por lo bueno que es su maestro. No esperes de un ignorante que comprenda por sí mismo después de haber experimentado. Estas cosas, todas y cada una de ellas, son propias de los devotos y los creyentes, antónimos de irreligioso. A su vez, el Buddha era un ateo sin miramientos. No existe algo así como un Dios creador, porque todo en el Samsara, todo, está condicionado. Y si se introduce la idea de un Dios creador es justo para resolver el concepto de “creación” y así entender el mundo acabadito. Y, claro, si Dios está condicionado… ¿por otro Dios condicionado? ¿y éste por otro? Así ad infinitum. Como es habitual para un tonto es más fácil recurrir a la magia que a la física. Como siempre, lo más estúpido es lo más seguido. Debe ser porque los tontos son legión. Es divertido ver a presuntos “maestros” buddhistas ávidos de recoger el dinero que les cae a borbotones de los bolsillos a los teístas diciéndoles que el Buddha nunca negó la existencia de Dios, que lo suyo era solo la cuestión del sufrimiento. Un Buddha Paracetamol. Además, el Buddha era un impío, porque no solo no participaba de los festivales brahmánicos en los que se sacrificaban miles de animales con el propósito de contentar a los dioses del panteón hindú, sino que lo condenaba sin miramientos: Colección de discursos agrupados temáticamente SN 3.9. Yanna Sutta. En Savatthi. En esa ocasión había sido preparado un gran sacrificio por el rey Pasenadi de Kosala. Quinientos bueyes, quinientos toros, quinientas novillas, quinientas cabras y quinientos carneros habían sido llevados al pilar del sacrificio. Y sus esclavos, sirvientes y obreros, impulsados por el castigo y el miedo, estaban ocupados en hacer los preparativos, lamentándose con rostros llenos de lágrimas. Entonces, por la mañana temprano, un grupo de monjes se vistió y, tomando sus cuencos y hábitos exteriores, entró a Savatthi por la comida de las limosnas. Cuando hubieron caminado por Savatthi en búsqueda de la comida de las limosnas y retornaron de esa su habitual ronda, después de comer se acercaron al Bienaventurado, le rindieron homenaje, se sentaron a un lado y le dijeron: “He aquí, Venerable Señor, ha sido preparado un gran sacrificio por el rey Pasenadi de Kosala. Quinientos bueyes, quinientos toros, quinientas novillas, quinientas cabras y quinientos carneros han sido llevados al pilar del sacrificio. Y sus esclavos, sirvientes y obreros, impulsados por el castigo y el miedo, estaban ocupados en hacer los preparativos, lamentándose con rostros llenos de lágrimas”. Entonces el Bienaventurado, habiendo comprendido el significado de esto, en aquella ocasión recitó estos versos: “Sacrificio de los caballos, el sacrificio humano, Sammapasa, vajapeyya, niraggala: Estos grandes sacrificios, ejecutados con violencia, “Los grandes visionarios de recta conducta No atienden estos sacrificios, En los cuales las cabras, las ovejas y el ganado De diferentes clases, se asesinan. La verdadera cultura de India se describe en el Bhagavad-gita, que afirma que según las diferentes cualidades o modalidades de la naturaleza hay diferentes tipos de hombres, que generalmente se clasifican en cuatro órdenes sociales y cuatro órdenes espirituales. Este sistema de división social y espiritual se conoce como varnashrama-dharma. Los cuatro varnas, u órdenes sociales, son: brahmana, kshatriya, vaishya y shudra. Los cuatro ashramas, u órdenes espirituales, son: brahmacarya, grihastha, vanaprastha y sannyasa. El sistema varnashrama se describe en las Escrituras védicas conocidas como Puranas. La meta de esta institución de la cultura védica consiste en educar a cada hombre para que avance en la adquisición de conocimiento de Krishna, o Dios. En eso consiste todo el programa védico. Aunque la tradición le asignó en nombre gotra “Gotama” perteneciente a una prestigiosa familia brahmán, el Buddha no era un brahmán, por lo que no podía ser un sacerdote de la religión brahmánica. El sacerdocio era propio de la casta más alta, la surgida de la boca de Brahma, y era la mejor forma de vida. Por tanto, restringido a un grupo muy poco numeroso. El Buddha no distingue entre órdenes sociales, por lo que cualquiera puede ser bhikkhu, y en el orden espiritual, cualquiera podía ser un arahant completamente iluminado. Una de las razones más torticeras para la conversión de la enseñanza del Buddha en una religión al uso por parte de los oportunistas que formaron las primeras escuelas era poder vivir como un brahmán sin serlo. De esta forma, el éxito del buddhismo como religión se basa en la masa de oportunistas que se unieron al nuevo credo, que aparecieron aprovechando la muerte del Buddha. Como el emperador Asoka patrocinó el budismo, hace dos mil seiscientos años la religión budista se extendió prácticamente por toda la India. Según la literatura védica, Buda era una encarnación de Krishna que tenía un poder especial y que apareció con un propósito especial. Su sistema de creencias, o fe, se aceptó en todos lados, pero Buda rechazó la autoridad de los Vedas. Mientras el budismo se difundía, la cultura védica se detuvo tanto en India como en otros lugares. La unión al poder político del buddhismo fue lo que le hizo surgir y lo que acabó con él en India. Durante el período Gupta y Pallava (c. 320-650 CE), se centralizó el poder, junto con un crecimiento del comercio de larga distancia, la estandarización de los procedimientos legales, y la generalización de la alfabetización. El budismo Mahāyana floreció, pero la cultura ortodoxa Brahmana comenzó a ser rejuvenecida por el patrocinio de la dinastía Gupta, que eran Vaisnavas. La posición de los brahmanes se reforzó, los primeros templos hindúes dedicados a los dioses de las deidades hindúes surgieron durante la última era Gupta.  Durante el reino Gupta fueron escritos los primeros Puranas, que se utilizan para difundir la «corriente principal ideología religiosa entre los grupos pre-alfabetizados y tribales sometidos a la aculturación.» Los Guptas frecuentaron la emergente religión puránica en busca de la legitimidad de su dinastía. Los períodos Gupta y Harsha forman en realidad, desde el punto de vista estrictamente intelectual, la época más brillante en el desarrollo de la filosofía de la India», y filosofías como las budistas e hinduistas florecieron juntas. Después del final del Imperio Gupta y el colapso del imperio Harsha, el poder se descentralizó en la India. Varios reinos más grandes emergieron, con «un sinnúmero de estados vasallos». Los reinos fueron gobernados a través de un sistema feudal. Reinos más pequeños dependían de la protección de los reinos más grandes. «El gran rey era remota, fue exaltado y deificado», como se refleja en el Tantra Mandala, que también podría representar el rey como el centro del mandala. La desintegración del poder central también conduce a la regionalización de la religiosidad, y la rivalidad religiosa. Los cultos e idiomas locales se mejoraron, y la influencia de «hinduismo ritual brahmánico» fue disminuyendo. Los movimientos rurales y devocionales surgieron, junto con Shaivismo, Vaisnavismo , Bhakti y Tantra, aunque «agrupaciones sectarias eran sólo al comienzo de su desarrollo». Los movimientos religiosos tuvieron que competir por el reconocimiento por parte de los señores locales. El budismo perdió su posición después del siglo octavo, y comenzó a desaparecer en la India. Esto se reflejó en el cambio de las ceremonias en las cortes del siglo VIII, donde los dioses hindúes reemplazaron al Buddha como el «deidad suprema imperial». Aunque el islam llegó a subcontinente indio a principios del siglo séptimo, con el advenimiento de los comerciantes árabes, comenzó impactando religiones de la India después de que el siglo X, y en particular después del siglo XII con el establecimiento y expansión de la dominación islámica. La conquista musulmana de la India es «probablemente la historia sangrienta de la historia». Durante este período, el budismo disminuyó rápidamente, mientras que el hinduismo se enfrentó dirigido por los militares y sultanatos patrocinadas por la violencia religiosa. No era una práctica generalizada de ataques, convulsiones y la esclavización de las familias de los hindúes, que habían sido vendidos a continuación, en las ciudades Sultanato o exportados a Asia Central. Algunos textos sugieren que un gran número de hindúes fueron convertidos a la fuerza al islam. A partir de siglo XIII, durante un período de unos 500 años, muy pocos textos, de los numerosos escritos por historiadores de la corte musulmana, menciona ninguna «conversión voluntaria de hindúes al islam», lo que sugiere su insignificancia y quizás rareza de este tipo de conversiones. Típicamente existieron hindúes esclavos convertidos al islam para ganar su libertad. Hubo excepciones ocasionales a la violencia religiosa contra el hinduismo. Akbar, por ejemplo, reconoce el hinduismo, prohibió la esclavización de las familias de los prisioneros de guerra hindúes, protegió los templos hindúes, y abolió los discriminatorios Jizya (impuestos individuales) contra los hindúes. Sin embargo, muchos gobernantes musulmanes de Sultanato de Delhi y el Imperio Mughal, antes y después de Akbar, desde el siglo XII hasta el siglo XVIII, destruyeron los templos hindúes y persiguieron a los no musulmanes.

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