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Foto del escritorTomás Morales y Durán

La Iluminación No Es Democrática

Hasta ahí atrás llegaba el Dhamma del Buddha. No da para más. Es un buddhismo acomodaticio diseñado para lograr una iluminación de segunda categoría. Cuando arrancas por el camino del Dhamma Incondicionado mediante el vehículo del Buddha Solitario y vas haciendo paralelos con las enseñanzas del Buddha ves que habla del fin del sufrimiento como meta última. En ese momento, y bien entrado en ruta eso parece algo inalcanzable… como un “largo me lo fiais, Sancho”. Y avanzas muy rápido… hasta que te pasas. Y sigues andando… pero llega un momento en el que nada hay en los suttas que te digan dónde estás. Y te pones a dar vueltas y más vueltas buscando un punto de reconexión… y nada. Lo que hay aquí no viene… ¿Qué está pasando? Entonces empiezas a ver el mapa, la editorial y los impresores y empiezas a cuestiónalo todo. ¿Qué mierda de mapa si solo llega hasta allí atrás? Y te regresas y repites, pero no hay nada documentado. Asi que te vas a buscar a otros usuarios de los mapas… y no hay. Y para encontrarlos te tienes que volver a la entrada del camino… Hay muchos dando vueltas sin encontrar la entrada, la entrada en la corriente. Y les preguntas, pero andan muy ocupados mirando el mismo plano sin entender ni media palabra, mientras lo escudriñan palabra a palabra. Qué puede ser más importante que un plano sagrado. ¿el mundo que describe? No, para nada. Asi que no les parece importante y ni caso te hacen. Les gritas que no, que el plano describe cosas reales pero que no sirve para tomar una ruta. Ni caso. Y si insistes te echan a pedradas… Y usas la ecuanimidad versión cocínate en tu propio jugo: “Ya que os gusta, que os sigan dando…” En un principio se te ocurren multitud de explicaciones en las que en Buddha no sale bien parado. Pero me dicen que no es culpa suya, que hay una realidad más profunda dentro de esto y que si el Buddha optó por limitar la iluminación al asunto del sufrimiento es porque tenía sus razones. Y me pongo a mirar, esta vez con ojos inquisitivos. ¿Es que acaso la iluminación no es democrática? ¿Es que eso de la “naturaleza del Buddha” es puro cuento? Según lo theravadines, un arahant en igual que un Buddha en términos de iluminación… pero, ahora que lo pienso… ¿qué saben estos tipos de iluminación?, si las jhānas que hacen ni jhānas ni son nada. Vamos a los suttas… Cuando el Buddha habla de sí mismo siempre lo hace en estos términos “el perfectamente iluminado”. Estas tres palabras se repiten cientos de veces en los suttas, pero siempre referidas a él mismo.  O sea, por exclusión los arahants que le acompañaban eran “los imperfectamente iluminados”. Me paro. Me imagino: “Escuela de la Imperfecta Iluminación” … sigo. En el manido pasaje de Ananda del Parinibbāna sutta, el Buddha le dice “si quieres alcanzar lo más alto”. O sea, existe un “más alto”, lo que implica necesariamente al menos un “menos alto”. Me imagino: “Escuela de la Iluminación Tenue” Pero aquí no acaban las referencias, qué va. El también manido sutta de la Arboleda de Siṃsapa, el Buddha restriega ante su audiencia su sabiduría y les ningunea con lo del sufrimiento… vaya, vaya. Y hay más. Si nos vamos al también manido Bodhirajasutta, el sutta de la Iluminación cuando acababa de iluminarse ahí se dio cuenta de un problema: lo que había alcanzado no servía para el común de la población, los que tienen “polvo en los ojos”. La expresión tomada a la ligera podía ser interpretada como un polvo removible, o sea, el Buddha en su “infinita” compasión y en su “infinita” omnisciencia le sería muy fácil limpiar ese polvo… por lo que ¿Qué problema habría si la gente tiene más o menos polvo? Pues ese polvo debe agarrarse bien, porque se decidió a ver a los que solo tenían poco polvo y, al final, les enseña poquito, más o menos hasta donde ellos llegan… ¿Qué pasa con ese “polvo”? Ese polvo no es removible, vienes con él de origen. Para los que tienen tanto polvo que ni ven, nada se puede hacer por ellos. Por los que tienen poco polvo, algo, no mucho, a lo más, acrecentar su imperfecto conocimiento… Pero para los que ven… ¿qué se les puede enseñar si todo lo que tienen que hacer es abrir los ojos? En resumen, la enseñanza del Buddha tiene como público objetivo aquellos que tienen poco polvo en los ojos y no pretende (ni podría) más que acrecentar su imperfecto conocimiento. Como ni ven, ni pueden ver, el Buddha les aconseja que se lo estudien y no inventen. Y más allá del sufrimiento, nada. Hasta ahí. Y, ya sabes, si quieres llegar a lo más alto sigue el consejo que le dio a Ananda. Eso sí, al café sin azúcar es tontería darle vueltas. Majjhima Nikaya 85 Bodhirajakumara Sutta ‘Venerable Señor, que el Bienaventurado enseñe el Dhamma, que el Tathagata enseñe el Dhamma. He aquí, hay seres con poco polvo en sus ojos, quienes, al no escuchar el Dhamma, están decayendo, pero si a ellos se les enseñara el Dhamma, acrecentarían su imperfecto conocimiento’. Discursos conectados sobre las verdades SN 31. La Arboleda de Siṃsapa En una ocasión el Bendito estaba viviendo en Kosambi en un bosque de siṃsapa. Entonces el Bendito tomó unas cuantas hojas de siṃsapa en su mano y se dirigió a los bhikkhus así: «¿Qué piensas, bhikkhus, que es más numeroso: estas pocas hojas siṃsapa que he tomado en mi mano o en el bosque de siṃsapa ¿gastos generales?» «Venerable señor, las hojas de siṃsapa que el Bendito ha tomado en su mano son pocas, pero las que hay en el bosque de siṃsapa son numerosas». «Así también, bhikkhus, las cosas que he conocido directamente pero que no han enseñado son numerosas, mientras que las cosas que les he enseñado son pocas. ¿Y por qué, bhikkhus, no he enseñado esas muchas cosas? Debido a que son desprovisto de importancia, irrelevante para los fundamentos de la vida santa, y no conducen a la repulsión, al desapasionamiento, al cese, a la paz, al conocimiento directo, a la iluminación, a Nibbana. Por lo tanto, no les he enseñado. «¿Y qué, bhikkhus, he enseñado? He enseñado: ‘Esto es sufrimiento’; He enseñado: «Este es el origen del sufrimiento»; He enseñado: ‘Esta es la cesación del sufrimiento’; He enseñado: «Este es el camino que conduce a la cesación del sufrimiento.» ¿Y por qué, bhikkhus, he enseñado esto? Porque esto es beneficioso, relevante para los fundamentos de la vida santa, y conduce a la repulsión, a la desapasion, a la cesación, a la paz, al conocimiento directo, a la iluminación, a Nibbana. Por eso he enseñado esto. «Por lo tanto, bhikkhus, debe hacerse un esfuerzo para entender: ‘Esto es sufrimiento’ … Se debe hacer un esfuerzo para entender: ‘Este es el camino que conduce a la cesación del sufrimiento'». Digha Nikaya 16 Parinibbāna Sutta “Ahora, monjes, voy a enseñaros los cuatro grandes criterios. Escuchad y prestad atención a mis palabras.” “Sí, Venerable Señor”, respondieron los monjes. Entonces, el Bienaventurado dijo: “Suponed, monjes, que algún monje dijera: ‘Cara a cara escuché esto, hermanos, del propio Bienaventurado, que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo, de aquel monje, no debe ser ni aprobada ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina [4] y si mediante esta comparación y examen crítico, encontrase algo que no estuviese de acuerdo con los Discursos y la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma estuviera de acuerdo con los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el primer criterio. “También, monjes, suponed que algún monje dijera: ‘En tal y tal lugar, vive una comunidad de monjes con distinguidos maestros y ancianos; de parte de esta comunidad, hermanos, escuché que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo, de aquel monje, no debe ser ni aprobada ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina y si mediante esta comparación y examen crítico encontrase algo que no estuviese de acuerdo a los Discursos y la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma estuviera de acuerdo a los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el segundo criterio. “Suponed, monjes, que algún monje dijera: ‘En tal y tal lugar, viven varios monjes plenamente realizados, quienes guardan el Dhamma, la Disciplina y los Códigos morales. Escuché de parte de estos monjes que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo, de aquel monje, no debe ser ni aprobada ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina y si mediante esta comparación y el examen crítico encontrase algo que no estuviese conforme a los Discursos y la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma fuera conforme a los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el tercer criterio. “Suponed, monjes, que algún monje dijera: ‘En tal y tal lugar, vive un monje solitario plenamente realizado, que guarda el Dhamma, la Disciplina y los Códigos morales; escuché de parte de este monje, que éste es el Dhamma y Disciplina y ésta es la enseñanza del Maestro’. En este caso, monjes, una declaración de este tipo de aquel monje, no debe ser ni aprobada, ni despreciada. Sin aprobarla ni despreciarla, la sentencia en cuestión, debe ser cuidadosamente estudiada palabra por palabra. Uno debería examinarla a la luz de los Discursos y la Disciplina y si mediante esta comparación y examen crítico encontrase algo que no estuviese conforme a los Discursos y a la Disciplina, la conclusión debería ser esta: ‘Ciertamente, no se trata de las palabras del Bienaventurado; éste tiene que ser un malentendido de aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis rechazar esta declaración. Sin embargo, si la misma fuera conforme a los Discursos y la Disciplina, uno debería concluir así: “Ciertamente, se trata de las palabras del Bienaventurado; esto habrá sido bien comprendido por aquel monje’. De esta manera, monjes, vosotros debéis aceptar esta declaración. Este es el cuarto criterio”. Digha Nikaya 16 Parinibbāna Sutta “Por lo tanto, Ananda, sé tú mismo una isla para ti, sé tu propio refugio y que no haya nadie más que sea tu refugio, con el Dhamma como tu único refugio. Y ¿cómo hace el monje para convertirse en una isla para sí mismo, para ser su propio refugio y no tener a nadie más que sea su refugio, con el Dhamma como su único refugio? “Es cuando el monje permanece contemplando el cuerpo en el cuerpo, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo. Es también cuando permanece contemplando las sensaciones en las sensaciones … la mente en la mente … las formaciones mentales en las formaciones mentales, diligentemente, claramente consciente, atento, habiendo dejado atrás el deseo y la pena concernientes al mundo. Es así como el monje se hace una isla para sí mismo, se hace su propio refugio y no tiene a nadie más que sea su refugio, con el Dhamma como su único refugio. “Aquellos monjes míos, Ananda, que ahora o después de mi partida permanezcan como sus propias islas, sean su propio refugio, sin que tengan a nadie más que sea su refugio, con el Dhamma como su único refugio, ellos alcanzarán lo más alto, si es que tienen deseo de aprender”.

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