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La vía menos exigente para lograr la iluminación y con ella el escape del Samsara es el arahantado, sin embargo, puede ser muy complicada. Aunque, por una parte, el pretendiente no tiene que lograr la budeidad por sí mismo, por contra va tener que depender de un Sammasambuddha para lograrlo. Esto significa coincidir temporal y espacialmente con él y, además, no solo reconocerlo sino tomarlo como maestro.
Considerando los largos periodos donde no hay un Sammasambuddha, se debe renacer como humano a lo que debemos añadir lo grande que es el mundo. Y no solo eso. Puedes convivir con un Sammasambuddha y no saberlo, si no estás buscándolo y usas tus ojos para reconocerlo.
Aunque esto es difícil, no debemos olvidar que en esta vía se toma el refugio tanto en ese Sammasambuddha, como en el Dhamma y en el Sangha de sus discípulos. Esto implica tener una fe inquebrantable en la iluminación del que será tu maestro. Además, la fe en el Dhamma que será similar a la un buda y añadimos la fe en el Sangha de los discípulos.
Equivocarse de maestro es un error trágico porque su comisión representa uno de los seis grandes males que se pagan con el infierno. Así, que primero, hay que estar muy seguro de en quien se toma refugio y, una vez hecho esto, las enseñanzas e instrucciones del Sammasambuddha se toman tal cual, con total fe.
El aspirante debe estar deseoso, confiado, resuelto y decidido.
A favor se tiene que el Dhamma funciona y desde el principio produce cambios evidentes y todo el camino hacia la otra orilla está sembrado de bendiciones, y una vez allí, ya sobra todo, el Maestro, el Dhamma y el Sangha de los Discípulos.
Esta vía requiere de más fe incluso que la del Paccekhabuddha y aunque es más cómoda, el aspirante no necesita descubrir por sí mismo ni el Dhamma ni las instrucciones de la práctica, es más compleja porque no depende de sí mismo.
El que algo quiere, algo le cuesta…
MN 64. GRAN DISCURSO CON MĀLUṄKYA
Supongamos que el río Ganges estuviera lleno hasta el borde de forma que un cuervo en la orilla pudiera beber de él. Entonces llega una persona débil que piensa: «Nadando con mis brazos, cruzaré sin peligro a la otra orilla del Ganges». Pero no puede hacerlo. De la misma manera, cuando se enseña el Dhamma para el cese de la creencia en la personificación, alguien cuya mente no está deseosa, confiada, resuelta y decidida debe ser considerado como esa persona débil.
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