Bastante harto de estar oyendo el mantra teosófico de que “el buddha nunca negó la existencia de un dios creador” en referencia a la necesidad de los teístas de verse “admitidos” en la “sociedad buddhista” y poder mezclar así a sus dioses y supersticiones con la idea pop del “buddha buena onda”, me puse a pensar y a remitirme, como no, al Originamiento Dependiente y…
Claro.
Estaba allí.
La Diosa.
Como es omnipresente, es cierto, está por todas partes, verla es tan obvio que es incluso difícil. Y sí, en efecto. Es una Diosa (no un dios, sino una DIOSA) que es la creadora de todo el Samsara. Lo creó ella, y nadie más que ella.
Y no solo lo creó, es que, además, todo lo mueve. No existe briza de hierba que el viento mueva que no sea movido por la Diosa. No hay experiencia que tengas que no la haya creado Ella. No hay pensamiento que pueda surgir sin Ella.
Ella es la Diosa Creadora.
Y además es Omnipresente. No es concebible ningún lugar que ella no ocupe. Ni tiempo que ella no mueva. Ni movimiento que Ella no guíe.
Y todo lo rige su infinita Voluntad.
Todo va en la dirección que Ella indicó al principio de su Creación.
Es una Diosa imprevisible, celosa, posesiva, fanática, cruel y despiadada.
Hordas de súbditos la adoran a cada instante, prácticamente toda la Humanidad está rendido a Ella y adora a uno o varios de sus múltiples avatares, viviendo una vida alienada en esa adoración, entregándose a la Diosa, y la Diosa tomándolos en sacrificio sagrado.
La Diosa es omnipotente, es omnipresente, no puede conocerse su origen. Es la creadora del tiempo y del espacio. Es la Reina del Samsara.
Omnisciente no, eso no. No es omnisciente.
Es tonta, tonta del todo y para siempre.
Su Voluntad es hacer sufrir y el Destino señalado es el Caos en el Infierno. Y es adorada e forma de Dios, de Dinero, de Poder, de Deseo, de Miedo, de Aversión…
Sí, Ella es Avijjā, la Ignorancia.
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