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Quizás el juego mental más difícil de ejecutar es aquel que trata de descubrir cómo estás haciendo lo que estás haciendo. Es el giro de la recursividad que se cierra en sí mismo. Y nada hay más gratificante ya que no resuelves cosas, sino que resuelves cómo resuelves las cosas.
A la intuición no llegué, fui arrojado a ella.
La formación es aquello que da forma.
Sin embargo, se llama formación a la mera acumulación de títulos que acreditan socialmente que en un momento determinado fuiste capaz de memorizar un amplio cúmulo de datos dentro de un conjunto específico de tareas cuya finalidad es ser repetidas.
Los humanos somos malos memorizando cosas, muchísimo peores que cualquier memoria USB que memoriza cantidades ingentes de datos en tiempo récord y es capaz de acordarse de ellas, perfectamente, durante años.
Los humanos somos buenos, mucho, en el reconocimiento de patrones. Con un simple vistazo, con poca luz, podemos decir que hemos visto un árbol. O con una sola palabra sabemos quien nos habla. Y un olor nos evoca una tarde soleada de un verano de la infancia.
Nuestros ojos tienen más píxeles que cualquier cámara, pero es algo que pronto alcanzarán, no tanto así nuestra capacidad de reconocer patrones.
Una máquina sabe calcular 23435,36 * log2(32,564), sin embargo, si se le pide sumar 1+1+1+1+1+1+1+1 simplemente se vuelve loca. No encuentra el patrón de repetición y no entiende que es sumar 1+1 y hacer lo mismo varias veces.
Nuestra parte del interfaz Nama conceptualiza a una velocidad considerable, de forma que es capaz de crear un mundo de conceptos y que seamos capaces de vivir en él. Eso es algo impensable para una máquina.
Mientras que Nama lo que hace es conceptualizar las entradas de los sentidos, o sea, Rupa, en base a reconocer las qualias de entrada con modelos almacenados y así poder encontrar la etiqueta que la identifica, podemos definir la Intuición como el reconocimiento de patrones de conceptos, o sea, la conceptualización de la conceptos, de forma, que es capaz de encontrar aspectos comunes a objetos abstractos pertenecientes a objetos de Nama y hallar relaciones entre ellos y, de esta forma, encontrar soluciones únicas a problemas.
Eso es algo que las máquinas no saben hacer.
¿Formamos a nuestros hijos en la Intuición?
No, nos gastamos billones en sistemas educativos deformantes para que corran más que las motocicletas mientras que les destruimos como humanos, y les dejamos un mundo en el que las máquinas van a ocupar su lugar en la sociedad a la vez que ellos, como verdaderos parias desclasados, se ocuparán de aquellos trabajos demasiado bajos como para que se invierta en un robot que lo haga.
Poner solución a lo que nunca la tuvo, es para lo que sirve un humano. No para apretar tornillos o saberse la lista de los Reyes Godos.
Cada año que trascurra en el que mantengamos este sistema educativo absurdo, cientos de millones de humanos serán dilapidados, convertidos en basura tecnológica, pasando a formar parte del Precariado, los parias del futuro.
Un futuro que es hoy.
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