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Pensar no es cambiar memes de sitio. Esos mismos que se te han contagiado y se andan peleando por alcanzar el consciente para así saltar a contagiar al primero que tenga a mano. Dicen que las barrigas de los cadáveres se mueven, no son las barrigas, son los gusanos. El cadáver no está vivo, aunque se mueva.
Leer, y aún más estudiar, son excelentes formas de infectarse de memes, que luego sobrevivirán o no, si son capaces de adaptarse al ecosistema memético, y logren no solo sobrevivir, sino también reproducirse.
Rumiar cosas que ya sabes, no es pensar.
Recuerda la última vez que se te pasó por la cabeza algo que no conocías, que no habías leído ni visto, ni nada por el estilo. ¿Puedes? o… ¿nunca pensaste?
Empaquetar memes, tampoco es pensar, es embalarlos. Eso de agarrar un caramelo y ponerle un palo no es tampoco pensar, aunque sea patentable.
Pensar es crear, y tiene dos partes: la primera es la generación de la idea, la segunda encapsularla en forma de meme para que quede lista para su exportación, ya sea como concepto lingüístico, visual, auditivo, etc. dependiendo de la vía de infección elegida.
Así que, como habrás adivinado, leer es justamente lo contrario de lo que queremos hacer, es decir, pensar.
Para hacer el cuento corto, lo resumiré diciendo que el conocimiento más global y general lo proporcionan las abhiññās, con las que se alcanza el punto de vista correcto desde el que la realidad se ve en toda su magnitud, y desde donde se ven las mentiras como corren, se alían y discurren. Desde ahí ves al mago cómo hace su truco.
Tener ese otero da una ventaja incuestionable. Si no sabes como tratar un conocimiento, te subes ahí y lo ves en la totalidad samsárica.
Mientras las abhiññās conforman el conocimiento estratégico, es la gnosis el táctico, por lo que lo vamos a emplear con más frecuencia. Ahí veremos las cosas que eran desconocidas tal como son, con sus causas y consecuencias y se colocarán en el mosaico de la realidad, mediante las abhiññās.
Todo esto es tan abstracto que no es conceptualizable, por lo que no es transmisible. Aunque se tiene una comprensión perfecta, aún se está lejos de poder expresarlo con palabras, es decir, de poder manejarlo como un meme, almacenable, recuperable y comunicable.
«En horas veinticuatro, a pasar de las musas al teatro». Así definió Lope de Vega su forma de escribir comedias al por mayor. Cada día tiene su afán y su pieza del mosaico de la realidad, cada día una entrada, cada mes, un libro.
Para aterrizar todo este conocimiento, la episteme, es imprescindible utilizar la intuición, vipassana. Esta forma de pensamiento utiliza patrones espaciales de pensamiento hasta que encaja con modelos conocidos, y de esta forma, se podrán anclar a la esfera del lenguaje. Vipassana absorbe muchos recursos cerebrales, por lo que el trabajo en esta fase consiste fundamentalmente en no hacer nada. Este «nada» se llama Samatha, o tranquilidad. Curiosamente, de todas las prácticas que llevan a la episteme, la que más tiempo se lleva es Samatha.
Hacer «nada» pasa por descansar, hacer actividades que requieran una concentración automática no atendida, como tocar un instrumento. Es una gran ayuda la liberación paroxística de las tensiones neuromusculares. Las mejores horas son al despertar y las peores, por déficit de sangre en el cerebro, las posteriores a las comidas.
Cuando el tema está resuelto, el cerebro manda una señal que es cuando se puede verbalizar todo el contenido. Escribirlo es una excelente forma de expresarlo, porque al quedar registrado, no es necesario recordarlo y es directamente transmisible, puesto que las palabras son memes, así como las ideas que relacionan la episteme con el conocimiento convencional.
Habiendo conocido, es muy sencillo documentarlo. Se sabe que hay que buscar, y cuando eso se sabe, de va directamente y se encuentra. Todo lo contrario a aquel que busca sin saber en un maremágnum de datos revueltos, lo que toma muchísimo tiempo, no hay garantía de éxito y el resultado ya era conocido.
Esto es pensar.
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