El Ratana Sutta sigue así: {11} Él está libre de los cuatro estados de sufrimiento y es incapaz de cometer los seis malos actos . También en el Sangha existe esta preciosa joya. Por esta verdad que haya felicidad. La vejez y la muerte nos ligan con la existencia corporal y como tales son inevitables, propios tanto de la gente común como de los arahants,. Por el contrario, se hace la distinción entre la persona común, llamada “el mundano no instruido” (assutava puthujjana) y el sabio seguidor del Buda, llamado “instruido noble discípulo” (sutava ariyasavaka). La primera de estas distinciones, gira en torno a la respuesta dada a las sensaciones dolorosas. Tanto el mundano como el noble discípulo experimentan las sensaciones corporales dolorosas, pero responden a ellas de manera diferente. El mundano reacciona con aversión y, por eso, más allá de la sensación corporal dolorosa, experimenta también una sensación dolorosa mental: la pena, el resentimiento o la angustia. El noble discípulo, cuando está afligido por el dolor corporal, esa sensación no conlleva pena, ni resentimiento ni angustia. Generalmente la gente asume que el dolor físico y mental están inseparablemente unidos, pero el Buddha establece una clara demarcación entre ellos. Sostiene que, mientras es inevitable que la existencia corporal nos ligue al dolor físico, tal dolor no necesariamente desencadena una reacción emocional de miseria, miedo, resentimiento o angustia, con lo cual habitualmente respondemos a él. Otro aspecto de la vida humana que saca a luz las diferencias, entre un mundano y un noble discípulo, consiste en las cambiantes vicisitudes de la fortuna. Los textos budistas prolijamente las reducen a cuatro pares de oposiciones, conocidas como ocho condiciones mundanas (attha lokadhamma): ganancias y pérdidas, fama y descrédito, elogio y censura, placer y dolor. El texto SN 36,6 Salla Sutta muestra cómo el mundano y el noble discípulo difieren en sus respuestas a estos cambios. Mientras el mundano está eufórico por el éxito en alcanzar las ganancias, la fama, las alabanzas y los placeres, y se encuentra abatido con los no deseados opuestos, el noble discípulo permanece imperturbable. La diferencia fundamental entre el practicante buddhista y el noble discípulo en este punto es el desarrollo de la ecuanimidad. Antes, en el estado anterior, la felicidad que proporcionaban Metta (amor incondicional, Karuna, compasión y la mejor, Mudita, amor altruista) era la salsa dulce en la que vivía inmerso. Estas tres clases de amor no solo aportan una gran felicidad, sino que generan un kamma muy positivo. Y esto es verificable. Vas por la calle. Te cruzas con alguien. Le envías todo tu amor (Metta), y claro, sonríes, la otra persona que instintivamente te mira cuando tú lo haces te ve amoroso hacia ella, y esboza una sonrisa también, esto lo aprovecha Mudita, que es el contagio de la alegría de los demás, y el nivel de felicidad que experimentas es tremendo. Y así, persona a persona, yendo hacia casa…Cada vez más feliz. Y, claro, no es lo mismo abordar a una persona con ojos amorosos que hacerlo avinagrado. En el primer caso la persona está predispuesta contigo positivamente, de la otra forma lo está negativamente. Eso es condicionar. Eso es el kamma instantáneo. Eso era antes. En aquel momento la ecuanimidad me era del todo incomprensible. A la par con el cambio de linaje, Metta, Karuna y Mudita desaparecieron y apareció Uppekha, ecuanimidad. Ahora las personas son lo que son, conceptos. Conceptos habitando en un Samsara al que ya no perteneces. Estás inmerso en una película. ¿Qué sentido tiene interactuar con los personajes en una pantalla de cine?. Esto no genera kamma, lo que va ayudando a calmar las formaciones (formaciones es otro modo de llamar al kamma). No se puede estar perfectamente iluminado y generar kamma. Es contradictorio. Por tanto, no se puede estar completamente iluminado y desarrollar compasión. El texto SN 22,7-8 Upadaparitassana y Dutiyaupadaparitassana Sutta examina la difícil situación de los mundanos en un nivel aún más fundamental. Debido a que comprenden mal las cosas, los mundanos viven agitados por el cambio, especialmente cuando el cambio afecta sus propios cuerpos y mentes. Si has erradicado la noción de personalidad, que eres un conjunto de procesos físicos y mentales corriendo en paralelo en este instante puntual, ahora, que el instante anterior pertenece al baúl de los conceptos, la noción de cambio no se da. El recuerdo inmediato se asimila al recuerdo de otra vida, ya no eres eso, eso son conceptos. El cambio es lo que somos, solo el puro acto de cambiar. El resultado del cambio es solo un concepto. Es como un surfista sobre una ola. Está ahí, en la ola, en movimiento pero sin ningún cambio. Esos procesos son incapaces de poseer nada, porque ¿Cómo se posee un concepto? Bueno, si lo registras en Patentes y Marcas, supongo, pero sigue siendo un concepto. No tiene sentido. Regreso a la película. En ella veo un ordenador. No es de locos proclamar que el ordenador reflejado en la pantalla “es mío”?. Ganas de poseer hasta la luz. Eso no quita que, aunque no haya ninguna posesión que me posea, tampoco tenga interés en que esa posesión posea a un tercero. El YO no es más que el conjunto de conceptos que asociamos a las partículas “yo” , “me “, “mío”, un sindicato de memes. Todo concepto al que se pueden aplicar esas partículas constituyen el “YO”. Pero, vamos, eso pertenece al nivel conceptual, y el nivel conceptual es pura ignorancia. El YO como todos los conceptos, solo existen en la mente y no tienen realidad física más allá que el sueño fantasmal que recorre unas neuronas dejando un leve rastro elécetrico. El sutta continúa: Y es incapaz de cometer los seis malos actos… Los seis malos actos son: Matar al padre, matar a la madre, matar a un arahant (uno completamente iluminado), herir con sangre al mismo Buddha, y los dos puntos que voy a analizar: Provocar un cisma en el Sangha y tomar como maestro a otro que no sea el mismo Buddha. La proliferación de sectas a partir del segundo concilio, llevó a que 18 de ellas llegaran al tercero, 234 AEC, y Asoka, en su papel de emperador similar a lo que seria posteriormente Constantino para el cristianismo, convocó el Tercer Concilio para poner orden como en el Concilio de Nicea. A partir de ese momento se introduce el Abhidhamma y el Theravada subsiste en Sri Lanka. En India 400 años más tarde un nuevo cisma da origen al Mahayana, y sucesivos cismas van originando todas las familias buddhistas. Cada secta es un cisma nuevo en el Sangha. O sea, que no lo pudo hacer alguienque estuviera ni siquiera en el nivel más bajo de Iluminación. Asi que ahora repasamos los grandes santones del budismo, todos con sus cismas, todos con sus sectas. Ninguno iluminado. ¿A qué viene la veneración hacia seres no realizados? ¿O este sutta fue una aportación tardía del Theravada? Y finalmente, no se puede estar iluminado y tener un maestro que no sea el Buddha. Las sectas que te imponen un maestro para todo, ¿realmente buscan tu iluminación o tu completa perdición? Porque el kamma insano que generan los seis malos actos da resultados kammicos muy pesados e inmediatos. El discípulo que lo logra, el seguidor-por-la-verdad se diseña sus propias meditaciones, investiga, trabaja, se esfuerza, y solo usa el Dhamma como apoyo a lo que experimenta. Y es un trabajo solitario. El éxito puede estar ahí. Con maestros no.
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