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«En cierto momento, cuando despertó por primera vez, el Buddha se encontraba cerca de Uruvelā, en la raíz de un baniano, en la orilla del río Nerañjarā…». Saṁyutta Nikaya 4.1.
El baniano (Ficus benghalensis), es un árbol endémico de Bangla Desh, India y Sri Lanka. Fue descrito por Carlos Linneo en 1753 y publicado en Species Plantarum.
Puede crecer hasta convertirse en un árbol gigante que se extiende por varias hectáreas. El baniano produce raíces aéreas en las ramas que crecen hacia abajo como si fueran lianas. Una vez que estas raíces llegan al suelo, arraigan y se vuelven leñosas y de soporte, se vuelven raíces fúlcreas.
Muchos pueblos de Asia hacen vida social debajo de los banianos, pues les protege de los rayos del Sol. A través de sus raíces y ramas la gente pasea, construye templos, y pone mercadillos. De hecho, el nombre de baniano viene de los mercadillos. Los mercaderes ambulantes recibían el nombre de banianos. Como era habitual que pusieran sus tenderetes bajo estos árboles, se llegó a identificar el nombre de los árboles con el de los vendedores ambulantes.
El sabor del fruto no es muy atractivo para los humanos, pero hay monos a los que les encanta. Igual sucede con murciélagos y aves. Los elefantes comen sus hojas con deleite.
Al igual que las distintas especies de matapalos, se reproducen fácilmente por semilla o por estaca, y a menudo se van extendiendo desde el lugar original mediante raíces aéreas que anclan en el suelo y comienzan a crecer y engrosarse hasta el punto de que se “independizan” del tronco original, logrando así “emigrar” incluso a largas distancias.
Las numerosas raíces pueden soldarse y convertirse en troncos que sirven de sostén, con lo que pueden llegar a un lugar donde existe un mayor grado de insolación. Se trata de una adaptación a unas condiciones ecológicas complejas.
Es polinizado por avispas de los higos de los géneros Pegoscapus o Pleistodontes.
Las semillas de los banianos pueden caer y crecer cerca de un árbol, a veces del propio árbol de donde proceden las mismas, y también suelen fructificar en alguna oquedad de un tronco o de una pared o roca. Poco a poco empiezan a crecer ya que tienen gran capacidad de apoyarse como epífitas en cualquier objeto que les sirva para ascender en busca de los rayos solares. En condiciones normales, el árbol crece hasta que alcanza un nivel donde consigue la mayor cantidad de luz solar, por lo cual su altura puede variar considerablemente. Por ello, donde este árbol predomina en un lugar, más que crecer en altura se va extendiendo en superficie, buscando los claros que quedan sin vegetación. Por lo general, la copa de este árbol se extiende sobre un diámetro bastante superior a su altura.
El baniano no es el archifamoso «árbol Bodhi», Ficus religiosa o higuera sagrada que es otra especie que pertenece a la familia Moraceae o moreras. Es el preferido por los ascetas hindúes y jainistas para meditar debajo ya que lo consideran «sagrado». Así, ya que es «sagrado» se lo adjudicaron al Buddha para que pudiera alcanzar la Iluminación.
La bola rodante de mitos, como nos tienen acostumbrados.
En la ceremonia para «sacralizar» el cerro Arropé de Cáceres como la quinta «Tierra Santa Budista» no plantaron junto a una encina un baniano, no, sino un árbol Bodhi, que es más «nice»…
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