La extrema complejidad era la situación del oriente del Imperio Romano donde una miríada de pueblos de diversa procedencia (sarracenos, agarenos, caldeos, siríacos, etc.) con un cóctel de creencias mezcla de creencias premahometanas, cristianismo unitario, nestorianos, monofisitas, adopcionistas, apolinaristas de Siria, el influyente docetismo, las comunidades donatistas rebeldes de África, los eutiquianistas, el monotelismo cananeo, los triteístas de Siria y, por supuesto, los trinitarios ortodoxos intolerantes que detentaban el poder político. Y, a todos éstos, hay que añadir los mesianistas caraítas judíos.
Tratar de establecer que se hizo un silencio completo en ese ruidoso complejo doctrinario-cultural político y tribal para que el islam pueda ser parido completo debajo de una piedra del desierto arábigo, de forma totalmente milagrosa, es querer colarnos un cuento infantil muy que viene muy bien para pasar la página de la Historia Antigua a la Edad Media por la fuerza de las batallitas.
Este complejo collage permanece sin identificar durante varios siglos y solo empieza a ser visible realmente a partir de la fundación en 762 de Bagdad. Durante ese tiempo se da una arabización judeocristiana o de un arabismo judeocristianizándose, como queramos verlo. En resumen, se da una mezcla simbiótica entre todas las culturas que compartían el mismo espacio geográfico: el Medio Oriente.
Ya vimos que es una mentira que la expansión judía sea por genética o que la cristiana sea por esforzados misioneros evangelizadores o la islámica por la fuerza de las armas. Y es una mentira aún más increíble que un puñado de moros colapsasen no solo dos imperios sino también el lejano reino visigodo de Hispania.
De la misma forma que el cristianismo nace en el Concilio de Nicea, el islam nace al final del siglo VIII en Bagdad que es donde los persas, y no los árabes, hacen la primera gramática del árabe y se ponen a recopilar los textos con los que acabaron de compilar el Corán.
Y la razón para llevar a cabo todo este trabajo fue que los abasíes, fundadores de la ciudad en 762, como partido victorioso en el conflicto con los omeyas, tenían gran interés en legitimar su gobierno. Estamos ante el mismo esquema que vimos con Josías y con Constantino y que seguiremos viendo. Las religiones se crean para legitimar poderes temporales, similar a la “Donación de Constantino”.
Es muy probable que en el mismo año 762 se comiencen a enviar las primeras misiones al desierto árabe para alfabetizar la lengua de los beduinos. El libro de la primera gramática árabe sale pocos años antes del año 800. Aunque el Corán fuera el primer libro escrito usando la primera gramática árabe, es obvio que no puede haber un Corán antes del año 800.
Cada vez que se produce una decantación en un único libro, es necesario desdeñar primero otros muchos. Para escribir un Corán, tiene que haber muchos otros coranes que se han ido quedando en el olvido. Y estarían escritos en la lengua culta de su tiempo, es decir, el siriaco.
Pero como el siriaco era la lengua de los cristianos de su tiempo, no es de extrañar que San Juan Damasceno que vivió esos tiempos identificara a lo que hoy llamamos “islam” como otra herejía más del cristianismo. Han llegado a decir que el evangelio apócrifo por excelencia en Oriente es el Corán.
El Corán es una especie de cóctel de textos que no se entendieron completamente ni siquiera en su origen. Muchos de ellos pueden ser incluso más viejos que el propio islam. Incluso en las tradiciones islámicas, hay una gran cantidad de información conflictiva, incluido un importante sustrato cristiano; uno puede, si lo desea, sacar de ella una historia alternativa del islam. El propio Corán proclama que es «mubeen«, es decir, claro, pero si lo observa detenidamente, notará que una de cada cinco oraciones simplemente no tiene sentido. Muchos musulmanes dirán lo contrario, por supuesto, pero es un hecho que una quinta parte del texto coránico es absolutamente incomprensible. Por tanto, si el Corán no es comprensible, si incluso en árabe no lo podemos entender, entonces no se puede traducir en ningún idioma. Es por eso que los musulmanes están asustados. Como el Corán repite repetidamente que está claro cuando no lo está, hay una contradicción obvia y muy seria. Hasta el siglo IX ciertas palabras y pronunciaciones en el Corán no se estandarizaron.
Según la tradición musulmana, el Corán data del siglo VII, cuando los primeros ejemplos de la literatura árabe en el pleno sentido de la palabra se encuentran sólo dos siglos más tarde, en el momento de la redacción de “la Biografía del Profeta, es decir, la vida de Muhammad como fue escrita por Ibn Hisham, quien murió en 828. De este modo, podemos establecer que la literatura post-coránica se desarrolló de manera gradual en el período posterior al trabajo de Khalil ibn Ahmad, quien murió en 786, fundador de la lexicografía árabe («Kitab al-Ayn«) y Sibawayh, quien falleció. en 796, a quien le debemos la gramática del árabe clásico.
Ahora, si consideramos que la composición del Corán terminó con la muerte de Mohammed, en 632, tenemos ante nosotros un intervalo de 150 años, durante los cuales no encontramos rastros de literatura árabe. En ese momento, no había escuelas árabes, excepto probablemente en los centros urbanos cristianos de al-Anbar y al-Hira, en el sur de Mesopotamia, en lo que hoy es el Irak. Los árabes de esta región habían sido cristianizados y educados por cristianos en Siria. Su lengua litúrgica fue el sirio-arameo. Este idioma fue el vehículo de su cultura y, en general, el idioma de la comunicación escrita.
Los cristianos en Siria no se conformaban a llevar su misión evangélica a los países vecinos, como Armenia o Persia. Viajaron hasta los confines de China y la costa oeste de la India, además de toda la Península Arábiga, hasta Yemen y Etiopía. Por lo tanto, es más probable que, para llevar el mensaje cristiano a los pueblos árabes, hayan utilizado, entre otros idiomas, el idioma de los beduinos, es decir, el árabe. Pero en un momento en que el árabe era un conjunto de dialectos que no tenían una forma escrita, los misioneros no tenían más remedio que recurrir a su propia lengua y cultura literarias para poder difundir los evangelios. Tenían que usar una mezcla de idiomas.
El resultado fue que el idioma del Corán nació en un idioma árabe escrito, que sin embargo era un idioma derivado del arabo-arameo.
El Corán se deriva de un leccionario sirio-arameo, que contiene himnos y extractos de la Biblia, utilizados en los servicios rituales cristianos. Este leccionario habría sido traducido al árabe, con una intención misionera. No se trataba de inaugurar una nueva religión, sino de difundir una más antigua.
Un pasaje que ha sido corregido indica que la palabra houri, interpretada con frecuencia por los comentaristas musulmanes como vírgenes con ojos grandes (que servirán al creyente en el Paraíso, Corán 44:54, 52:20, 55: 72, 56:22) en realidad significa “uvas blancas”. Indica que muchas descripciones cristianas del Paraíso muestran que contiene uvas blancas en abundancia. Es decir, las 70 huríes del paraíso musulmán son realmente un racimo de uvas.
El pasaje de la Sura 24 del Corán que supuestamente ordena a las mujeres que se cubran a sí mismas, uno de los textos que fundamentan la doctrina del hijab, en realidad les ordena que “se ajusten los cinturones alrededor de la cintura”.
Otro caso es el pasaje de la Sura 33, que generalmente se traduce como «sello del profeta», en realidad significa «testigo». Mediante esta lectura, Muhammad ya no es el más grande de los profetas, el que cierra el linaje, sino un testigo de los profetas que vinieron antes que él.
La vida de Muhammad es la vida de los monjes sirios en los siglos IV o V, el prototipo del anacoreta del desierto, que decide sentir a Dios. La biografía de Muhammad, escrita también en Bagdad, es un compendio de todo lo que queremos esperar de él.
Los argumentos en contra de la credibilidad de la biografía del profeta por Ibn Ishaq editada por Ibn Hisham, que es un texto importante para el islam tradicional se deben a autocontradicciones, contradicciones con otras fuentes históricas, adornos de autores posteriores, distorsiones de la representación motivadas política o teológicamente, significados simbólicos de nombres supuestamente históricos, construcción literaria de la representación según, por ejemplo, modelos bíblicos e incredulidades cronológicas y calendáricas. Por ejemplo:
Aunque en el momento de Muhammad hubo “meses de salto” (intercalaciones de días y meses) que tuvieron que ser intercalados con frecuencia en el calendario lunar y que luego se abandonaron (supuestamente por Muhammad), ninguno de los muchos eventos con fecha más precisa representados por Ibn Ishaq está en un mes intercalado.
La fechar de forma tan precisa tantos eventos por un autor que escribe 150 años más tarde es poco creíble.
La descripción de una relación sólida entre Muhammad y su esposa Aisha está motivada políticamente. Aisha era la hija de Abu Bakr, quien se convirtió en el sucesor de Muhammad contra las pretensiones de su rival, Ali. Para legitimar esta sucesión en contra los chiítas, eran partidarios de Ali, se enfatizó la relación de la hija de Abu Bakr con Muhammad: que Aisha supuestamente era la esposa favorita de Muhammad, y que el profeta contrajo matrimonio con Aisha supuestamente a una edad asombrosamente temprana.
La descripción de la matanza de la tribu judía de Banu Qurayza está motivada políticamente. Como lo muestra el » tratado de Medina «, los judíos fueron inicialmente parte de la Umma y fueron tratados como «creyentes»; cuando el islam más tarde se separó del judaísmo, empezaron a aparecer lecturas antijudías.
La triple traición de Muhammad por tres tribus judías es una construcción literaria adaptada a los modelos bíblicos, por ejemplo, la triple traición de Jesús por el apóstol Pedro, y por lo tanto es históricamente cuestionable. Hay otras tradiciones sobre el mismo evento que dicen que solo los líderes de la tribu habían sido castigados, pero no cada uno de los miembros de la tribu. Los nombres de las tres tribus judías no aparecen en el «tratado de Medina». Finalmente, tal masacre masiva no habría pasado inadvertida, ni siquiera en la época de Muhammad, y especialmente sin considerar que las víctimas eran judíos: los judíos solían vivir en redes comerciales internacionales, y se sabe que los judíos escriben su historia. Lo más probable es que la matanza de los Banu Quraiza nunca sucedió.
Las representaciones de Ibn Ishaq son generalmente conocidas por exagerar audazmente las capacidades del profeta. Según Ibn Ishaq, Muhammad siempre mata a más enemigos que según otras tradiciones. Incluso la descripción de la potencia sexual del profeta (que supuestamente podría satisfacer a todas sus esposas en una noche) es exagerada.
De igual manera está la representación de Muhammad como una persona analfabeta. Así la revelación del texto coránico es aún más milagrosa y la capacidad del profeta es aún más sorprendente, al ser Muhammad un analfabeto.
Las descripciones geográficas en el Corán y las tradiciones posteriores no se ajustan a la Meca. Prefieren señalar un lugar en algún lugar del noroeste de Arabia, por ejemplo, Petra en Jordania
El relato de las cartas de Muhammad a los Jefes de Estado, incluido el emperador de Bizancio, de que deberían convertirse al islam, justifica retrospectivamente la expansión árabe como una expansión islámica religiosa.
El Corán en su mayoría no revela la situación para la cual se hizo una revelación. El contexto histórico está meramente indicado, en el mejor de los casos. Muchas tradiciones islámicas surgieron mucho después de Muhammad sobre la base de meras suposiciones sobre la situación en que se había revelado un verso del Corán. Debido a estas tradiciones históricamente cuestionables, la interpretación del Corán se ha restringido desde entonces.
El islam no surgió entre los paganos politeístas en el desierto, sino en un medio donde los textos judíos y cristianos eran conocidos. Los «infieles» no eran politeístas paganos sino monoteístas a los que se consideraba polémicamente que se desviaban ligeramente del monoteísmo, por ejemplo, los triteístas o los trinitarios.
La expansión islámica probablemente no fue una expansión islámica, motivada por la religión, sino una expansión árabe secular. La expansión aún no resultó en la opresión de la población no musulmana.
Fue durante el Califato Abasí cuando se escribieron prácticamente todos los textos tradicionales islámicos sobre los comienzos del islam. Los abasíes, como partido victorioso en el conflicto con los omeyas, tenían gran interés en legitimar su gobierno. Esta motivación obviamente se deslizó en los textos tradicionales.
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