No es muy común leer lo que el Buddha opinaba sobre dormir, sobre el sueño. Lo cierto es que es contundente: SN 35.235 La exposición a la quema. «Bhikkhus, dormir es estéril para los vivos, infructuoso para los vivos, inconsciente para los vivos”. Y ciertamente. Eso puede resultar chocante, pero para el practicante dormir se acorta en el tiempo y deja de soñar. Se convierte en un sueño corto y muy reparador. El tiempo suficiente para que los astrocitos puedan podar sinapsis innecesarias en el cerebro para refrescar y remodelar su cableado. Este proceso ocurre cuando dormimos para eliminar el desgaste neurológico del día. No hay sueños. El Buddha entendía el sueño como puerta de entrada a la sensualidad, a los placeres de los sentidos y de hecho lo homologa como una actividad indeseable de la puerta de la mente. Una mente purificada solo duerme como operación de mantenimiento y el tiempo preciso, habitualmente 3 horas, más alguna cabezada narcoléptica de muy breve duración. La mente así se cierra como entrada inconsciente a la sensualidad. Si tienes “maestro” pregúntale cómo ha dormido hoy, y sobre todo, cuánto. Pero si echa cabezadas durante la meditación, ni le despiertes al salir…
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