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Foto del escritorTomás Morales y Durán

El Mito de Siddharta

Como ya vimos anteriormente, el Principio de Incertidumbre de la Historia consiste en que es imposible interpretar y verificar a la vez. Si estamos y podemos comprobar los hechos, no los podemos interpretar, y si los podemos interpretar porque ha pasado el tiempo suficiente, ya no podemos comprobar los hechos.

Lo que les llega a los primeros estudiosos occidentales a finales del siglo XIX es un conjunto de mitos y leyendas cargadas de tanta magia que los hizo absolutamente increíbles. Es por eso que rechazaron, en general, de plano la existencia del Buddha. No fue hasta la irrupción de Rhys Davids que se empezó a valorar la posibilidad de la existencia en base a separar el mito de la realidad, al considerar que la realidad no era mito y ni siquiera lo necesitaba.

La forma que tenemos hoy de probar fehacientemente la existencia histórica del Buddha es replicar su experiencia que son recogidas en los Nikayas. El principio es simple: si nos llega el texto de un experimento con su resultado, y lo replicamos con éxito, el experimento es cierto y, además, también es cierto que existió alguien que lo hizo en el pasado; es evidente.

Para saber si un texto es cierto, se prueba. Y curiosamente, una mayoría de los suttas comprendidos en las colecciones Nikaya (Digha, Majjhima. Saṁyutta y Anguttara) contienen experiencias y visiones originales aplicables en la práctica. Esta comprobación es de doble vía, podemos comprobar nuestra práctica y viceversa, podemos probar su práctica.

No hace falta señalar que aquellos que nunca anduvieron no tienen la capacidad de hacer comprobaciones y solo pueden moverse por la fe. Para la fe las mentiras no se diferencian de las verdades, como los colores para un ciego.

La historia del buddhismo en India corre paralela a la construcción del mito. A partir del Parinibbana del Buddha, se termina la experiencia y comienza la religión. A los tres meses se convoca por el rey Ajātasattu, enemigo a muerte del Buddha, el primer concilio y pone a la cabeza a un Kassapa resentido al no ser nombrado sucesor del Buddha a la cabeza del Sangha, quien hace llamar a Ananda y Upāli, para que recitaran lo que conocían. Eras dos personas corrientes, es decir, no eran nobles, pero sin embargo muy populares. Este Primer Concilio causaron el cisma de la otra mitad del Sangha, encabezada por Purana, que no quiso participar y, además, no admitió sus conclusiones por no ajustarse a las enseñanzas del Buddha.

A partir de ahí, sin un Buddha vivo que haga de maestro, sin iluminación al alcance, sin nada que practicar, el buddhismo irá poco a poco transformándose en una religión.

El mito en el budismo se usa en varios niveles intelectuales para dar una expresión simbólica a las enseñanzas religiosas. Aceptado en sus propios términos, el budismo es una religión sobrenatural en el sentido de que, sin un Buddha que los revele y las enseñe, las verdades siguen siendo desconocidas. Sin la revelación de un Buddha el resto de los humanos no pueden alcanzar la iluminación.

Los compiladores de la historia de Buddha no estaban escribiendo un libro de historia o algún informe periodístico. Su público objetivo, los antiguos indios, no estaban realmente interesados ​​en una visión histórica del Buddha, ni eran conscientes de la noción que tenemos hoy en día. Pero incluso hoy, en el mejor de los casos, solo podemos creer los libros y la información a la que estamos expuestos. Realmente no tenemos ninguna forma de autenticar los libros de historia o artículos de periódico que leemos, a menos que hayamos estado allí o se trate especialmente de nosotros.

Vendedores de mitos, de imágenes conmovedoras cuyo objetivo es presentar a las gentes a una persona más evolucionada, más especial que, como no se le puede conocer en persona, crean la ficción con toda clase de atributos para hacerlo atractivo. Su persona, pureza y sabiduría, su pleno despertar, iluminarán el corazón y cambiarán la vida de las personas. De esa forma, ellos, los vendedores de mitos, logran que las personas crean estar en presencia del Buddha.

Este efecto “del Santo” sucede aún hoy cuando hay budistas que toman el refugio en el Buddha; no en un personaje histórico que nunca conocieron, sino en un Buddha personal, un Buddha hecho de mitos diseñado para arrullar el ego del devoto.

Las historias son símbolos para atraer y mantener a un público frívolo ante un mito serio, puro y formal. Por lo tanto, los narradores lo pintaron en un lienzo narrativo en un estilo totalmente libre y en los colores más puros. Así hacen accesible al Buddha al gran público. Cuando nuestra atención se dirige a tal ser, es más probable que podamos tratar de imitarlo, ser sabios y compasivos como él y, sobre todo, liberarnos del sufrimiento como él. Es la función social de los santos, la ejemplarización.

El lenguaje milagroso es el de las masas: los escultores antiguos presentarán al Buddha de la manera más hermosa con la que están familiarizados, y se alistarían, además de las deidades y demonios locales, incluso los dioses y héroes griegos (como es evidente en las esculturas budistas de Gandhara), añadiendo incluso elementos helenísticos como el aura de los santos.

Como vimos en el capítulo anterior, existía una escena en el Vinaya que supuestamente se refería a un hijo del Buddha llamado Rahula. A partir de esta figura se echará mano de otros personajes reales que aparecen en los suttas a los cuales se les dota de papeles nuevos dentro de esta nueva familia del Buddha. Por ejemplo, a la mejor discípula del Buddha, Mahapajapati se la hace su tía y madre adoptiva. La madre, que debe estar muerta para que Mahapajapati sea su tutora, es diseñada como una reina que le suceden toda clase de milagros llamada Maya Devi. La madre del niño Rahula se la hace esposa legítima de Gotama y se la nombra como Yasodhara y a Suddhodana, el dueño de la casa por donde corría Rahula, se le convierte en su padre y rey fabuloso de un reino en Nepal.

La necesidad de dar una coherencia al absurdo provoca un absurdo aún mayor, cuando descubrimos que Rahula no es hijo del Buddha.

Fuentes de la biografía de Buddha

Las fuentes más antiguas de la vida de Buddha se encuentran en los primeros Cuatro Nikayas del Canon. Alrededor de estas primeras historias, crecieron un drama mítico de proporciones cósmicas. Las cinco etapas sucesivas en el desarrollo de la leyenda de Buddha fueron:

  1. Fragmentos biográficos incorporados en los Sutras: Ariya, Pariyesana Sutta (MN 26), Dvedhavitakka Sutta (MN 19), Bodhirajakumara Sutta (MN 85), Bhayabherava Sutta (MN 4) y Maha Saccaka Sutta (MN 36). El Mahaparinibbana Sutta (DN 16) está enteramente dedicado a los últimos días del Buddha.

  1. Fragmentos biográficos incorporados en el Khandhaka del Vinaya Theravada.

  1. Biografías autónomas pero incompletas. Hacia el comienzo de la Era Común, la vida de Buddha se hizo más prominente que la doctrina y la disciplina. Han sobrevivido dos obras en sánscrito: el Mahāvastu y el Lalitavistara.

  1. No fue hasta el siglo II eC que se escribieron las primeras biografías completas de Buddha. En este momento, dos obras tituladas Buddhacarita, que significa la vida del Buda, fueron compuestas por monjes poetas en la corte del gran emperador budista Kaniska. El primero de estos fue escrito por Sangharaksa y fue una combinación de verso y prosa, y aunque el sánscrito original se ha perdido, todavía existe una traducción al chino. La segunda de estas obras fue escrita por el célebre poeta Aśvaghosa. En 28 capítulos, Aśvaghosa utiliza imágenes sorprendentes y un lenguaje pulido para contar la vida del Buddha desde su nacimiento hasta los acontecimientos inmediatamente después de su muerte. Basado estrechamente en la información biográfica en el Buddhacarita de Pali Tipitaka Aśvaghosa, está notablemente libre de los acentos mitológicos que rodeaban al Buddha en ese momento y es ampliamente considerada una obra maestra de la literatura sánscrita.

  2. Recopilaciones cingalesas. Los cingaleses conservaron los antiguos comentarios pali sobre el canon pali (siglo V). De estos, Nidana de Buddhaghosa, la introducción al Comentario de Jataka, que da cuenta del Buddha desde su nacimiento como Sumedha hasta la donación de Jetavana a la Sangha. El contemporáneo de Buddhaghosa, Buddhadatta (sur de la India), en su Comentario al Buddhavamsa, enumera 30 episodios importantes que comprenden la vida del Buddha y también recopila los relatos de los primeros 20 años del ministerio del Buddha. Buddhaghosa también da una lista de los principales eventos de los primeros 20 años; especialmente donde Buddha pasa su retiro de lluvias.

  1. La tradición budista siamesa produjo al menos dos clásicos en la biografía de Buddha. La vida de Buddha se trata en su totalidad (hasta los tiempos del reino de Lanna en el norte de Tailandia) una obra siamesa del siglo XVI realizada por Ratanapanna en Chiengmai, Tailandia. La segunda biografía siamesa de Buddha es Pathamasambodhi

Buddhavamsa

El Buddhavamsa, también llamado “Crónica de los Buddhas” es un texto hagiográfico budista que describe la vida del Buddha Gotama y de los veinticuatro Buddhas que lo precedieron y profetizaron su logro de la Budeidad. Es el decimocuarto libro del Khuddaka Nikāya, que a su vez es la quinta y última división del Sutta Piṭaka.

Hay volver a señalar que excepto algunos capítulos sueltos del Sutta Nipata, el resto de este Nikaya son elaboraciones libres tardías irrelevantes. Se piensa que el Buddhavamsa se escribió durante los siglos I y II eC, y por lo tanto es una adición bastante tardía al Canon Pāli.

El primer capítulo explica cómo Gotama Buddha, para demostrar su conocimiento supranormal, crea una pasarela enjoyada en el cielo. Al ver esta pantalla, Sāriputta le pregunta al Buddha:

«¿De qué tipo, gran héroe, supremo entre los hombres, fue tu determinación? ¿En qué momento, sabio, fue el supremo Despertar que aspiraste? … De qué tipo, sabio, líder del mundo, fueron tus diez perfecciones «¿Cómo se cumplieron las perfecciones superiores, ¿cómo las perfecciones finales?»

En respuesta, el Buddha transmite el resto del Buddhavamsa.

En el segundo capítulo, Gautama cuenta cómo en una antigua vida pasada cuando era un tal Sumedha, recibió una predicción del entonces Buddha Dīpamkara de que «en la próxima era te convertirás en un Buddha llamado Śākyamuni”, y pensó en las diez perfecciones que necesitaría practicar.

Los capítulos del 3 al 26 son relatos de los veinticuatro Buddhas históricos que lograron la Budeidad entre Dīpamkara y Gotama, y ​​los actos de mérito que Gotama realizó hacia ellos en sus vidas anteriores.

El capítulo 27 es un relato de la vida de Gautama Buddha.

El Capítulo 28 menciona tres Buddhas que precedieron a Dīpamkara, así como al futuro Buddha, Metteyya.

El capítulo 29 habla de la distribución de las reliquias de Gotama después de su muerte.

Mahāvastu

El mito en su forma barroca arranca de la herejía de los Lokottaravādin. La escuela de los Lokottaravādin, que es una secta de la rama Hīnayāna, se niega a ver en el Buddha a un hombre ordinario. Porque el Buddha es un ser sobrehumano (lokottara) que baja por un limitado período de tiempo para el socorro de toda la humanidad.

«Nada en los perfectamente Despiertos es comparable a nada en el mundo, pero todo lo relacionado con los grandes Ṛṣis es exaltado sobre el mundo «. Se lavan los pies, aunque no se adhiere polvo a Ellos, se sientan bajo la sombra, aunque el calor del sol no lo oprime, se nutren, aunque nunca se preocupan el hambre, usan la medicina, aunque no tienen enfermedades”

Los Lokottaravādin pertenecen a la Madhyadeśa o los 16 países que se extienden entre el Himalaya y las montañas Vindhya.

De acuerdo con esta doctrina, la biografía del Buddha se relaciona como una «Avadāna» o una historia milagrosa. Es evidente que discrepan de los textos del canon Pāli que dedicados a la vida del Buddha. Así que aquí oiremos milagros que acompañaron a la concepción, el nacimiento, la iluminación y las primeras conversiones realizadas por el Bendito.

Como parte de la antigua escuela de Hīnayāna, tenemos, en primer lugar, que mencionar el Mahāvastu, el «Libro de los Grandes Eventos».

El libro realmente se titula: «El Vinaya Pitaka según el texto de los Lokottaravādin que pertenecen al Mahāsāṃghikas». El nombre se debe a que incluye relatos imaginados acerca de las primeras conversiones del Buddha y no por hablar sobre reglas monásticas. Los Mahāsāṃghikas, o los partidarios del Mahāsaṃgha o la Gran Orden, se consideran los budistas más antiguos.

La naturaleza de la composición del Mahāvastu conlleva la dificultad que el período en que se compuso es muy difícil de determinar. Muchas circunstancias apuntan a una gran antigüedad, por ejemplo, el hecho de que pertenece a la escuela Lokottaravāda y también a su idioma. El hecho de que la obra esté escrita completamente en «sánscrito mixto», mientras que en los textos de Mahāyāna este dialecto se alterna con el sánscrito, es una marca de su mayor antigüedad. Porque el Sánscrito en los textos budistas, solo es un intruso.

Los rasgos mahāyānistas nos lo sitúan en el siglo I EC, así como algunos pasajes que parecen haber sido influenciados por los escultores del arte griego de Gandhāra. Cuando, por ejemplo, en la escena del milagro de la flor, las flores de loto en forma de círculo caen alrededor del halo del Buddha, se puede observar que el halo fue introducido por primera vez en la India por artistas griegos, además, los muchos Buddhas bajo las sombrillas nos recuerdan los monumentos esculpidos). La referencia en el Mahāvastu a los Yogācāras nos lleva al siglo IV EC y también lo hacen las alusiones a los hunos y las más interesantes a la lengua y escritura chinas y la caracterización de los astrólogos como «Horāpāṭhaka».

A pesar de esto, el núcleo del Mahāvastu es antiguo y probablemente fue compuesto ya dos siglos antes de la Era Común, aunque se expandió en el cuarto siglo de nuestra Era y quizás incluso en un período posterior. Porque solo es el adorno que ha sido tomado de Mahāyāna, mientras que, por otro lado, es simplemente una mezcla débil de la doctrina de Mahāyāna propiamente dicha y no de la mitología de Mahāyāna que encontramos en el Mahāvastu.

Es decir, el Mahāvastu es una acumulación de elementos legendarios que abarcan nada menos que 500 años.

El Mahāvastu trata de la vida de Buddha en tres secciones, de las cuales la primera comienza con la vida del Bodhisattva en el tiempo del Buddha Dīpaṅkara y describe su vida. en el tiempo de otros y anteriores Buddhas. La segunda sección nos lleva al cielo de los dioses Tusita, donde el Bodhisattva que nace allí está decidido a buscar otro nacimiento en el vientre de la Reina Māyā y relata el milagro de la concepción y el nacimiento del príncipe, su salida del hogar, su conflicto con Māra y la iluminación que logra adquirir bajo el árbol Bodhi. La tercera sección, cuenta finalmente, en armonía con las características principales del Mahāvagga del Vinayapiṭaka, la historia de las primeras conversiones y el surgimiento del orden monástico.

El Mahāvastu no contiene las expresiones técnicas pāli, Dūrenidāna, Avidūrenidāna y Santikenidāna, que se encuentran en los tardíos Jātakas del Khuddaka Nikaya.

Sin embargo, cuando decimos que el Mahāvastu recuenta el esquema principal de la vida del Buddha para los Lokottaravādin, eso no implica de ninguna manera que esto agote los contenidos de la obra; ni da una idea adecuada de su composición. Lejos de ser una obra de arte literaria, el Mahāvastu es más bien un laberinto en el que solo podemos, con un esfuerzo, descubrir el hilo de una cuenta coherente de la vida del Buddha. Esta cuenta está constantemente interrumpida por otro material, especialmente por los numerosos Jātakas y Avadānas y también por los Sutras dogmáticos.

No encontramos orden. A veces se intenta reunir de manera suelta las distintas partes del trabajo. Además, la misma historia se repite con frecuencia, ya sea un episodio en la vida del Buddha o un Jātaka, que se relacionan dos veces una tras otra. Primero en prosa y luego en verso, aunque en una versión más o menos divergente. Pero en varios pasajes, los mismos episodios se repiten con una diferencia insignificante.

Por ejemplo, la leyenda del nacimiento de Buddha se cuenta cuatro veces en lenguajes diferentes. Sin duda, todo el trabajo, tanto la prosa como el verso, está escrito en lo que llamamos «sánscrito mixto», pero este dialecto hace un enfoque variable al sánscrito. Cuanto más diferente es del sánscrito, más antiguo parece.

A pesar de esto y a pesar de la circunstancia de que de este libro apenas aprendemos algo nuevo sobre la vida del Buddha o de los Lokottaravādin, su importancia radica en que conserva muchas tradiciones y versiones antiguas de textos. que también aparecen en el canon Pāli.

Sin embargo, el Mahāvastu, como una mina de Jātakas (cuentos) y otras historias, tiene un valor especial. Una buena mitad del libro consiste en Jātakas que están relacionados en parte con prosa. con versos insertados, o primero en prosa y luego nuevamente en verso. Además, vemos al Bodhisattva ahora como un soberano universal, ahora como el hijo de un comerciante, luego como un Brahman, nuevamente como un príncipe Nāga, como un león, como un elefante, etc. Muchos de los Jātakas son versiones de la misma historia que encontramos en el libro de las Jātakas Pali, armonizando palabra por palabra con el Pāḷi y muchas veces muestran alguna divergencia.

Sin embargo, hay muchos Jātakas y Avadānas en el Mahāvastu que no tienen nada que les corresponda en Pāḷi. En estos se glorifica especialmente una y otra vez la extraordinaria propensión al sacrificio y la generosidad de parte del Bodhisattva.

Muchas de las narraciones llevan la impresión de un carácter brahmánico o purāṇico. Tal es, por ejemplo, la historia de Brahmadatta, que no tiene hijos y le nacen tres pájaros que hablan con voz humana y emiten muchos refranes inteligentes. Esta historia nos recuerda el comienzo del Mārkaṇḍeya Purāna. Y, por cierto, se puede observar que la representación del infierno al comienzo del Mahāvastu tiene puntos de contacto con el mismo Purāna. Sin embargo, es en la tradición Pāḷi que encontramos los cimientos de la visita de Maudgalyayāna al octavo Inferno, así como su estadía en el mundo de las bestias y el mundo de Petas, los Asuras y varios tipos de deidades.

El espíritu de los Puranas es muy similar al de Mahāyāna y muchas de las historias en el Mahāvastu revelan la misma parcialidad de los hechiceros fantasmagóricos asombrosos para realizar los milagros de los santos, tan peculiares en los textos del Mahāyāna.

Y, aunque el Mahāvastu pertenece al Hīnayāna y tiene contactos con muchas cosas que pueden ocurrir o, ocurren realmente, en los textos del Pāḷi theravadin, encarna una buena cantidad de conceptos e ideas que se acercan mucho al Mahāyāna.

Así, por ejemplo, encontramos en el primer volumen una gran sección sobre los diez Bhūmis o lugares por los que debe pasar un Bodhisattva y la descripción de las virtudes que debe poseer en cada una de las diez etapas. En esta sección se ha interpolado un himno al Buddha que de ninguna manera es aquí diferente de Vishnu o Shiva. También está de acuerdo con la idea del Mahāyāna cuando se dice que el poder del Buddha es tan grande que la adoración del Bendito solo basta para el logro del Nibbana. Y que uno se gana a sí mismo mérito infinito cuando uno solo circunvala un stupa y ofrece adoración con flores, etc. Que de la sonrisa del Buddha proceden rayos que iluminan todo el campo del Buddha (Buddhakṣetra) ocurren innumerables veces en los textos de Mahāyāna. También es una concepción mahāyāna cuando se hace mención de un gran número de Buddhas y cuando se afirma que el Bodhisattva no se genera por el padre y la madre, pero se desprende directamente de sus propias propiedades.

Lalitavistara

El Mahāvastu se describe a sí mismo como una obra que pertenece a Hīnayāna, aunque ha asimilado algunas de las características de Mahāyāna. Por el contrario, el Lalitavistara es considerado como uno de los textos más sagrados de Mahāyāna, como un Vaipulya Sutra. Es un libro de texto de contenidos voluminosos y da la designación habitual de un Mahāyāna Sutra y, sin embargo, originalmente el trabajo incluía una vida descriptiva del Buddha para la escuela Sārvāstivādin adjunta al Hīnayāna.

La tradición china en cuanto al Lalitavistara hace que sea una vida del Buddha que representa a la escuela Sārvāstivādin. Sin embargo, la idea de Mahāyāna ya corresponde al mismo título de Lalitavistara que significa la «narrativa exhaustiva de la Mutación del Buddha». Así, la obra de la vida del Buddha en la tierra se caracteriza como la desviación (lalita) de un ser sobrenatural.

Pero mientras que en los textos de Pāḷi, el Maestro es introducido con frases como “Esto he oído” o frases iniciales estereotipadas similares y está rodeado por unos pocos discípulos o, a lo sumo, su conjunto de «500 monjes», e inmediatamente comienza el Sutta propiamente dicho, en el Lalitavistara, como en Todos los Vaipulya Sutras del Mahāyāna, la imagen que se describe del Buddha, es grandiosa rodeada por el resplandor divino. Está rodeado por doce mil monjes y por no menos de treinta y dos mil bodhisattvas, «todos todavía en el camino de un solo renacimiento, todos nacidos con las perfecciones de un Bodhisattva, todos disfrutando del conocimiento de un Bodhisattva, todo en la posesión de una visión de los encantos mágicos «y así sucesivamente.

Durante la vigilia de la noche, el Buddha se sienta hundido en meditación, desde su cabeza emana una corriente de luz que penetra en los cielos y pone a todos los dioses en conmoción. Estos últimos cantan enseguida un himno de alabanza al exaltado Buddha y poco después aparecen Iśvara y las otras divinidades ante el Maestro, que se lanzan a sus pies e imploran que revele el excelente Vaipulya Sutra llamado Lalitavistara para salvación y bendición. del mundo. Mientras hacen panegirismo en términos extravagantes las excelencias del texto revelado por este y aún antes de los Buddhas, el Buddha expresa su asentimiento mediante el silencio. Solo después de estas introducciones circunstanciales, que llenan un gran capítulo, comienza la biografía propia del Buddha, que forma el contenido de la obra.

El Bodhisattva reside en el cielo de los dioses Gratificados (Tusita) en un glorioso palacio celestial. El Bodhisattva ha recibido más de cien epítetos honoríficos y el palacio celestial en el que reside más de una docena. Bajo el sonido de ochenta y cuatro mil tambores, es llamado a descender a la Tierra para comenzar su obra de salvación. Después de largas consultas en las que se sopesan las excelencias y las deficiencias de un gran número de familias principescas, el Bodhisattva finalmente decide renacer en la casa del rey Suddhodana en el vientre de la reina Māyā.

Ella sola posee todas las cualidades de la madre de un Buddha. Perfecta como su belleza, que se describe con el más mínimo detalle, es su virtud y castidad. Además, de todas las mujeres de la India, ella es la única que está en condiciones de soportar al futuro Buddha, ya que en ella se une la fuerza de diez mil elefantes. La concepción procede con la ayuda de los dioses después de que el Bodhisattva se determinó a entrar en el vientre de su madre en forma de elefante.

Los dioses construyen un palacio de joyas en el vientre de la reina Māyā para que el Bodhisattva no permanezca sucio allí durante diez meses. En este palacio de joyas se sienta en su maravillosa ternura. Pero su cuerpo brilla con un brillo glorioso y una luz se expande a kilómetros de la matriz de su madre. Los enfermos vienen a Māyā Devī y se curan de sus enfermedades tan pronto como estos últimos ponen su mano sobre su cabeza. Y cada vez que mira hacia su derecha, ve el Bodhisattva en su vientre «tal como un hombre contempla su propia cara en un espejo claro». El Bodhisattva aún no nacido en el vientre de su madre deleita a los celestiales con sermones piadosos y el dios Brahmā obedece a todos sugerencia. Pero su cuerpo brilla con un brillo glorioso y una luz se expande a kilómetros de la matriz de su madre. Los enfermos vienen a Māyā Devī y se curan de sus enfermedades tan pronto como estos últimos ponen su mano sobre su cabeza.

Y cada vez que mira hacia su derecha, ve el Bodhisattva en su vientre «tal como un hombre contempla su propia cara en un espejo claro». El Bodhisattva aún no nacido en el vientre de su madre deleita a los celestiales con sermones piadosos y el dios Brahmā obedece a todos sugerencia. Pero su cuerpo brilla con un brillo glorioso y una luz se expande a kilómetros de la matriz de su madre. Los enfermos vienen a Māyā Devī y se curan de sus enfermedades tan pronto como estos últimos ponen su mano sobre su cabeza. Y cada vez que mira hacia su derecha, ve el Bodhisattva en su vientre «tal como un hombre contempla su propia cara en un espejo claro». El Bodhisattva aún no nacido en el vientre de su madre deleita a los celestiales con sermones piadosos y el dios Brahmā obedece a todos sugerencia. Esta parte está comprendida en los capítulos 2 a 6.

Como la concepción así también el nacimiento del Bodhisattva. Se acompaña de milagros y portentos. En el Parque Lumbini nace de la manera que conocemos a través de numerosas esculturas, aunque no como un ser humano ordinario, sino como un Ser Exaltado omnisciente, como un Mahāpuruṣa, «El Gran Espíritu». Las flores de loto se esparcen bajo cada paso. De su hijo y del recién nacido que anuncia su grandeza, da siete pasos hacia cada uno de los seis puntos cardinales.

El creador Prajāpati se caracteriza como Puruṣa y Mahāpuruṣa en los Brāhmaṇas y Upaniṣads y, posteriormente, también Brahmā y Viṣhṇu. Los siete pasos del Buddha recién nacido también se explican a partir del mito de la marcha de Viṣhṇu.

Aquí la narración es interrumpida por un diálogo entre Ānanda y el Buddha en el que se muestra vehemencia hacia cada incrédulo que no acredita el nacimiento milagroso del Buddha. La fe en el Buddha se enseña como un componente esencial de la religión. El Buddha dice:

“A todos los que creen en mí les hago bien. Como amigas son para mí quienes se refugian en mí. Y muchos amigos el Tathāgata tiene. Y a esos amigos, el Tathāgata solo habla la verdad, no la falsedad… Creer que Ānanda debe ser tu esfuerzo. Esto te lo recomiendo.”

La razón por la que este diálogo debería aparecer aquí no se debe a un accidente, sino que se basa en el hecho de que, en relación con las leyendas relacionadas con la concepción y el nacimiento del Buddha, la Lalitavistara se distingue de otras escuelas budistas en su extravagancia en cuanto a lo milagroso. Ya no es así en el curso futuro de la narrativa. De hecho, aquí hay muy a menudo una armonía extraordinaria con el relato Pāḷi más antiguo, por ejemplo, el del Mahāvagga del Vinaya Piṭaka, aunque se puede observar, por cierto, que los Gāthās del Lalitavistara parecen más antiguos que los de los correspondientes textos Pāḷi.

Los dos textos en tales casos no dependen uno del otro, pero ambos regresan a una tradición más antigua común. Pero incluso aquí el Lalitavistara tiene mucho de lo que falta en las cuentas más antiguas. Dos episodios en particular son dignos de mención. Uno de estos relatos, en el capítulo 8, muestra cómo el Bodhisattva de niño es llevado por su madre adoptiva al templo y cómo todas las imágenes de los dioses se levantan en sus pedestales para postrarse a sus pies. El otro episodio, capítulo 10, relata la primera experiencia del Bodhisattva en la escuela.

Con un grupo de diez mil muchachos con una inmensa pompa en la que participan los dioses, ocho mil doncellas celestiales, por ejemplo, desparramando flores ante él, el pequeño Bodhisattva celebra su admisión en la escuela de escritura. El pobre maestro de escuela no puede soportar la gloria de la encarnación divina y cae al suelo. Un dios lo levanta y lo tranquiliza con la explicación de que los Bodhisattvas son omniscientes y no necesitan aprendizaje, sino que vienen a la escuela siguiendo el curso del mundo. Luego, el Bodhisattva asombra al maestro de la escuela con la pregunta de cuál de los 64 guiones le iba a enseñar. Y enumera los sesenta y cuatro en los que se incluyen los símbolos chinos y el guión de los hunos, alfabetos de los cuales El maestro no sabía ni los nombres. Finalmente, con los diez mil niños comienza su estudio del alfabeto. Con cada letra del alfabeto, el Bodhisattva pronuncia una máxima sabia.

Como ya sabemos, en la época del Buddha no había escritura ni alfabeto en India. Pero al ser este cuento mucho más tardío se permiten introducir una escuela, una escritura y un alfabeto.

Por otro lado, en su curso posterior, la narrativa de Lalitavistara (capítulos 14-26) se desvía solo un poco de la leyenda que conocemos de otras fuentes; los principales eventos en la vida del Buddha son las cuatro reuniones de las cuales el Bodhisattva aprende sobre la vejez, la enfermedad, la muerte y la renunciación; la huida del palacio; el encuentro con el rey Bimbisāra; Los años de instrucción de Gautama y sus prácticas ascéticas inútiles; la lucha con Māra; la iluminación final y la enunciación de la doctrina al mundo en general a petición del dios Brahmā. Pero incluso aquí el Lalitavistara es notable por sus exageraciones. Mientras que Gotama, por ejemplo, pasa las cuatro semanas después de su iluminación, en nuestro relato más antiguo, en meditación bajo varios árboles (Mahavagga 1, 1-4), en la Lalitavistara, en la segunda semana, sale por un largo paseo a través de miles de mundos y en la cuarta semana realiza una pequeña caminata, que se extiende solo desde el este hasta el oeste del océano. El último capítulo, el 27, sin embargo, es una vez más al estilo de los sutras Mahāyāna, una glorificación del libro de Lalitavistara, y está dedicado a la enumeración de las virtudes y las ventajas que el hombre adquiere por su propagación y reverencia.

De todo esto, es muy probable que nuestro Lalitavistara sea una redacción de un texto Hīnayāna más antiguo expandido y embellecido en el sentido del Mahāyāna, una biografía del Buddha que representa a la escuela Sarvāstivāda. Este supuesto también explica la naturaleza del texto, que de ninguna manera es el trabajo de un único autor, pero es una compilación anónima en la que fragmentos muy viejos y muy jóvenes se encuentran en yuxtaposición. Además, el libro consta, según su forma, de secciones desiguales, una narrativa continua en prosa sánscrita y numerosas piezas métricas, a menudo extensas, en el «sánscrito mixto«. Sólo raramente estos versos constituyen una parte de la narración. Como regla general, se trata de recapitulaciones de la narración en prosa de forma abreviada y más simple y, a veces, también más o menos divergente. Muchas de estas piezas métricas son hermosas baladas antiguas que se remontan a las mismas fuentes antiguas que los poemas del Pāḷi Suttanipāta mencionados anteriormente. Los ejemplos son la leyenda del nacimiento y el episodio de Asita en el capítulo VII, la historia de Bimbisāra en el capítulo XVI y el diálogo con Māra en el capítulo XVIII. Pertenecen a la antigua poesía balada religiosa de los primeros siglos después del Buddha. Pero varios pasajes en prosa también, como el sermón en Benarés en el capítulo XXVI, son asignables al estrato más antiguo de la tradición budista. Por otro lado, los componentes más jóvenes se encuentran no solo en la prosa sino también en la prosa, muchos de los cuales están compuestos en metros altamente artísticos. Tales son Vasantatilaka y Śārdūlavikrīḍita que son tolerablemente.

No sabemos cuándo tuvo lugar la redacción final de la Lalitavistara. Anteriormente se afirmaba erróneamente que la obra ya había sido traducida al chino en el primer siglo de la Era Común. De hecho, no sabemos en absoluto si la biografía china del Buddha llamada Phuyau-king, que se publicó alrededor del año 300 EC, la supuesta «segunda traducción del Lalitavistara», es realmente una traducción de este texto.

Una representación precisa del texto sánscrito está en el tibetano, que fue producida en el siglo quinto. Se puede tomar con certeza que los artistas conocían una versión un poco diferente de nuestra Lalitavistara, que alrededor de 850-900 decoraba con imágenes el famoso templo de Borobudur en Java. Porque estas magníficas escrituras representan escenas en la leyenda del Buddha de una manera como si los artistas estuvieran trabajando con el texto del Lalitavistara en la mano.

Pero los artistas que embellecieron los monumentos greco-budistas del norte de la India con escenas de la vida del Buddha también están familiarizados con la leyenda del Buddha como se relata en el Lalitavistara. Trabajaron sin duda no después del texto, sino de acuerdo con la tradición oral viva. Sin embargo, la armonía entre las esculturas y el texto sánscrito no suele ser de tal carácter que debemos suponer que la tradición literaria a veces estuvo influida por el artista. Sobre el arte y la literatura hubo una influencia mutua.

Mientras que el antiguo arte budista en la época de Aśoka, en los relieves de Bharhut, Sanchi, etc., no conoce ninguna imagen del Buddha sino solo un símbolo (por ejemplo, la rueda) para la persona del fundador, la representación del Buddha es el objeto principal del arte de Gandhāra. En los siglos intermedios, el Buddha se convirtió en un objeto de adoración de los devotos al Buddha fue empujada hacia el punto central de esta nueva “religión”. La era del arte de Gandhāra, que floreció en el siglo II EC, fue también el período de los textos de Mahāyāna que tratan de la leyenda de Buddha.

Es, por lo tanto, pero natural que deberíamos haber conservado en el Lalitavistara tanto la muy antigua tradición, como las cuentas más jóvenes por siglos, de la leyenda del Buddha. Una fuente importante del antiguo budismo es solo allí, donde coincide con los textos pāli y otros textos sánscritos como el Mahāvastu. Pero es erróneo considerar a Lalitavistara en su totalidad como una fuente antigua y fiable para nuestro conocimiento del budismo.

El Lalitavistara tampoco nos da una pista «al budismo popular» de épocas más antiguas, es más bien una clave para el desarrollo de la leyenda de Buddha en sus inicios más tempranos, en la cual solo los eventos principales de la vida del gran fundador de la religión han sido adornados con milagros, hasta la apoteosis final del Maestro en la cual desde Empezar a terminar su carrera se parece más a la de un dios, sobre todo a los demás dioses. Pero desde el punto de vista de la historia literaria, la Lalitavistara es una de las obras más importantes de la literatura budista. De hecho, no es una épica de Buddha propiamente dicha, sino que encarna todos los gérmenes de uno.

Fue a partir de las baladas y episodios que se han conservado en los elementos más antiguos de la Lalitavistara, si bien probablemente no de la misma Lalitavistara, Buddhacarita o Vida de Buddha.

Colección de Discursos Diversos Buddhavamsa 27. Historia de Gotama Buddha

Después de hacer grandes esfuerzos, hemos logrado la omnisciencia suprema de convertirnos en el omnipotente Gotama en el tiempo presente y la gloria de la familia Sākya (Sakyamuni).

Nuestra ciudad es Kapilavatthu, el padre es el rey Suddhodana, la madre nacida se llama «Reina Māyā». He vivido una vida familiar durante veintinueve años. Hay tres castillos maravillosos, Ramma, Suramma, Subhaka. Hay cuarenta mil mujeres con maquillaje. La mujer (esposa) llamada Bhaddakaccānā. Hijo llamado Rāhula.

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