El proceso de paulatina infantilización del ser humano se remonta a la transición entre el hombre de Neanderthal y el humano corriente. La progresiva socialización ha ido haciendo al hombre cada vez más dependiente de la sociedad en la que vive a la vez que esa sociedad se ha ido convirtiendo con el paso del tiempo en estados cada vez más fuertes. Los estados toman la fortaleza robándosela a los individuos, no hay de otra, a los propios o a los ajenos.
El hombre en sí mismo solo tiene dos cosas: su vida y su propiedad. Es lo que intrínsecamente le corresponde. El estado se hace grande precisamente a costa de la vida y las propiedades de sus súbditos. Entendemos vida no solo al mantenimiento de las constantes vitales, sino a todo lo relacionado con su interacción con el medio. Hablamos de su tiempo, de sus creencias, de su cultura, de su salud, de su seguridad, etc.
La infantilización de los individuos los lleva a entregar en sacrificio su vida y su propiedad en aras de los que al “Dios estado” tenga a bien concederles. Ni siquiera ellos pueden decir qué. Es el estado el garante del orden, de la justicia, de la economía, de la salud, del ordenamiento jurídico, de la educación, de la cultura… Basta con mirar las atribuciones que se da a sí mismo el estado para ver todo lo que le ha robado al individuo.
Parece que el Estado es el gran protector, es el padre que vela por sus hijos, el médico en la cabecera de la cama, el guardián en la noche, la madre que enseña… cuando en la realidad es justamente lo contrario: es el juez que te chinga, el policía que te roba, el médico que te asesina, el maestro que te idiotiza…
Los hombres confían, no les queda de otra, en un gobierno compuesto por los peores elementos de la sociedad: gente sin escrúpulos que viven de la mentira, que roban todo lo que les dejan, corruptos e inútiles que venden discursos repetidos a tontos nuevos. Solo hay que ver lo que se requiere para ser jefe de gobierno o parlamentario: o ser analfabeto directamente o, a lo más, tener labia para obligar a una universidad a que le expida los títulos que se le ocurran, pagaderos con el dinero, claro, de los súbditos hoy llamados “ciudadanos”, cuando él tenga el poder.
El poder.
El poder solo existe cuando los individuos se lo entregan a un gobierno.
Y el poder corrompe. Si o sí. Y cuanto más poder, más corrupción. Y cuanta más corrupción menos vida y menos propiedades, o lo que es lo mismo, menos individuo.
Un gobierno con mando en la economía, lo que es una aberración desde su esencia misma, es un productor insaciable de esquemas Ponzi. Crea dinero nuevo para dárselo a sus amigos para que, cuando llegue abajo, no solo no valga nada, sino que ha hecho que el dinero de abajo valga nada. Eso es la inflación, algo “muy deseable y sano para la economía”.
Creará esquemas Ponzi con las pensiones, haciendo que paguen a los de hoy los que mañana no tendrán quienes les paguen.
Creará esquemas Ponzi con las subvenciones, con las ayudas, con los seguros agrarios.
Y cómo no, también con la Universidad. Cuanto más tiempo pasa más títulos hacen falta para conseguir un trabajo que no requiere titulación y, por supuesto, cada vez más caros y, por ende, certificando una formación menguante.
Un gobierno hace prácticamente lo que le da la gana y le permita su banco central. El gobierno detenta el monopolio de la fuerza, porque se le ha cedido. Y se ha entregado a una orgía con ladrones y asesinos.
Es una verdadera pesadilla.
Es como elegir tener de padre a Uriah Heep*.
*Uriah Heep es un personaje de la novela autobiográfica de Charles Dickens “David Copperfield”. Heep no es una persona; Es una máquina malvada. Es como una versión realmente lenta del Terminator, empeñada en destruir a cualquiera y a todos los que lo tienen mejor que él. Y nunca se detendrá, al menos, no hasta que se enfrente a la improbable resistencia del Sr. Micawber, demasiado humano.
David se encuentra con Uriah Heep por primera vez cuando Uriah tiene 15 años y trabaja como empleado de la oficina legal del Sr. Wickfield. (Sabemos desde el principio que este va a ser un mal tipo porque se ve tan repulsivo: tiene una cara pálida, ojos rojos (como Voldemort) y una «mano larga, esquelética, que atrajo especialmente mi atención.»
Estas manos frías, largas y blancas de Uriah Heep representan la inhumanidad del resto de él: es como una cosa muerta, totalmente inmune a cualquier tipo de calor o simpatía humana. David solo tiene 11 años en este momento, pero incluso él es lo suficientemente inteligente como para ver que Uriah Heep no es confiable. Pero a pesar del claro presagio, el juicio de Wickfield está demasiado debilitado por sus propios problemas para darse cuenta de que no debería estar empleando a este niño espeluznante.
Uriah Heep vive con su madre, que está completamente dedicada a él. Ella se parece mucho a Uriah, y ambos están totalmente obsesionados con mantener la apariencia de humildad. Uriah le asegura a David: «Soy muy consciente de que soy la persona más noble que […] Mi madre es también una persona muy noble». (16.90). Todo, para Uriah Heep, es «humilde».
Pero, extrañamente, si te enorgulleces de ser el más bajo, el más arqueado, el que se arrastra por ahí, ¿no es eso una especie de arrogancia? Uriah Heep se felicita constantemente por ser el mejor en algo, incluso si ese algo se arrastra ante sus mejores amigos. Curiosamente, «humildad» es el camino al poder elegido por Uriah Heep. La ambición de Uriah Heep se ha torcido en sí misma. Solo puede expresar su deseo de escalar la escalera social enfatizando qué tan bajo está en ella.
Uriah Heep tiene dos objetivos en mente: (1) quiere apoderarse de la vida del Sr. Wickfield; y (2) quiere culpar a Agnes Wickfield para que se case con él. Esta parte del plan, el matrimonio con Agnes, Uriah Heep le dice a David que los Wickfields vienen a visitar Londres mientras David está trabajando en la oficina de su procurador.
David está absolutamente indignado por el hecho de que un demonio como Uriah Heep pudiera tener diseños para una chica encantadora como Agnes. Pero no siente que realmente pueda advertir a Agnes del peligro porque no es su lugar, y no quiere preocupar a Agnes. Después de todo, no hay nada que pueda hacer directamente para salvar a su padre de las garras de Uriah Heep.
El mayor error de cálculo de Uriah Heep es contratar al Sr. Micawber como empleado. Debido a que Uriah Heep se trata de tramar, engañar y calcular, no puede imaginar que otra persona actuaría genuinamente contra su propio interés. Y realmente parece que Uriah Heep tiene al Sr. Micawber en un barril: el Sr. Micawber está (como siempre) desempleado y endeudado cuando Uriah Heep se abalanza y le ofrece un trabajo con un adelanto sobre el salario del Sr. Micawber. Por primera vez en toda la novela, el Sr. Micawber está financieramente seguro. Entonces, Uriah Heep no piensa ni por un momento que el Sr. Micawber va a mover el bote trabajando contra Uriah Heep.
Pero Uriah Heep está equivocado. El Sr. Micawber se indigna cada vez más por la forma en que Uriah Heep explota al Sr. Wickfield y trata de obligar a Agnes a casarse con él. Por lo tanto, escribe a David y Traddles y les pide que estén presentes cuando se enfrente a Uriah Heep con evidencia de su maldad.
El Sr. Micawber tiene recibos y cuadernos (que Uriah Heep pensó que había quemado), lo que demuestra que Uriah Heep ha estado falsificando la firma del Sr. Wickfield y cocinando los libros. Uriah Heep ha hecho parecer que el Sr. Wickfield ha perdido el dinero de sus clientes cuando en realidad no lo ha hecho. Entonces, ¡la señorita Betsey no es una pobre después de todo!
Para proteger al Sr. Wickfield de una mayor humillación pública, Traddles exige dos cosas: Uriah Heep tiene que entregar su sociedad en el negocio del Sr. Wickfield, y tiene que devolver todo el dinero que ha robado. Uriah Heep está de acuerdo con ambos términos (muy a regañadientes) y queda libre.
Pero eso no es lo último que escuchamos de él: vemos a Uriah Heep en la prisión, el señor Creakle está huyendo. Él es el prisionero número veintisiete. Sin embargo, Uriah Heep aún está pendiente de sus viejos trucos, fingiendo ser tan «humilde» y arrepintiéndose de todos sus pecados. Pero está claro que está tan lleno de malicia y odio por todo el mundo, y especialmente por David, como siempre.
Sin embargo, el tonto Sr. Creakle está absolutamente absorto y trata a Uriah Heep como un prisionero modelo. Pero, de todos modos, se ha confirmado que Uriah Heep no ha aprendido nada de su encuentro con el Sr. Micawber.
Por qué Uriah Heep es horrible
Lo que ha puesto a Uriah Heep en este camino hacia el crimen es en realidad bastante interesante. Su origen es muy pobre y se crio en una escuela administrada por una organización benéfica. Uriah ha pasado toda su vida diciéndole que tiene que estar agradecido por todo lo que recibe. Le han dicho que tiene que ser humilde, porque tiene la suerte de obtener algo de todas estas personas que son mejores que él. La humillación y degradación de este tipo de tratamiento lo ha llenado con tanta rabia contra todo el mundo que hará todo lo posible para arruinar la vida de las personas de las clases sociales más altas.
En el universo moral de esta novela, hemos visto muchos indicios de que Dickens aprueba que los hombres mejoren sus vidas a través del arduo trabajo en una profesión; después de todo, como Uriah Heep, tanto David como Traddles se convierten en funcionarios de la ley y logran cierta estabilidad social. resultado. Lo que diferencia a Uriah Heep de estos dos es que nunca conecta su deseo de mejorar su propia vida con un interés general y comprensivo en las vidas de otras personas. Es enteramente, totalmente egoísta, lo que puede ser su mayor defecto moral.
Pero este egoísmo es el resultado de una larga historia que se ha reducido: los Heeps se han mantenido humildes durante generaciones. David es un caballero, e incluso cuando es pobre, se le permite esperar mejor de sí mismo. Después de todo, incluso en la fábrica, los hombres como Mick Walker mantienen el respeto por David. Quizás una de las razones por las que Uriah Heep es un personaje tan peligroso en esta novela es que realmente desafía los límites de la clase, de una manera que ninguno de los personajes que están contentos con el nacimiento y las oportunidades superiores de David lo hacen.
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