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Foto del escritorTomás Morales y Durán

El Dhamma Rejuvenece

No todos los efectos del Dhamma suceden a nivel mental, mejorando increíblemente nuestras capacidades de todo tipo. El Dhamma también tiene efectos físicos perfectamente visibles. El Dhamma rejuvenece. Y no un poco, mucho. Y no solo te quita años, es que te hace crecer y no solo “espiritualmente” sino físicamente, tanto a lo alto como a lo ancho y no necesariamente a lo profundo… El Dhamma puede provocar cambios radicales en la complexión de tu cuerpo, en su estructura, en su complexión, en su altura y en su bioquímica. Nunca diste mejores indicadores en un chequeo médico. Sano como una manzana sana. Alto como un árbol. Grande como un armario. Y diez años más joven. Si el Dhamma es para ti, esto te dará lo mismo, pero es un buen indicador de que lo estás logrando. Si pasas tiempo mirando canas, o arrugas, empléalo en practicar correctamente y verás cómo canas y arrugas se disuelven. Considerando que gozas de una paz total, con un estrés nulo, rejuvenecer podría ser una clara consecuencia. Aunque lo de crecer… Majjhima Nikaya 85 Brahmarajakumara Sutta Entonces, príncipe, cuando consideré que mi estadía en Uruvela era suficiente, partí de ahí y me dirigí hacia Benarés. En esta ocasión, mientras caminaba a lo largo de la ruta que va desde Gaya al Árbol de la Iluminación, me vio el Ajivaka Upaka en el camino y, viéndome, me habló de esta manera: ‘Amigo, tus órganos sensoriales son realmente puros, tu tez, brillante y muy clara» Majjhima Nikaya 26 Pasarasi Sutta “Entonces, monjes, cuando consideré que mi estadía en Uruvela era suficiente, partí de ahí y me dirigí hacia Benarés. En esta ocasión, mientras caminaba a lo largo de la ruta que va desde Gaya al Árbol de la Iluminación, me vio el Ajivaka Upaka en el camino y, viéndome, me habló de esta manera: ‘Amigo, tus órganos sensoriales son realmente puros, tu tez, brillante y muy clara.» Saṁyutta Nikaya 28.1 Vivekaja Sutta En una ocasión, el Venerable Sariputta estaba morando en la arboleda Jeta del parque de Anathapindika cerca de Savatthi. Entonces, una mañana temprano, el Venerable Sariputta se vistió y, tomando su cuenco y el hábito exterior, entró en Savatthi en busca de las limosnas. Y después de haber recorrido el Savatthi en busca de la comida, volvió de esa su habitual ronda, se alimentó y se fue a la arboleda del Hombre Ciego donde se sentó debajo de un árbol para pasar allí su morada diurna. Entonces, cuando se hizo de tarde, el Venerable Sariputta emergió de su reclusión y se fue a la arboleda Jeta del parque de Anathapindika. Y el Venerable Ananda lo visualizó viniendo desde cierta distancia y le dijo: “Amigo Sariputta, tus rasgos faciales aparecen serenos, la complexión de tu rostro es pura y brillante. ¿En qué morada el Venerable Sariputta pasó hoy el día?” “He aquí, amigo, recluido de los placeres sensuales, recluido de los perniciosos estados mentales, entré y moré en el primer jhana, el cual es acompañado por el pensamiento aplicado y sostenido, con entusiasmo y placer nacidos de la reclusión. Pero, aun así, amigo, no se me había ocurrido esto: ‘estoy logrando el primer jhana’, ‘he alcanzado el primer jhana’ ni ‘emergí del primer jhana’”. “Eso tiene que ser porque el ‘haciéndolo yo’, ‘haciéndolo mío’ y las tendencias subyacentes de la presunción han sido completamente desarraigados en el Venerable Sariputta y desde hace mucho tiempo semejantes pensamientos no surgen en él”. Saṁyutta Nikaya 28.9 Niridhasampatti Sutta En Savatthi. En una ocasión, el Venerable Sariputta estaba morando en la arboleda Jeta del parque de Anathapindika cerca de Savatthi. Entonces, una mañana temprano, el Venerable Sariputta se vistió y, tomando se cuenco y el hábito exterior, entró en Savatthi en busca de las limosnas. Y después de haber recorrido el Savatthi en busca de la comida, volvió de esa su habitual ronda, se alimentó y se fue a la arboleda del Hombre Ciego donde se sentó debajo de un árbol para pasar allí su morada diurna. Entonces, cuando se hizo de tarde, el Venerable Sariputta emergió de su reclusión y se fue a la arboleda Jeta del parque de Anathapindika. Y el Venerable Ananda lo visualizó viniendo desde cierta distancia y le dijo: “Amigo Sariputta, tus rasgos faciales aparecen serenos, la complexión de tu rostro es pura y brillante. ¿En qué morada el Venerable Sariputta pasó hoy el día?” “He aquí, amigo, trascendiendo completamente la base de la ni-percepción-ni-no-percepción, entré y moré en el cese de la percepción y sensación. Pero, aun así, amigo, no se me había ocurrido esto: ‘estoy logrando el cese de la percepción y sensación’, ‘he alcanzado el cese de la percepción y sensación’ ni ‘emergí del cese de la percepción y sensación’”. “Eso tiene que ser porque el ‘haciéndolo yo’, ‘haciéndolo mío’ y las tendencias subyacentes de la presunción han sido completamente desarraigados en el Venerable Sariputta y desde hace mucho tiempo semejantes pensamientos no surgen en él”.

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