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Foto del escritorTomás Morales y Durán

El Dhamma Murió Asesinado por la Banda de Mahakassapa

Mucho han tardado los expertos en determinar que el Dhamma del Buddha está muerto, pero lo confirman: falleció y además su cadáver no aparece. Lo que sí está clara es la hora de su muerte que fechan pocos meses después de su parinibbāna. Las pruebas de su fallecimiento, a pesar de ser evidentes, se ha tardado en comprobarlas: el Dhamma no da señales de vida, no ilumina. Por muchos esfuerzos que se han venido realizando por parte de miles de personas no se ha logrado que se reavive. El Dhamma no ilumina. El Dhamma está muerto. El momento de la muerte se remonta a las reuniones previas al Primer Concilio. Aun estando calientes las cenizas del Buddha. En el momento de su muerte, Mahakassapa era considerado por todo el discípulo principal del Buddha al haber muerto tanto Moggallana como Sariputta, dos arahants a los que el Buddha consideraba que eran sus mejores amigos. Como el Buddha, en sus instrucciones finales no dejó a nadie su Sangha, no es impensable considerar que el mayor afectado no podía ser más que Mahakassapa. Los movimientos que hizo los días posteriores parecen abonar esta hipótesis. Todo lo que se le ocurre es montar rápidamente una secta, que fuera él quien la liderara. Para ello, convoca a todos los discípulos del Buddha que puede. A mano solo tiene a unos 500, faltando más de la mitad. Todo lo necesario para montar una secta son cinco cosas: adeptos, una doctrina y una disciplina, apoyo económico y apoyo político. Si contaba con suficiente número de adeptos, de forma que la secta resultante pudiera hacerse pasar por los discípulos del mismo Buddha, el apoyo económico y el político del rey Ajatasattu lo tendrían. Por tanto, lo que había que montar, y rápidamente, un dhamma y una disciplina. ¿Quiénes podrían ayudarle a hacerlo? ¿Quiénes serían los autores materiales del asesinato del Dhamma? Pensó en Ananda para los suttas y en Upala, para el Vinaya. No era la mejor elección, pero podría funcionar. Ananda estuvo trabajando de asistente del Buddha durante años, recordando discursos, recordando anécdotas, sirviendo bien al Buddha. Era muy popular, lo que era interesante en aras de conseguir el apoyo de todos los bhikkhus. Había un problema: Ananda era un perfecto incompetente. Era popular y tenía buena memoria, pero no tenía ni idea de cómo se hacía para iluminarse. De hecho, ¿cabe mayor incompetencia que estar años y años al lado del Buddha, presenciando como la gente se ilumina, y no ser capaz de iluminarse? Este hecho acarreaba dos problemas. El primero, de índole técnica, era que el resultado de montar un dhamma a partir de la ignorancia manifiesta no podía ser bueno. Pero eso, no era importante. Mahakassapa ideó una asamblea de arahants, que diera empaque a su plan, de forma que ellos respaldasen lo que saliera de allí. El problema era que los ponentes no lo eran. Upāli era un cabeza de familia y que logró la entrada en la corriente. Era solo un aprendiz. Pero eso podía arreglarse. De la noche a la mañana, surgió el milagro: Ananda se ilumina completamente justo antes de entrar en la cueva. Y, además, lo hizo sin recurrir para nada a lo que le aconsejó el Buddha… Resuelto el asunto de Ananda, ahora había que buscar a Upāli, ya que dicen que el Buddha dijo que sabía mucho sobre el Vinaya (de hecho, en una ocasión Upala le preguntó que para qué servía el Patimokkha), y ni siquiera era bhikkhu, era un laico cabeza de familia O sea, una chapuza. En un tiempo récord, Mahakassapa consigue que un grupo importante de bhikkhus entrara en la cueva a oír lo que Upāli y a Ananda iban a proponer. Mahakassapa mismo hizo todas las preguntas relacionadas con el Vinaya y el Dhamma tanto a Upala y Ananda. Este consejo fue llevado a cabo cerca de siete meses en la cueva de la colina Vebhara (o Vaihara) cerca de Rajagaha. Una vez cerrado el capítulo de la elaboración del dhamma y disciplina de la secta, ahora tocaba someter a todos los antiguos discípulos de Buddha a ella. Los venerables Gavampati, Purana y más de 500 bhikkhu más, que se mantuvieron al margen de las maniobras de Mahakassapa, al ser conminados a someterse a su nuevo dhamma, lo rechazaron diciendo que se quedaban con el Dhamma del Buddha, que oyeron de su boca y que mantenían en su memoria. Mahakassapa provoca el primer cisma en el Sangha y se queda con menos de la mitad de los seguidores del Buddha. Gavampati, Purana y los demás se perdieron con la palabra del Buddha en sus mentes, una palabra pronunciada para ellos, entre las bambalinas de la Historia para no volver a saber más de ellos. Sin embargo, Mahakassapa con la ayuda y cooperación del rey Ajatasattu logra afianzar su nuevo dhamma. Después de Ajatasattu varios reyes como Udayibhadda, Anuruddha y Nagadasaka ascendieron al trono de Magadha y gobernaron simultáneamente durante cincuenta años. Pero no oímos nada sobre el progreso del budismo en los reinados de estos reyes que no eran religiosos ni hicieron ninguna contribución a su propagación. No pudo obtener ningún apoyo en los alrededores, es probable que había perdido su popularidad y el dhamma cismático cayó en el declive durante estos años. Con la muerte de Nagadasaka, Sisunaga, su ministro, tomó el trono y Vesali fue su capital. Su hijo, Alaska, se hizo rey. Él era el rey de Magadha por cerca de veintiocho años. Fue durante su reinado el Segundo Concilio Budista se celebró en Vesali. Mientras hubo reyes que apoyaran este dhamma, expansionaría y se haría popular. No contener semilla alguna de Iluminación la hizo mucho más útil puesto que podía ser maleable a los deseos y necesidades del monarca y su tiempo. Así se fue adaptando y expandiéndose. Pero en aquellos sitios en los que el apoyo estatal cesó, declinó y desapareció, como en la propia India tan pronto como la dinastía Gupta tomó el poder. Si pensabas que seguías al Buddha, sus textos, su Dhamma estabas equivocado. Esos textos “sagrados”, como mucho, se aproximan al dhamma negro de Mahakassapa y su venganza histórica sobre el Buddha, por no haberle hecho su sucesor. La ventaja de los vivos radica en que los muertos no pueden defenderse.

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