Como dijo una vez el inolvidable torero Rafael Guerra “Guerrita” y quedó grabado a fuego: “Lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible”.
El Buddha era analfabeto.
Y es que no podía ser de otro modo: en la India en su época no había escritura ni alfabeto ni nada parecido. Así que, si no hay escritura, no se puede escribir y si no se puede escribir, no se puede leer. Y si no se puede leer ni escribir, no se puede aprender a leer ni a escribir, por tanto, según la definición de la RAE:
analfabeto -ta. ‘[Persona] que no sabe leer ni escribir’.
La gente imagina al Siddharta de la leyenda rosa en palacios magnificentes con criados infinitos y placeres sin cuento, con cortesanos cultos e institutrices doctas todos al servicio del príncipe más feliz de todos los tiempos…
Ese personaje nada tiene que ver con el Buddha, hijo de un campesino rico que vivió en una época donde un palacio se diferenciaría poco de una cuadra de animales y donde la cultura era oral. Todo se aprendía de memoria y se transmitía de boca a oreja, con una sociedad en la que los brahmines aprendían los textos sagrados, los vedas, de sus maestros, generación tras generación. El Buddha ni siquiera era brahmán. Los únicos maestros que tuvo, le enseñaron prácticas meditativas, pero no teoría.
No había escritura, no había forma de dejar plasmados los pensamientos para el futuro sino en la memoria de los discípulos que venían siendo el sistema de registro de la doctrina. El maestro hablaba y el discípulo recordaba.
La pregunta que nos haríamos es: ¿cómo es posible que en el siglo VI aEC en la India no hubiera algún tipo de sistema de escritura, aunque solo fuera para dejar grabados los vedas?
Esta es la historia de los lenguajes en India.
Aunque uno de los cuatros primeros focos de escritura fue la civilización Harappa o del Valle del Indo, junto con Egipto con los jeroglíficos, China con sus ideogramas y Babilonia con la escritura cuneiforme, esta cultura fue discontinuada después de la invasión aria.
La escritura del Indo (también conocido como Escritura de Harappa) es un corpus de símbolos producidos por la Civilización del Valle del Indo durante los períodos Kot Diji y Harappa Tardío entre 3500 y 1900 aEC. La mayoría de las inscripciones que contienen estos símbolos son extremadamente cortas, por lo que es difícil juzgar si estos símbolos constituyen una escritura utilizada para grabar un idioma, o incluso simbolizan un sistema de escritura. A pesar de muchos intentos, esta escritura aún no ha sido descifrada, pero los esfuerzos continúan. No hay inscripción bilingüe conocida para ayudar a descifrar la escritura, y ésta no muestra cambios significativos en el tiempo. Sin embargo, parte de la sintaxis (si es lo que puede denominarse) varía según la ubicación.
La primera publicación de un sello con símbolos de Harappa data de 1875, en un dibujo de Alexander Cunningham. Desde entonces, se han descubierto más de 4.000 objetos inscritos, algunos tan lejanos como Mesopotamia. A principios de la década de 1970, Iravatham Mahadevan publicó un corpus y una concordancia de inscripciones del Indo con una lista de 3,700 sellos y 417 signos distintos en patrones específicos. También encontró que la inscripción promedio contenía cinco símbolos y que la inscripción más larga contenía solo 14 símbolos en una sola línea.
Se ha argumentado que la escritura del Indo ni siquiera es lingüística, fundamentalmente por la extrema brevedad de las inscripciones, la existencia de demasiados signos raros (que aumentan a lo largo del período de 700 años de la civilización Harappa Tardío) y la falta de la repetición de signos de apariencia aleatoria que es típica del lenguaje.
Estos factores son considerados como los mayores obstáculos para un desciframiento exitoso:
El lenguaje subyacente no se ha identificado.
La longitud promedio de las inscripciones es menos de cinco signos, el más largo solo tiene 26.
No se han encontrado textos bilingües (como una piedra de Rosetta).
El erudito ruso Yuri Knorozov sugirió, basándose en el análisis por computadora, que el idioma dravidiano es el candidato más probable para el lenguaje subyacente de la escritura. Esta sugerencia fue precedida por los trabajos de Henry Heras, quien también sugirió varias lecturas de signos basadas en un supuesto protodravidiano.
El erudito finlandés Asko Parpola llegó a la misma conclusión. Parpola lideró un equipo finlandés en los años 60 y 80 que, al igual que el equipo soviético de Knorozov, trabajó en la investigación de las inscripciones mediante análisis computarizado. Sobre la base de un supuesto protodravídico, los equipos propusieron lecturas de muchos signos. Mucha gente estuvo de acuerdo con las lecturas sugeridas de Heras y Knorozov, una de esas lecturas se legitimó cuando la palabra dravídica para ‘pez’ y ‘estrella’, ‘min’ se insinuó a través de dibujos de ambas cosas juntas en los sellos de Harappa.
En cualquier caso, las últimas inscripciones de este sistema de escritura datan del 1900 aEC.
Las migraciones indo-arias comenzaron en aproximadamente 1800 BCE, después de la invención del carro de guerra, y también trajeron las lenguas indo-arias al Levante y posiblemente a Asia Interior. El origen común de las lenguas protoindoeuropeas se halla en las estepas Ponto-Caspianas, una gran área de pastizales en el extremo oriental de Europa en el quinto y cuarto milenio aEC. Las migraciones indoeuropeas comenzaron al principio del segundo milenio aEC. El cambio climático y la sequía pueden haber desencadenado tanto la dispersión inicial de los hablantes indoeuropeos como la migración de indoeuropeos desde las estepas en el sur de Asia central y la India.
En el segundo milenio aC, la aridificación generalizada provocó escasez de agua y cambios ecológicos tanto en las estepas euroasiáticas como en el subcontinente indio. En las estepas, la humidificación llevó a un cambio de vegetación, lo que provocó mayor movilidad y transición a la ganadería nómada. La escasez de agua también tuvo un fuerte impacto en el subcontinente indio, provocando el colapso de las culturas urbanas sedentarias en el sur de Asia central, Afganistán, Irán e India, y desencadenando migraciones a gran escala.
Las gentes de habla indo-aria pueden haber sido un grupo genéticamente diverso que se unieron mediante normas culturales y lenguaje compartidos, denominados aryā o «noble». La difusión de esta cultura e idioma se llevó a cabo mediante los sistemas cliente-cliente, lo que permitió la absorción y la aculturación de otros grupos en esta cultura, y explica la fuerte influencia en otras culturas con las que interactuó.
La teoría de la migración indo-aria es parte de un marco teórico más amplio. Este marco explica las similitudes entre una amplia gama de idiomas contemporáneos y antiguos. Combina la investigación lingüística, arqueológica y antropológica. Esto proporciona una visión general del desarrollo de las lenguas indoeuropeas y la propagación de estas lenguas indoeuropeas mediante la migración y la aculturación
Existe un acuerdo general de que los indios del norte y del sur comparten una ascendencia materna común. India alberga dos componentes ancestrales principales: los Indios Ancestrales del Norte que están «genéticamente cercanos a Oriente medio, asiáticos centrales y europeos, y los indios ancestrales del sur que son claramente distintos de los del Norte. Estos dos grupos se mezclaron en la India entre el 2200 aEC y 100 EC, luego se produjo un cambio a la endogamia, posiblemente por la aplicación de valores y normas sociales por parte de los reyes de la dinastía hinduista Gupta.
Se estima que la separación de la lengua proto-indo-iraní en sánscrito védico y védico, por razones lingüísticas, ocurrió alrededor del 1800 aC o antes. La fecha de composición de los himnos más antiguos del Rgveda es, en el mejor de los casos, imprecisa, y se estima que es aproximadamente 1500 aC. Los himnos del Rgveda se componen en un lenguaje sagrado basado en el lenguaje natural hablado en Gandhara durante la fase temprana de la cultura de la tumba de Gandhara al final de la Edad de Bronce en la India. Este lenguaje litúrgico a lo largo de los siglos siguientes se separó de las lenguas vernáculas habladas y se conoció como «artificial» o «elaborado». El lenguaje, en contraste con el vernáculo prākṛta o prácrito o «natural» o «sin refinar» para el final del período védico.
En su libro de himnos sagrados, Rgveda, los arios describen la patria que dejaron en algún momento del II milenio aEC penetrando en el norte de India. Uno de los primeros testimonios escritos en lenguas indoeuropeas está en sánscrito védico, la lengua en que se compusieron los textos védicos. Al menos a partir del primer milenio a. C. se extendió por el tercio septentrional de la India, en una escritura llamada brāhmi.
La historia temprana de la escritura en sánscrito y otros idiomas en la antigua India es un tema problemático a pesar de un siglo de investigaciones. El período védico que apareció después de la civilización del valle del Indo y si existieron escrituras para el sánscrito védico, no han sobrevivido. Los estudiosos generalmente aceptan que el sánscrito se originó en una sociedad oral, y que una tradición oral preservó la extensa literatura védica y sánscrita clásica.
Lipi es el término en sánscrito que significa «escritura, letras, alfabeto». Se refiere contextualmente a escritura, el arte o cualquier forma de escribir o dibujar. El término, en el sentido de un sistema de escritura, aparece en algunos de los primeros textos budistas, hindúes y jainistas. Astadhyayi, de Pāṇini, compuso en algún momento alrededor del siglo V o IV aC, por ejemplo, menciona lipi en el contexto de un guión de escritura y un sistema educativo en su época, pero no menciona la escritura.
Varios textos budistas tempranos y Jainistas, como el Lalitavistara Sūtra y Pannavana Sutta incluyen listas de numerosos guiones de escritura en la antigua India. Sin embargo, la confiabilidad de estas listas ha sido cuestionada y no se ha encontrado la evidencia empírica de los sistemas de escritura en forma de inscripciones sánscritas o prácritas anteriores al siglo III aEC.
Los sistemas de escritura más antiguos para sánscrito son la escritura Brāhmi, la escritura Kharoṣṭhī relacionada y los derivados Brāhmi. El Kharosthi se usó en la parte noroeste del subcontinente indio y se extinguió, mientras que el Brāhmi se usó en todo el subcontinente junto con escrituras regionales como el Antiguo Tamil. De estos, los registros más tempranos en el idioma sánscrito están en Brāhmi, una escritura que luego evolucionó en numerosas escrituras índicas relacionados con el sánscrito, junto con otras del sudeste asiático (birmano, tailandés, lao, jemer, otros) y otras muchas escrituras asiáticas extintas como las descubiertas junto con los Kharosthi en la Cuenca Tarim del oeste de China y en Uzbekistán. Las inscripciones más extensas que han sobrevivido en la era moderna son los edictos de roca y las inscripciones en pilares del emperador Maurya Ashoka del siglo III a.EC, pero no están en sánscrito.
En resumen, la escritura en la India desaparece en el 1900 aEC con la civilización Harappa y no vuelve a aparecer hasta finales del siglo III aEC, aunque indiciariamente podría existir algún tipo de Lipi, o escritura uno o dos siglos antes. En cualquier caso, siempre posteriores al siglo VI aEC en el que el Buddha vivió.
En resumen, sin escritura no se lee ni se escribe, solo se memoriza. El sistema empleado por el Buddha de suttas o discursos venían siendo una especie de “dictados” para que sus discípulos los memorizaran. Por eso, siempre eran públicos.
Cuando el Buddha daba un discurso, lo que hacía era “escribirlo” en la memoria de sus discípulos. Así se entiende la necesidad de un Sangha, que funcionalmente equivaldría hoy a hojas de papel o una computadora. Y la difusión la hacía a pie, a lo largo de innumerables viajes por el valle del Ganges a lo que sería hoy equivalente a hacerlo por Internet con el evidente ahorro en costes, personal, tiempo y esfuerzo.
Resumiendo.
“Lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible”: si no existía ningún sistema de escritura, todos eran analfabetos.
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