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Foto del escritorTomás Morales y Durán

El Buddha Bipolar

Solo se necesita acercarse a los suttas de forma objetiva para empezar a darse cuenta de las razones por las cuales el buddhismo fracasó. Una buena parte de la responsabilidad recae en sus seguidores porque no fueron capaces de mantener, conservar y transmitir el legado que el Buddha les regaló. Pero la culpa no es solo de ellos, definitivamente. Una buena parte de la responsabilidad recae en el mismo Buddha cuyas decisiones políticas no fueron acertadas en absoluto. Y lo peor es que sus seguidores han tenido la tendencia irracional de endiosarle, de forma que jamás salió una crítica, ni una advertencia, nada. Así que su doctrina y su políitca (referente al manejo y control de su Sangha) o dicho de otra forma su Dhamma-disciplina se aceptó igual que se aceptaron las órdenes de un Hitler terminal desde un búnker al que solo llegaban buenas noticias mientras todo se derrumbaba. Y buena parte de esto se debe a su carácter. Una clave para poder entender la personalidad del Buddha son las consecuencias negativas que conlleva una inteligencia impresionante. Estas se traducen en dos aspectos que veremos dan con la raíz de todos los problemas. Según el relato en primera persona recogido en el MN 85 – Con el Príncipe Bodhi-, después de varios años investigando todo tipo de métodos de expandir la mente usando la manida técnica de la prueba-error, se acuerda del episodio donde logró jhānas unos años antes, y se le ocurre probarlo, y en sólo 36 horas recorre todas las jhānas y se ilumina. Esto que parece prodigioso, es terrible. Este fenómeno me es extremadamente familar. Durante una época me dio por coleccionar carreras solo por coleccionarlas. Las aprobaba tan rápido, con las mejores calificaciones y sin esfuerzo, que nunca llegaba a enterarme de nada. Era después, si el tema de la carrera podía serme de utilidad, cuando recurría a mis compañeros, a los que les rogaba que me explicaran un poco de qué iba todo eso, ante su total sorpresa. Puede parecer gracioso pero no lo es. Es un verdadero problema. Las consecuencias de la rapidísima iluminación del Buddha están recogidas a lo largo y ancho de los suttas y en el cuerpo principal de su Dhamma: no procedimentó. Supo que lo hizo, pero nunca se puso a averiguar cómo lo hizo. Así que le fue imposible explicarlo a sus discípulos y menos a la posteridad. El MN 85 es una auténtica joya para adentrarnos en la personalidad del Buddha, de que no sabemos ni siquiera su nombre, porque no quiso que se supiera, per que si nos desvela los secretos de su personalidad. En cuanto se ilumina decide que lo ha logrado; que es correcto, y que no lo va a enseñar; que es una opción. Después, de repente le da un subidón, cambia repentinamente de idea y dedice que lo va a enseñar. Si la iluminación fuera solo para él, el trabajo está concluido. Pero no. En lugar de volverse a donde estuvo meditando para ponerse a trabajar en serio poniendo todas las ideas y experiencias en claro, analizando cómo lo había hecho, desarrollando así un método, y optimizando ese mismo método, mediante la técnica de la prueba y error, que tan bien le había resultado, no hace nada de eso. Se deja llevar por su repentino entusiasmo y se echa a los caminos a buscar a sus dos viejos maestros para contárselo todo. Esta es la descripción de libro de un episodio maníaco. Y como muchos episodios de manía acabará en desastre. Los episodios maníacos suelen durar poco, pero si el subidón es muy fuerte pueden pasar incluso semanas. Y aquí le vemos en busca de sus dos maestros y averigua que ambos han muerto. Si el episodio maníaco hubiera sido moderado, este hecho hubiera sido suficiente para que se calmara, y retomara la idea de enseñar, y así analizar qué iba a necesitar para hacerlo. Pero no. Se fue como una moto en busca de sus viejos colegas de penurias penitenciales que andaban bien lejos, en Sarnath, un barrio de Vanarasi. En el camino vemos cómo la manía no solo no se había calmado sino que iba a más, probablemente alimentada por sus pensamientos en estas correrías por la llanura gangética. Se encontró con el asceta desnudo Avijaka Upaka y ahí mismo le soltó esto: Victorioso sobre todo, conocedor de todo, soy yo, entre todas las cosas incorruptibles, dejando todo, libre de la muerte y la avidez, conociendo por mí mismo, ¿a quién podría yo seguir? Para mí, no hay maestro, uno como yo, no existe, en este mundo con sus devas, no hay nadie igual a mí. Desde que soy perfecto en el mundo, el maestro supremo soy yo. Yo sólo soy el Despierto a todo, llegué a estar sereno, a alcanzar el Nibbana. Para poner en movimiento la rueda del Dhamma, voy a la ciudad de Kasi, tocando el tambor de la inmortalidad, en el mundo que llegó a enceguecer. Prueba inequívoca del subidón que aun llevaba. Pero el asceta desnudo Upaka le replica: «De acuerdo a lo que reclamas, amigo, deberías ser el victorioso de lo interminable». Como yo, son los victoriosos, realmente, quien ha conseguido destruir las impurezas; desvanecidas fueron por mí, todas las cosas perjudiciales, así que, soy yo, Upaka, el victorioso. Upaka, el asceta desnudo, habiendo dicho: ‘Esto puede ser, amigo’, sacudió la cabeza y se fue por otro camino. Esto le cae como un jarro de agua fría y, como pasa siempre, viene la depresión. Ahora va, muchísimo más humildemente hacia sus antiguos amigos y, en lugar de exponer el Dhamma en su grandeza, de razonar nada, les deja caer, como el que no quiere la cosa que el sufrimiento existe, no?. Y hace, desde su misma depresión, un análisis exacto del sufrimiento, aprovechando justamente esa misma experiencia por la que estaba pasando. Lo que muchos buddhistas no entienden es que el fin del sufrimiento es solo un item de los más de 100 que aporta la iluminación y no es ni mucho menos el más espectacular o importante. Pero era el efecto que tenía a mano en ese momento, y como fue el primer discurso que dio (el segundo, si contamos el chasco de Upaka) se le dio una importancia exagerada. Este episodio bipolar va a determinar todo el Dhamma del Buddha posteriormente durante su vida y mucho después. Se dejó llevar por el subidón y no procedimentó. Se echo a los caminos y no fijó cómo lo había hecho, asi que, no le resulto nada fácil enseñarlo. El Dhamma es una realidad trascendente. Está ahí, pero hay que saber verla. La forma normal, racional, inteligente de enseñar algo es justo eso enseñarlo, mostrarlo, hacérselo ver a sus discípulos. No es lógico pasarse cuarenta y cinco años, India arriba, India abajo, contando cómo es y no simplemente enseñarle a la gente a verlo. Prueba de lo que digo me la vuelven a dar los suttas. Si el Dhamma es experiencial, lo lógico es que más del 80% de los suttas sean métodos de experimentarlo. Pues no. Solo el 0,026%. Tres. Solo tres. Y dos de ellos están repetidos. Todo lo que aporta el Buddha para lograr jhānas es este texto, extraído del Mahāsatipatthna Sutta: «Y ¿cómo, monjes, el monje mora contemplando el cuerpo como cuerpo? He aquí, monjes, el monje va al bosque, al pie de un árbol o a una choza vacía y se sienta; habiendo cruzado las piernas, pone su cuerpo erguido y establece su atención consciente enfrente. Siempre conscientemente atento inhala y conscientemente atento exhala. Cuando hace una inhalación larga, entiende: ‘mi inhalación es larga’; o cuando hace una exhalación larga, entiende: ‘mi exhalación es larga’. Cuando hace una inhalación corta, entiende: ‘mi inhalación es corta’; o cuando hace una exhalación corta, entiende: ‘mi exhalación es corta’. Y se entrena así: ‘Voy a inhalar experimentando el cuerpo entero’; y se entrena así: ‘Voy a exhalar experimentando el cuerpo entero’. Y se entrena así: ‘Voy a inhalar calmando las formaciones corporales’; y se entrena así: ‘Voy a exhalar calmando las formaciones corporales’. Al igual que un hábil tornero o su aprendiz, al hacer un gran giro entiende: ‘estoy haciendo un giro grande’; o al hacer un giro pequeño entiende: ‘estoy haciendo un giro pequeño’, de la misma manera, monjes, el monje, cuando hace una inhalación larga, entiende: ‘mi inhalación es larga’… y se entrena así: ‘Voy a exhalar calmando las formaciones corporales’. «De esta manera mora contemplando el cuerpo como cuerpo internamente, o mora contemplando el cuerpo como cuerpo externamente, o mora contemplando el cuerpo como cuerpo de ambas formas: interna y externamente. Mora contemplando la naturaleza del surgimiento en el cuerpo, o mora contemplando la naturaleza del cese en el cuerpo, o mora contemplando ambas cosas: la naturaleza del surgimiento y la naturaleza del cese en el cuerpo. O, estando consciente de que ‘he aquí el cuerpo’, simplemente se establece en él en la medida necesaria para un conocimiento descubierto y la atención consciente. Y mora con independencia, no apegado a nada en el mundo. Es así, monjes, cómo el monje mora contemplando el cuerpo como cuerpo. Esto, aunque parezca mentira, es un método para lograr la primera jhāna. Eso sí, le falta más de la mitad. Y la explicación es terrible. Éste es el resultado palmario de alguien que lo sabe hacer pero no se ha puesto a reflexionar cómo se hace, y por qué se hace, y cómo funciona y por qué funciona. Así, tal como está, no hay modo de meditar y sin saber meditar es imposible iluminarse. Y la primera jhānas es sólo el primer paso de muchísmas meditaciones que van surgiendo consecutivamente mientras vas alcanzando estados cada vez más sublimes. Pero como el Bendito lo hizo de sopetón, pues como que no se enteró mucho de cómo se hacía. Como no se paró a replantearlo, pues no lo pudo procedimentar. Como no lo procedimentó, no pudo enseñarlo bien. Esto es todo lo que todo un maestro “omnisciente” aporta para que los buddhistas al conocimiento directo y supremo del Dhamma. Lo sabe “todo”, pero no sabe explicar cómo se hace… Y todo, por una crisis de manía. Afortunadamente, la fase depresiva nos regaló el Discurso de Benarés, que bien merece la aventura. Conclusión. ¿Por qué el buddhismo es una filosofía, una religión, un conjunto de creencias, una amalgama cultural, en lugar de ser una ciencia seria? Éste episodio resulta una explicación suficiente.. Como no hay método, no hay posibilidad de comprobación. Como no hay método, no hay realización. Como no hay método, esto no es ciencia. Como no hay método, esto no es serio.

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