El camino que lleva al fin del sufrimiento es el mismo que lleva al fin de la dependencia de la felicidad. Al erradicar dicha dependencia, erradicamos el sufrimiento. Esta cuarta verdad se resume en: -Si sólo lo hago porque me hace feliz, lo evito. y/o -Si no lo hago sólo porque me incomoda, lo hago. Esta cuarta real verdad consiste en un proceso de condicionamiento continuo. Para ello hay que estar muy atento hasta las acciones más ínfimas que hagamos. En todas puedes encontrar la adicción y todas, especialmente las más pequeñas, sirven para que dejes de actuar movido por la felicidad. Realmente es una manera de remover la ignorancia provocada por la adicción de forma que solo actuemos por lógica, es decir, sólo actuemos si evaluamos las consecuencias de lo que hacemos. Debemos recordar que el kamma que nos afecta está siempre condicionado por nuestras acciones. Si evitamos generar condiciones potencialmente adversas, dejamos de pasar situaciones incómodas. Añadiendo además que, si las situaciones incómodas no afectan a nuestra conducta, a la larga nos dejan de afectar. Se da así una doble condición virtuosa: no nos podrán pasar cosas “malas”, primero porque no las provocamos, y segundo porque no son “malas”: nada es “malo” si no nos afecta. De igual forma nos dejarán de pasar cosas “buenas”. Nada de lo que hagamos nos hará felices. Eso sí, nos pasarán más situaciones convenientes que inconvenientes. Pero ni las situaciones convenientes nos harán felices ni las inconvenientes infelices. Mientras que el Noble Óctuple Camino es un proceso de mejora continua en nueve pasos, consistente en analizar conductas para evitar actuar por apego, aversión o ignorancia, éste es muchísimo más simple. El apego no es evidente, el apego NO DEPENDE DE NOSOTROS, el apego se da a posteriori. Lo que sí depende de nosotros es nuestra tendencia a la felicidad. Atacándola acabamos con el apego, que es su consecuencia. No nos debemos preocupar de más cosas. Solo esto. Ejemplos: No hacer algo llevado por la ilusión: Es una forma de darnos una dosis de felicidad ahora a crédito, que cuando la ilusión se concrete no pagaremos, pero que si no se concreta la pagaremos con intereses. Si no quieres pagar, no consumas. Aquí entra cualquier actividad que pensamos que condiciona algo en el futuro que consideramos “bueno”. Otra forma de lo mismo es actuar llevado por reglas no demostradas. Es una forma de ignorancia imaginada por terceros, una forma de obligarnos a hacer cosas que claramente nos perjudican. Bien sea por presión social o por autoimposición. Aquí entran las restricciones en la dieta, restricciones en el vestido, restricciones en el vocabulario. En este capítulo entran las modas. Hacer algo llevado por la felicidad. Realmente no funciona así. La felicidad se produce cuando se plantea la situación y lo que nos mueve es la aversión a la pérdida de la felicidad que estamos experimentando. Se actúa observando cuando la felicidad se activa. En ese momento se prohíbe cualquier clase de actividad a la que la felicidad nos lleve. Para determinarlo aún más claramente, nos podemos fijar en la aversión. Así si pasando por un puesto vemos una bolsa de papas fritas y nos “apetece”, para determinar si es felicidad o simple conveniencia, simplemente nos ponemos en la situación de negarnos a comprarlas. Si hubo felicidad, invariablemente aparecerá la aversión a no saborearlas. Entoces, como a un niño caprichoso, te niegas el capricho. Es importante fijarse en que no se trata de conductas tipificadas sino de lo que nos mueve a esas conductas. Eso que nos mueve es lo que nos provocará el sufrimiento. Y eso, es la felicidad. La inercia es otra forma de rendirnos a la felicidad. La vagancia, el no pensar, resistirse a salir de la zona de confort. La ira es otra forma de reaccionar frente a algo o a alguien que nos arrebata la felicidad. Erradicando el sufrimiento no vamos al lograr la Sabiduría, pero al menos no la vamos a evitar. Y es obvio que para que un borracho se conduzca sin caídas lo primero es lograr que esté sobrio. Pero si el tipo no sabe andar, al menos, cuando se caiga no se hará daño. Que no es poco. Existe una felicidad endógena que no produce apego y por lo tanto, sufrimiento y es aquella que generamos para lograr jhānas. Es la felicidad pura. Esta felicidad es ética. Y es útil para acabar con la dependencia de la felicidad “exógena”, a base de saturarnos de esta felicidad de forma que la exógena deja de parecernos atractiva. Al final, abandonamos las dos, precisamente porque la endógena no nos apega. Una inmersión en felicidad endógena durante unos meses es la mejor forma de inmunizarnos contra esta terrible droga.
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