Copyright © 2020 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados
El Buddhacarita (“Hechos del Buddha”; Buddhacaritam) es un poema épico escrito en el estilo sánscrito mahākāvya sobre la vida del Buddha Gautama por Ashvaghosha, compuesto a principios del siglo II. De los 28 cantos del poema, los primeros 14 existen en sánscrito completo (los cantos 15 a 28 están en forma incompleta). Se trata de una extensa obra de 67.595 palabras en la traducción española. Es tres veces más extenso que cualquiera de los evangelios.
El mahākāvya es un género de poesía épica india en la literatura sánscrita clásica que se caracteriza por descripciones ornamentadas y elaboradas de paisajes, amor, batallas, etc., en resumen, todo lo que pone a prueba la habilidad de un poeta en la descripción. Se considera la forma más prestigiosa de la literatura sánscrita. Está compuesto por un número variable de poemas cortos o cantos, que cuenta la historia de una epopeya clásica. Cada poema está compuesto en un medidor que se ajusta al tema, como una descripción de las estaciones, una forma geográfica de la naturaleza, como una montaña, y ciudades.
En el género mahākāvya , se puso más énfasis en la descripción que en la narración, de hecho, las características tradicionales de un mahākāvya son:
Debe tomar su tema de las epopeyas (Ramayana o Mahābharata), o de la historia.
Debe ayudar a los cuatro objetivos del hombre ( Purusharthas ).
Debe contener descripciones de ciudades, mares, montañas, salida de la luna y salida del sol, y relatos de diversiones en jardines, fiestas de baño, combates y hacer el amor. Debe contar la tristeza de los amantes separados y debe describir una boda y el nacimiento de un hijo. Debería describir el consejo de un rey, una embajada, la marcha de un ejército, una batalla y la victoria de un héroe.
Estas no son sugerencias aleatorias sino requisitos específicos. Cada mahākāvya completo que nos ha llegado desde el momento de Kalidasa contiene la lista completa, que, si se considera cuidadosamente, se verá que contiene el repertorio básico de poesía sánscrita. Contiene los elementos esenciales de la naturaleza, el amor, la sociedad y la guerra que un poeta debería poder describir. El gran kāvya probó a un poeta por su poder de contenido, lo cual es una prueba mejor al menos que el diwan persa, que probó a un poeta por su habilidad para rimar.
El Buddhacarita es un poema épico de ficción histórica, no es una biografía. Recrea un personaje mítico rodeado de fantasía al gusto indio y lo asocia al Buddha histórico. Únicamente algunas situaciones donde coloca al personaje pueden llegar a recordar pasajes de los textos canónicos.
Consideraciones de Forma
Nazaret no se menciona en ninguna fuente j.u.d.í.a antes del siglo III. Los autores del Nuevo Testamento, a principios del siglo IV, situaron la localización sin comprobar ni siquiera que la «ciudad» existiera en la época de la trama. Esto demuestra, de partida, una total falta de rigor en su confección.
El género literario usado en los Evangelios es la Parábola, una de las formas más simples de la narrativa. Evoca a un ambiente, y describe una acción y sus resultados. A menudo involucra a un personaje que se enfrenta a un dilema moral, o realiza una acción cuestionable, para luego sufrir las consecuencias de esa elección. Además es muy descuidado con las contradicciones y no cuida la presentación de testigos. Por ejemplo, no hubo ningún testigo de parte en todo el proceso penal que se siguió contra Jesús y en muchos otros episodios.
Consideraciones de Fondo
Las ideas clave en el Evangelio y sobre el cual pivota la trama están extraídas del Buddhacarita. La idea de cielo como destino humano feliz, con sus devas o ángeles. También la idea del infierno de castigo y dolor. El concepto de causalidad, es decir, los actos tienen consecuencias que se acaban pagando en la otra vida. El concepto de amor en sus tres vertientes mundanas: el amor incondicional, o mettā, hacia todos los seres, la compasión, o karuṇā, o la alegría altruista, o muditā, que son el eje ideológico del Evangelio están tomados del Buddhacarita.
En el mundo j.u.d.í.o nada de esto existe. Escatológicamente solo la resurrección final de todos los muertos, se mantiene en el Evangelio.
El Māra, el maligno, es traspolado como Satanás y muestra su vertiente propia como el tentador, ya que su función es apartar al héroe de su destino.
Incluso el Jesús de los Evangelios aparece como una traspolación del Buddha: un renunciante con túnica sin hogar que vaga por los caminos predicando y haciendo milagros, sostenido por sus seguidoras laicas, soltero y sin hijos, siempre acompañado de un grupo más o menos numeroso de discípulos y dando discursos con la intención de que los discípulos lo recuerden, propio de una cultura oral.
Sin embargo, los rabinos j.u.d.í.o.s están casados y tienen hijos por el mandato de «creced y multiplicaos». No son nómadas, sino que atienden en el templo o en las sinagogas. No se acompañan de seguidores ni son mantenidos por éstos. Además, utilizan fundamentalmente material escrito ya que la cultura j.u.d.í.a es fundamentalmente escrita.
No solamente el Evangelio bebe de fuentes budistas. Como obra de contenido político populista tardorromano, veremos a un Jesús que no se posiciona en contra de la ocupación romana, que sería lo esperable en un «mesías». No muestra predilección por los miembros del pueblo elegido frente a samaritanos, romanos o gentiles. Respeta el pago de impuestos romanos y antepone a los pobres y mansos sobre los ricos y revoltosos. Jesús se enfrentará a los fariseos, movimiento político, social y escuela de pensamiento j.u.d.í.a que tras el sitio de Jerusalén y la destrucción del Segundo Templo en el año 70, evolucionó para convertirse en la base litúrgica y ritual del judaísmo rabínico. En el 4 aEC se levantaron llamando a no pagar impuestos a Roma. El hijo de Herodes, Herodes Arquelao y el jefe militar romano Varo reprimieron el levantamiento: dos mil rebeldes fueron crucificados. Se considera que esta sublevación fue el origen de los zelotes, que consideraban que la única forma de quitarse el yugo romano era a través de alzamiento en armas, tal como intentaron con fatal y trágico resultado. La rebelión acabó con el suicidio colectivo de la asediada Masada en el año 73.
Otro aspecto chistoso de los Evangelios es la proliferación de profecías a posteriori, cuando relata la futura destrucción del Templo o cuando organiza situaciones para hacerlas coincidir con antiguas profecías. Es un recurso pueril pero apto para ingenuos.
Pero no debemos olvidarnos del objetivo de esta obra: señalar, denunciar y condenar al «antipueblo», esto es, a los j.u.d.í.o.s.
Pero ¿cómo atacar a un pueblo usando a un héroe de ese mismo pueblo?
La respuesta es la traición. Judas traiciona a Jesús, como Devadatta traicionó e intentó asesinar al Buddha —en esto tampoco es original— los fariseos traicionan los principios del judaísmo para conseguir condenar a Jesús, por haber denunciado la corrupción en el mismo Templo. Jesús, como miembro ideal del «pueblo» bueno será víctima de un proceso deshonesto en el que lo peor de la perversión humana emergerá del duro corazón del «antipueblo» malo, los j.u.d.í.o.s. Y será sacrificado de la forma más horrenda que se estilaba en la época, para mover a la compasión al «pueblo». Pero, por si no fuera suficiente, el Evangelio remarca que el sacrificio de Jesús es para la redención del «pueblo».
Es decir, se consigue la cuadratura del círculo: Jesús muere por culpa del «antipueblo», los malvados j.u.d.í.o.s, pero también del «pueblo» para hacerle sentir en deuda con el héroe y se identifique aún más.
Aunque se dice que el centro de la fe cristiana es la resurrección de Jesús, el símbolo universal reconocible es la cruz. Para que no se olvide la ofensa y se mantenga la maldición hasta el fin de los tiempos.
Esto es interesante, porque tanto Constantino como la Iglesia siempre han cuidado, a su modo, a los j.u.d.í.o.s. Los han mantenido para usarlos de saco de entrenamiento cada vez que lo necesitaron. El problema es que, a veces, sale algún alumbrado que enardece a las masas, se les va de las manos y perpetra una masacre, ante el desconcierto del rey de turno.
Y desde el punto de vista j.u.d.í.o, siguen sin explicarse a qué vino toda esta inquina si no conocen al tal Jesús de nada.
Y como ya no saben qué hacer con el personaje, se deshacen de él mandándolo al cielo, otro recurso, cómo no, copiado del Buddhacarita:
25.22. A través de su poder divino él ascendió en el cielo y vaga. Su vasija de sufrimiento ha sido por lo tanto abandonada. La luz de su conocimiento ha disipado la pesada oscuridad del engaño.
Ejemplo de paralelismo
La siguiente relación no exhaustiva de paralelismos y similitudes textuales del primer Capítulo del Buddhacarita nos puede servir de ejemplo para ilustrar la relación:
I.3. Su firmeza era tan sólida como la tierra, y sus pensamientos eran tan puros como una flor de loto. A modo de comparación, se llamaba Maya, pero no tenía comparación.
Mientras que Maya, Maïa o Maia era el nombre de la madre pura del Buddha. El nombre de la virgen era María.
I.4. En esa reina divina, un espíritu descendió y habitó en su vientre. La madre estaba completamente libre de dolor. Ella no tenía ningún pensamiento ilusorio.
El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.
I.35. Cuando el rey, su padre, vio el nacimiento de su hijo, se asombró de asombro. Aunque normalmente su disposición era seria, se sobresaltó y su semblante habitual cambió. En su ansiedad tenía sentimientos encontrados de alegría y angustia.
I.36. Cuando su esposa vio que su hijo no había nacido de la manera habitual, una mujer tímida por naturaleza, sintió emociones contradictorias en su angustia. Ella no distinguió una marca auspiciosa de una desfavorable, sino que se volvió aún más temerosa.
José, su esposo, como era justo y no quería delatarla, se proponía despedirla en secreto.
I.85. El vidente supo que el rey, el padre, estaba muy triste en su corazón, y de inmediato le dijo al gran rey: «¡No temas ahora, rey! ¡Te lo he dicho antes, gran rey! ¡No tengas ninguna duda!».
I.86. Los signos actuales son como antes. ¡No deberías tener ningún otro pensamiento! Considero que la noche de mi vida es peor que mis tristes lágrimas anteriores.
I.87. Ahora que mi final se acerca, este hijo gobernará el mundo. Nace para terminar el nacimiento. Una persona así rara vez se encuentra.
Mas mientras andaba con este pensamiento, he aquí que un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu esposa, porque su concepción es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús (Salvador), porque El salvará a su pueblo de sus pecados”.
I.100. Cuando el rey y su séquito escucharon la explicación del vidente, supo que estaba angustiado por sí mismo. Su miedo fue completamente erradicado.
Cuando despertó del sueño, hizo José como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su esposa.
I.5. En su cansancio, arremetió contra el lugar común y ansió quedarse en un bosque aislado, en el excelente jardín de Lumbini, donde brotaban manantiales y flores y frutos eran exuberantes.
I.6. Ella quería meditar en silencio y le rogó al rey que le permitiera viajar allí. El rey entendió su gran deseo y pensó que era maravilloso.
I.8. Ordenó que tanto la suya como su séquito externo fueran a ese jardín. La reina Maya percibió que el tiempo de entrega estaba cerca.
Y todos iban a hacerse empadronar, cada uno a su ciudad. Subió también José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Betlehem, porque él era de la casa y linaje de David, para hacerse inscribir con María su esposa, que estaba encinta. Ahora bien, mientras estaban allí, llegó para ella el tiempo de su alumbramiento.
I.9. Observó el ayuno y desarrolló sus cualidades puras, y el Bodhisattva nació de su lado derecho. Salvando al mundo con su gran pasión, no dejó sufrir a su madre.
María tampoco tuvo dolores de parto: María “dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre” (Lucas 2,7). Estos actos normalmente ocurren inmediatamente después del nacimiento y es difícil que María pudiese hacerlo si hubiese sufrido los dolores y la debilidad normales de un parto.
15. La luz de su persona brillaba, al igual que el sol brillaba la luz de una lámpara. De la misma manera el cuerpo de oro verdadero del Bodhisattva brillaba a su alrededor.
Porque, como el relámpago, fulgurando desde una parte del cielo, resplandece hasta la otra, así será el Hijo del hombre.
Los dioses lo esperaban en el cielo, sosteniendo una preciosa sombrilla. Reconociendo su majestad, los espíritus estaban llenos de elogios y lo instaron a completar el camino del Buddha.
Los reyes dragones estaban llenos de alegría, sedientos de lo mejor. Les habían servido a los Buddhas del pasado y ahora se encontraron con el Bodhisattva.
“¿Dónde está el rey de los j.u.d.í.o.s que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.”
Incienso de polvo fino de sándalo y una multitud de preciosos receptáculos de loto flotaron en el cielo, soplando en el viento
Luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron sus dones: oro, incienso y mirra.
I.106. Cuando diez días después del nacimiento de su hijo, el rey se sintió seguro y calmado de corazón. Hizo todos los sacrificios a los espíritus celestiales y dio ofrendas liberales a los virtuosos.
I.107. Los Sramanas y los brahmanes ofrecieron encantamientos y oraron por buena fortuna para la familia cercana del rey y para todos sus ministros, y también para los pobres de la tierra.
Habiéndose cumplido los ocho días para su circuncisión, le pusieron por nombre Jesús, el mismo que le fue dado por el ángel antes que fuese concebido en el seno.
Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, según la Ley de Moisés, lo llevaron a Jerusalén a fin de presentarlo al Señor
I.87. Ahora que mi final se acerca, este hijo gobernará el mundo. Nace para terminar el nacimiento. Una persona así rara vez se encuentra.
I.88. Él renunciará a su posición de noble rey, desapegado de los objetos de los cinco deseos. Desarrollará enérgicamente el ascetismo, se abrirá al despertar y obtendrá la verdad.
I.89. Disipará permanentemente la oscuridad del engaño para los seres vivos. Siempre ardiendo en el mundo, su sabiduría es la luz del sol.
I.90. Los seres se ahogan en un mar de sufrimiento, y sus enfermedades son como montones de espuma. La decadencia y la vejez son olas gigantes, y la muerte es la ola más grande en el mar. En su barco ligero de sabiduría él cruzará las dificultades de estas corrientes.
I.91. Su sabiduría irá en contra de la corriente y su moralidad pura será la orilla. Su samadhi será un estanque fresco, que con razón recibirá maravillosas aves.
I.92. Muy profundo y ancho es el gran río de la Ley del Derecho. Cuando los seres sedientos beben de ella, son revividos.
I.93. Profundamente unido a los objetos de los cinco deseos, uno es acosado por el sufrimiento. Perdido en el desierto del nacimiento y la muerte, nadie sabe a dónde acudir. Pero el Bodhisattva ha surgido en el mundo, abriendo el camino de la entrega.
I.94. Mientras arde el fuego de los deseos mundanos y se quema la leña de los objetos del deseo, levanta las nubes de su gran compasión. La lluvia de la ley caerá y causará su extinción.
I.95. La puerta del engaño tiene dos partes y el deseo es el cerrojo. Condena a los seres vivos. La forma de escapar es la puerta de la liberación. Con las pinzas de su sabiduría adamantina, sacará el bulto adverso de la lujuria.
I.96. Enredado en la red del engaño, uno sufre, sin nada en que confiar. Cuando un rey de la Ley se ha levantado en el mundo, puede deshacer los lazos de los seres vivos.
I.97. ¡No renuncies, oh rey, a la calamidad de la pena por este hijo! ¡Debes en cambio sentir pena por los seres que están apegados al deseo y que hacen caso omiso de la Ley Correcta!
I.98. Estoy destruido ahora por la vejez y la muerte, lejos de cualquier cualidad noble. Puede que haya obtenido los estados de trance, pero no obtuve sus beneficios.
I.99. Nunca escucharé la Ley Correcta de este Bodhisattva. Cuando mi cuerpo sea destruido, después de mi vida, ciertamente renaceré en los tres cielos difíciles.
Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor. Y, movido por el Espíritu vino al templo, y cuando los padres llevaron al niño Jesús para cumplir con él las prescripciones acostumbradas de la Ley, él lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios y dijo:
“Ahora, Señor, despides a siervo en paz,
según tu palabra,
porque han visto mis ojos
tu salvación,
que preparaste
a la faz de todos los pueblos.
Luz para revelarse a los gentiles,
y para gloria de Israel, tu pueblo.”
I.101. Teniendo este maravilloso hijo, mi corazón está completamente tranquilo.
Habiendo apaciguado las mentes del rey y su séquito, el vidente ascendió al cielo a través de su poder divino y partió.
Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decía de Él.
Como hemos visto, todo parecido con la realidad es pura coincidencia…
Comments