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Lo desagradable se esconde detrás de cada mirada, de cada sonido, de cada olor, de cada sabor, de cada tacto… de cada pensamiento. Luego te toca a ti reaccionar o no. Si reaccionas es porque das por hecho que va contigo. Ahí es donde empieza a actuar la ignorancia: cuando crees que eso eres tú, que es tuyo, que sobre eso tienes control.
Considerando que eres suficientemente ignorante como para que la situación te la tomes como algo personal y controlable, la reacción ante lo desagradable suele ser de aversión, que no es más que el ansia por regresar a un estado anterior a la que produjo esa sensación desagradable. Es por esto, la existencia de alguna situación agradable previa, que la aversión se puede dar y soportar. Por tanto, contar con algún tipo de felicidad que sea recordable está en la esencia de toda aversión.
El nivel de la aversión resultará directamente proporcional al diferencial entre la situación agradable y la desagradable. Y el nivel de la angustia que apareja depende de la perspectiva subjetiva de calmar esa ansia.
Cuando el ignorante está sometido a niveles insoportables de angustia, cuando no ve factible la posibilidad de regresar a un estado feliz, eventualmente tratará de acabar con «todo», con suicidarse.
Es una situación de ignorancia perfecta: primero porque no acaba con nada. Segundo, por tomárselo como algo personal. Tercero, al reaccionar de forma estúpida, como si la reacción aversiva y la angustia fueran a evitar la situación cuando, de hecho, solo la empeoran. Cuarto, como si se tuviera control de la situación y quinto, se recogen las consecuencias de haber ido andando alocadamente rebuscando migajas de felicidad que ahora se convierten en el cimiento firme de la situación angustiosa y aversiva que no gusta.
Aunque la aversión tiene una función preservadora de la vida, su saturación puede conducir al suicidio. Quien así acaba con su vida, condena a su existencia a vagar por donde vagan los ignorantes de marca mayor, por el infierno y lo más divertido es que se condicionan para volver a hacer lo mismo.
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