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Ansia

Foto del escritor: Tomás Morales y DuránTomás Morales y Durán


Lo agradable puede parecer bueno. E incluso pudiera llegar a serlo, si se deja ahí, en algo que es simplemente agradable.

Pero lo agradable de la mano de la ignorancia produce efectos perniciosos.

Hay que hacer notar que la ignorancia aparece porque ya está ahí, convirtiéndose en el condimento de todos los platos… echándolos a perder.

La ignorancia hace ver lo agradable como deseable. Desear implica una identificación con esa situación agradable, una situación experimentada por un conjunto de elementos, los factores de aferramiento a la existencia, que la conciencia, cegada por la ignorancia, hace ver como si fuera el sujeto de la misma.

Y lo deseable la ignorancia lo transforma en ansia, porque ansiar implica un cierto control de la situación y, al estar condicionada, solo obedece a su propia miríada de causas que se han dado para producirla, y no por el capricho de la conciencia.

Y como toda experiencia requiere de una existencia, ya que lo que no existe no experimenta, el ansia, al final, no es más que el ansia de existencia.

Y el ansia de existencia produce el aferramiento al Samsara.

Como si fuera agradable.

Porque la ignorancia, una vez más, nubla la visión de la conciencia y no le deja ver que la situación agradable desaparecerá cuando falte una sola de las condiciones que la mantienen, algo que tampoco puede controlar la conciencia.

Así que en algún momento desparecerá llevándose lo agradable y dejando un vacío desagradable que se da precisamente por haber sido agradable la situación anterior.

Y luego, la conciencia se echará en manos de la aversión y vuelta a empezar.

En serio, ¿no te aburres?

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