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No deja de sorprender cómo un amplio espectro de sectas que gustan autodenominarse «budistas», como las Theravadas, hacen alarde de su fe inquebrantable en el aniquilacionismo, una doctrina genérica que incluye, por ejemplo, al materialismo dialéctico de Marx y Engels y que fue rechazada por el mismo Buddha.
La definición de Aniquilacionismo se resume en que uno actúa pero es otro el que experimenta las consecuencias de la acción, en contraposición al Eternalismo, donde quien actúa es siempre el que experimenta las consecuencias de la acción. Dicho de otra forma, en el aniquilacionismo uno no experimenta su propio kamma, mientras que en el eternalismo siempre lo hace.
En el aniquilacionismo no hay de donde escapar. En el eternalismo, no hay escapatoria. Por tanto, en ninguno de los dos sistemas se puede escapar del sufrimiento.
El Buddha encontró el Camino Medio, en el que uno experimenta sus acciones, pero puede llegar a escapar de ellas, de su kamma. Es a lo que llamó liberación. Increíblemente no existe ningún grupo, secta o lo que sea, que sostenga este Camino Medio.
El materialismo es la doctrina filosófica que postula que la materia es lo primario y que la conciencia existe como consecuencia de un estado altamente organizado de esta, lo que produce un cambio cualitativo, que el «yo» es la materia. Esto mismo es lo que postulan los Theravadas cuando afirman que la materia condiciona a la conciencia.
Sin embargo, la postulación del Buddha es que las qualia condiciona a la animación (o vida). Lo que es lógico: aquello que experimenta las qualia, o sea, ve, oye, huele, gusta y toca está vivo.
Los Theravadas sostienen que la conciencia es el quinto factor de aferramiento a la existencia, o como ellos llaman, es uno de los agregados, por lo que es impermanente (desaparece por lo que no es el mismo es que hace el acto que quien lo experimenta), es sufrimiento (si la propia conciencia es sufrimiento no puede escapar de él, al no poder escapar de sí misma) y es impersonal (la conciencia no se sostiene, es solo parte de un fenómeno ligado a la materia). Como vemos, estamos ante la expresión perfecta de la doctrina aniquilacionista.
El Buddha dice que el quinto factor de aferramiento a la existencia es la cognición, el hecho de conocer. Y en efecto, conocer un fenómeno es algo perecedero porque una vez que se conoce, ya la cognición cesa, es desagradable precisamente porque cesa, y es impersonal porque uno es su conciencia, no su cognición.
El Buddha incluso entiende que la teoría aniquilacionista podría ser aceptable para una persona común y corriente sin instrucción: que tome el cuerpo compuesto de los cuatro elementos primarios como su «yo», en lugar de su conciencia. ¿Para qué se va a liar, si no entiende nada?
Personas comunes y corrientes sin instrucción, como los theravadines.
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SN 12.17: Con Kassapa, el asceta desnudo
Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Rājagaha, en la Arboleda de los Bambús, en el lugar de alimentación de las ardillas.
Más tarde, el Buddha se vistió por la mañana y, tomando su cuenco y su túnica, entró en Rājagaha para pedir limosna. El asceta desnudo Kassapa vio al Buddha acercarse a lo lejos. Se acercó al Buddha e intercambió saludos con él.
Cuando terminaron los saludos y la conversación cortés, se hizo a un lado y le dijo al Buddha:
—Me gustaría preguntar al Maestro Gotama sobre cierto punto, si te tomas el tiempo para responder.
—Kassapa, es un mal momento para preguntas. Hemos entrado en una zona habitada.
Por segunda vez y por tercera vez Kassapa le habló al Buddha y el Buddha respondió. Cuando se dijo esto, Kassapa le dijo al Buddha:
—No es mucho pedir.
—Pregunta lo que quieras, Kassapa.
—Bueno, Maestro Gotama, ¿el sufrimiento lo hace uno mismo?
—No es así, Kassapa —dijo el Buddha.
—Entonces, ¿el sufrimiento es causado por otro?
—No es así, Kassapa —dijo el Buddha.
—Bueno, ¿el sufrimiento lo hace uno mismo y el otro?
—No es así, Kassapa —dijo el Buddha.
—Entonces, ¿el sufrimiento surge por casualidad, no por uno mismo o por otro?
—No es así, Kassapa —dijo el Buddha.
—Bueno, ¿no existe el sufrimiento?
—No es que no exista el sufrimiento. El sufrimiento es real.
—Entonces el Maestro Gotama no sabe ni ve el sufrimiento.
—No es que no sepa o no vea el sufrimiento. Conozco el sufrimiento, veo el sufrimiento.
—Maestro Gotama, cuando se te hacen estas preguntas, dices “no es así”. Sin embargo, dices que existe el sufrimiento. Y dices que conoces el sufrimiento y ves el sufrimiento. ¡Señor, explícame el sufrimiento! ¡Enséñame sobre el sufrimiento!
—Supongamos que alguien piensa: «el que actúa es el mismo que experimenta el resultado de la acción”, implica que tiene fe en la doctrina eternalista: “el sufrimiento es producido por nosotros mismos”: implica que es alguien que ha existido desde el mismo principio.
Pero, Kassapa, si alguien piensa: “uno actúa y es otro el que experimenta”, es decir, la identidad personal no es la misma cuando se actúa que cuando se experimentan los resultados de las propias acciones, es porque es fiel a la doctrina aniquilacionista.
Evitando estos dos extremos, el Tathāgata enseña por el camino intermedio: “la ignorancia es la condición para la situación condicional”.
La situación condicional es la condición para la animación. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento. Cuando la ignorancia se desvanece y cesa sin dejar rastro, cesa la situación condicional. Cuando cesa la situación condicional, cesa la animación… Así es como cesa toda esta masa de sufrimiento.
Cuando se dijo esto, Kassapa le dijo al Buddha:
—¡Excelente, Maestro! ¡Excelente! Como si estuviera corrigiendo lo errado, o revelando lo oculto, o señalando el camino hacia lo perdido, o encendiendo una lámpara en la oscuridad para que las personas con buenos ojos puedan ver lo que hay, el Buddha ha dejado clara la enseñanza de muchas maneras. Me refugio en el Buddha, en la Enseñanza y en el Saṅgha de los bhikkhus. Señor, ¿puedo recibir la renuncia, la ordenación en presencia del Buddha?
—Kassapa, si alguien anteriormente ordenado en otra secta desea llevar adelante la ordenación en esta enseñanza y entrenamiento, debe pasar cuatro meses en renuncia condicional. Cuando hayan pasado cuatro meses, si los bhikkhus están satisfechos, darán la renuncia, la ordenación al bhikkhu. Sin embargo, he reconocido las diferencias individuales.
—Señor, si se requieren cuatro meses de renuncia condicional en tal caso, pasaré cuatro años en renuncia condicional. Cuando hayan pasado cuatro años, si los bhikkhus están satisfechos, que me den la renuncia, la ordenación al monacato.
Y el asceta desnudo Kassapa recibió la renuncia, la ordenación en presencia del Buddha. No mucho tiempo después de su ordenación, el venerable Kassapa, viviendo solo, retraído, diligente, entusiasta y resuelto, pronto se dio cuenta de la culminación suprema de la vida de renuncia en esta misma vida. Vivió habiendo logrado con su propio entendimiento la meta por la que los jóvenes de buena familia abandonan su hogar por la vida sin hogar.
Entendió: “el renacimiento ha terminado, el camino de la formación se ha completado, lo que tenía que hacerse se ha hecho, no hay retorno a ningún estado de existencia”.
Y el venerable Kassapa se convirtió en uno de los Dignos.
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SN 12.61: Sin Instrucción (I)
Esto he oído.
En cierto momento, el Buddha se encontraba cerca de Sāvatthī en la arboleda de Jeta, en el monasterio de Anāthapiṇḍika…
—Bhikkhus, es concebible que alguien que no ha aprendido nada se canse de este cuerpo material, pierda su fascinación por él y sienta deseos de liberarse de él.
—¿Por qué es eso?
—Es fácil ver que este cuerpo, que consta de los cuatro elementos básicos, crece y se descompone, absorbe y desprende. Por tanto, es concebible que alguien que no ha aprendido nada se canse de este cuerpo material, pierda la fascinación por él y sienta deseos de liberarse de él.
Pero quien no ha aprendido nada es incapaz de cansarse de lo que llamamos “mente”, “pensamiento” o “consciencia”, y es incapaz de perder la fascinación por ello o sentir ganas de liberarse de ello.
—¿Por qué es eso?
—Es porque quien no ha aprendido nada durante mucho tiempo se ha aferrado y se ha adherido a la noción de que “esto es mío, esto soy yo, esto sobre lo que tengo pleno control”. Por tanto, quien no ha aprendido nada, es incapaz de cansarse de lo que llamamos “mente”, “pensamiento” o “consciencia”, y no logra perder la fascinación por ello ni sentir ganas de liberarse de ello.
Pero una persona común y corriente sin instrucción estaría mejor si tomara este cuerpo compuesto de los cuatro elementos primarios como su «yo», en lugar de la conciencia.
—¿Por qué es eso?
—Se considera que este cuerpo formado por los cuatro elementos primarios dura un año, o dos, tres, cuatro, cinco, diez, veinte, treinta, cuarenta, cincuenta o cien años, o incluso más.
Pero lo que llamamos “mente”, “pensamiento” o “consciencia” surge como una cosa y cesa como otra todo el día y toda la noche. Es como un mono moviéndose por el bosque. Agarra una rama, la suelta y agarra otra, luego lo deja ir y agarra otro. De la misma manera, lo que se llama “mente”, “pensamiento” o “consciencia” surge como una cosa y cesa como otra todo el día y toda la noche.
En este caso, un discípulo de los nobles instruido atiende cuidadosa y apropiadamente al funcionamiento de la misma situación condicional: “cuando esto existe, es decir, debido al surgimiento de esto, aquello surge. Cuando esto no existe, eso no es, debido al cese de esto, aquello cesa”. Es decir: la ignorancia es la condición para la situación condicional.
La situación condicional es la condición para la animación. Así es como se origina toda esta masa de sufrimiento. Cuando la ignorancia se desvanece y cesa sin dejar rastro, cesa la situación condicional. Cuando cesa la situación condicional, cesa la animación… Así es como cesa toda esta masa de sufrimiento.
Al ver esto, un discípulo de los nobles instruido se desilusiona con las qualia, con la reacción emocional, con la percepción, con la situación condicional y con la cognición. Al estar desilusionado, el ansia se desvanece. Cuando el ansia se desvanece, se libera. Cuando está liberado sabe que está liberado.
Entiende: “el renacimiento ha terminado, el camino de la formación se ha completado, lo que tenía que hacerse se ha hecho, no hay retorno a ningún estado de existencia”.
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