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Vamos a definir qué es agradable y que es desagradable y de qué depende. Las sensaciones son subjetivas y dependen de la situación condicional, el kamma. Agradable se define como aquello que mejora una situación anterior. Desagradable es aquello que empeora una situación anterior.
Si ese diferencial no existe, la sensación se define como indiferente.
Por ejemplo, alguien que se ha pasado toda su vida sufriendo el mismo frío lo percibe como indiferente: «¡Coño con los serranos, que al frío le llaman fresco!». De igual modo, quien experimenta una temperatura constante ideal la percibe igualmente como indiferente. Y objetivamente no situaciones antagónicas. Sin embargo, pasar del frío al calorcito del hogar se experimenta como agradable y pasar el calor del hogar al frío inclemente se experimenta como desagradable.
Y, por supuesto, depende del kamma acumulado de cada uno. Hay quien ama el frío debido a circunstancias pasadas y quien no.
Los pensamientos son una puerta de los sentidos que pueden percibir una sensación agradable ante una perspectiva de cambio a mejor. Y de igual modo, una sensación desagradable se percibe cuando aparece una perspectiva de cambio a peor. Ambas sensaciones se potencian cuando se considera que se prolongarán en el tiempo.
Un viejo adagio castellano que reza así, resume esto: «Hambre que hartura espera, no es hambre verdadera». Lo desagradable del hambre se incrementa si se piensa que no hay perspectiva alguna de conseguir comida ni mañana, ni pasado mañana, ni la semana próxima. Lo desagradable del hambre se decrementa si se sabe que en unas horas se va a poder comer en abundancia.
Es difícil llegar a calcular lo desagradable que puede llegar a experimentar un deva cuando ve que su brillo empieza a perderse y sabe que irá al infierno.
Y suicidarse solo acelera el tránsito…
Yorumlar