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¿Qué es lo que nace y muere?
Hemos descrito las adicciones menores, que atan a los mundos inferiores. Pero hay otras adicciones que atan a los mundos superiores, a los planos de los devas. Estas son cinco: el deseo de renacer en el mundo del Brahmā, el deseo de renacer en el mundo inmaterial, el engreimiento, la evagación y la ignorancia. Estas son las cinco adicciones mayores.
Estas cinco adicciones son formas de la misma ignorancia que aparece por sí misma como la quinta y última.
Hay gente que se ha desilusionado de los placeres sensuales, de las creencias erróneas como la idea del «yo» o de la eficacia de ritos y ceremonias. Sin embargo seguirá atado al Samsara, amarrado por estas cinco adicciones mayores.
Alguien que ha experimentado los planos de los devas tenderá a apegarse a la experiencia y a desear renacer ahí. Es más, alguien que trascendiendo los planos de los devas, que se ha adentrado en las esferas sin qualia, esto es, un lugar vacío, un lugar sin límites conocidos, ningún lugar o el estado de ausencia de los factores de aferramiento a la existencia, los encontrará mucho más sugerentes y querrá renacer allí. Ese deseo de existir en esos planos le depositará en uno de ellos cuando su cuerpo se rompa. Sin embargo, después de una vida larga y feliz, será arrojado a los infiernos porque en ese renacimiento habrá consumido todo su kamma sano.
Este es el peligro de practicar jhānas y ayatanas y no emplear estas prácticas para la liberación sino para aferrarse al Samsara. Es una clase de ignorancia más sutil que quien se entrega a los placeres sensuales, pero sigue siendo ignorancia al fin y al cabo. Aferrarse al cielo o al infierno son dos formas de lo mismo, de permanecer en el Samsara.
Al igual que no hay peor ciego que el que no quiere ver, el engreimiento ciega, impidiendo ver las adicciones de las que aún no se ha liberado siendo, por tanto, un obstáculo insuperable. La ceguera autoinfligida es otra cara de la misma ignorancia.
La evagación o distracción de la imaginación que aparta de la realidad es la cuarta adicción con la que la ignorancia actúa, impidiendo ver la realidad como es.
Y, por supuesto, la propia ignorancia que es lo que realmente mantiene a las conciencias vagando por el Samsara
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