Si te aburres, es que no practicas. Aburrimiento (latín: ab- prefijo «sin», horrere «horror») es la existencia desprovista de sentido, sin motivación, rutina agobiante, agobio o cansancio de la vida, despropósito, desilusión. El aburrimiento amenaza en convertirse en la principal enfermedad de nuestra época, hasta tener consecuencias mentales, emocionales y sociológicas, por ejemplo, los psicólogos coinciden en afirmar que una de las razones que mueven a los jóvenes a entrar en el mundo de la droga y el alcoholismo es precisamente el aburrimiento. Igualmente pasa con los niños: precisamente el aburrimiento es lo que los induce a cometer travesuras (lo que coloquialmente se llama “portarse mal”). El aburrimiento puede llevar a acciones impulsivas o excesivas sin sentido, o incluso que perjudiquen los propios intereses. Por ejemplo, hay estudios sobre el comportamiento financiero que muestran que los accionistas pueden comprar o vender sin una razón objetiva simplemente porque se aburren y no tienen nada mejor que hacer. Para Schopenhauer “la vida humana oscila como un péndulo del sufrimiento al aburrimiento”. Leopardi creyó ver en el aburrimiento la experiencia de la nulidad de todo, mientras que para Heidegger por el hastío o aburrimiento el velo habitual de los seres se descorre y la existencia o entes quedan desprovistos de esa cobertura. El ente en su totalidad agobiante, se nos hace presente. “Estamos aburridos de todo”. Y aquí todo se refiere a la totalidad del ente. Con este carácter está muy próximo a la “náusea” sartreana. La totalidad de los seres se esfuma en tanto que seres y se desnudan los entes como masa amorfa. La gratuidad de todo lo que es, la falta de fundamentación, entonces, se transparenta. El aburrimiento está en la base de la condicionalidad de la obsesión-compulsión y como tal, es el padre de los ritos y las ceremonias. Las obsesiones básicas del humano aparecen en cuanto la mente no tiene en qué ocuparse. Y esas obsesiones producen sufrimiento que se trata de obviar ocupando la mente con algo, con lo que sea. Las drogas y el alcohol son vías de escape a la náusea, pero también cualquier actividad irracional que nos evite este cáliz. Es obvio que el aburrimiento está construido por los pensamientos reactivos que se hacen evidentes en cuanto la concentración en una tarea activa desaparece. Y son millones, y se retroalimentan aumentando así el agobio. Y empujan a la compulsión. De ahí que existan todo tipo de dispositivos para calmar esta enfermedad mental. El celular, la computadora, la televisión…incluso los libros. Esperar durante más de seis horas un avión en un aeropuerto en ninguna parte puede convertirse en una tortura. De hecho, encerrar a los presos en celdas de aislamiento basa el castigo precisamente en esto. Quien conoce de cerca el aburrimiento es porque se ha asomado a su propio infierno. Pero el aburrimiento es también un problema de desorden mental laboral que cuesta solo en Estados Unidos 150.000 millones de dólares al año según un estudio de Harvard Business Review. Esta forma de aburrimiento laboral se llama “presentismo laboral” o “síndrome de la silla vacía”. El absentismo presencial o presentismo laboral, se refiere a acudir y estar presente en el puesto de trabajo, pero dedicando parte de la jornada laboral a otras funciones que no son propias del trabajo. Entre estas funciones podemos encontrar: conectarse a redes sociales, consultar páginas web, realizar llamadas, etcétera. Pese a que el presentismo es lo contrario del absentismo laboral, sus consecuencias para la organización son igual de perjudiciales. En el pasado, el principal problema de las organizaciones era el absentismo laboral, pero a medida que éste ha ido descendiendo debido a la crisis económica, el porcentaje de empleados que sufren presentismo laboral ha aumentado. Según una empresa de trabajo temporal, una de cada dos empresas españolas reconoce tener hasta un 10% de trabajadores presentistas. Pese a la reducción del absentismo, no ha habido mejora de la productividad y del rendimiento laboral de las empresas, ya que lo que ha ocurrido es que el fenómeno del absentismo laboral ha dado paso al del presentismo. Los empleados parecen conocer la difícil situación del mercado laboral y no quieren arriesgarse a perder el trabajo. Entonces, acuden al lugar de trabajo para que no se les pueda achacar que han cometido absentismo, pero sin embargo su dedicación en esas horas no es todo lo eficiente que debería ser. El factor determinante en el presentismo es el aburrimiento del trabajador debido a una insuficiente carga de trabajo. En condiciones normales, el trabajador termina marchándose de la empresa, pero en un entorno de crisis económica y de empleo es un lujo que no se puede permitir. Asi pues, el trabajador aguanta en el puesto y trata al principio de buscar tareas inútiles para llenar la jornada laboral. El trabajo real se procrastina, ahorrándose por si en algún momento las tareas inútiles no son suficientes para cubrir toda la jornada. Pero poco a poco, este tipo de tareas se hace tan densa que desplaza el poco trabajo que realmente tiene, llegando al extremo de permanecer en el puesto más allá de la jornada laboral haciendo textualmente nada. Las consecuencias no solo son de carácter económico sino también empeora la salud laboral del empleado: el presentismo a la larga provoca fatiga y el llamado ‘Síndrome Burnout’, además, la afición a la silla favorece la transmisión de enfermedades cuando la persona está enferma, pero decide acudir al puesto de trabajo. El aburrimiento te acerca al infierno y además te enferma. ¿Y cuál es la forma de acabar con el aburrimiento, la forma de poner a funcionar al 10% de la masa laboral, la forma de mejorar la salud mental de la población? Las jhānas, indudablemente. Con ellas el aburrimiento se erradica. No hay ni futuro ni pasado. Mirar cuánto falta o cuanto hace que nos sentamos deja de tener sentido. Solo hay un eterno presente en el que no se aspira más que a estar. Y ese eterno presente sobrevuela el tiempo. Y con el apego y la aversión suprimidos no hay infierno al que asomarse. ¿Te aburres? Pues ya sabes…
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